Sandra de la Torre nació en Quito, en 1971, y publica literatura infantil desde el 2013. Foto: Vicente Costales / EL COMERCIO
El cliché puede hacernos pensar que los libros para niños deben ser divertidos, chistosos e inofensivos, y ojalá tan suaves como miga de pan. Pero no es la regla ni mucho menos. Los niños también se enfrentan a las diversas dimensiones del dolor. Sandra de la Torre recibe esta noche un premio por un cuento basado en las víctimas del Síndrome de la Resignación, una de las múltiples consecuencias, quizás la más desconcertante, de la inmigración en Europa.
El cuento, pensado para menores entre 6 y 8 años, se titula ‘Niños del agua’ y ganó el Concurso Internacional de Literatura Infantil Julio C. Coba, impulsado por Libresa, justamente hace 20 años. De alguna manera, hoy también se festeja que, a pesar de la caída en dominó de varias editoriales, este concurso ha logrado permanecer vigente estas dos décadas. Ha sido uno de los semilleros de textos para menores de edad más vigorosos del país y de la región.
A Sandra de la Torre, el destino le deparó ser el centro de este acontecimiento gracias a un texto de narrativa pero con la poética como herramienta para abordar con delicadeza el extraño fenómeno de los hijos de refugiados o inmigrantes que entran en coma tras ser informados de que no pueden residir en Suecia y deben irse. Este síndrome solamente ocurre en ese país y el primer caso se registró en 1998.
Cuando Sandra de la Torre leyó sobre esto, la imagen de los niños la persiguió por meses hasta que decidió sacársela por medio de la escritura. “El tema elige al escritor y no al revés”. No solo escribió el cuento, que requirió todo un año de reescritura, sino también un poemario. ‘Niños del agua’ se enfoca en una niña kosovar y un niño ruso, cuyas familias han pedido refugio en Suecia. Están esperanzados en que la vida será buena, pero todo depende de una carta.
El cuento, además de las virtudes obvias que debe tener un texto para un concurso de este nivel, se caracteriza por el halo poético para describir, desde el punto de vista de la niña balcánica, la inocencia y la amistad, pero sobre todo evoca el poder de la esperanza para afrontar la complejidad de la vida.
La obra también es un punto de inflexión en la trayectoria de Sandra de la Torre, que entra al panteón del Julio C. Coba, integrado por escritores ilustres como el español Jordi Sierra i Fabra, el mexicano Ricardo Chávez Castañeda, la argentina Alicia Barberis y los ecuatorianos Lucrecia Maldonado y Ernesto Torres. Es un catálogo creado en 20 años de testaruda obsesión por la literatura.
Sobre el premio
El Concurso Internacional de Literatura Infantil y Juvenil Julio C. Coba-Libresa se convocó por primera vez en 1999. Hasta el 2006 tuvo el carácter de bienal, y a partir de ese año la convocatoria es anual. Hasta el 2018 se han realizado diecisiete ediciones. Han resultado ganadores autores de seis países: Argentina, en seis ocasiones; España y Ecuador, tres veces; México, dos; Cuba y Colombia, una ocasión. Fue declarado desierto en 2014. Lleva ese nombre en homenaje a Julio César Coba, quien administró durante cuarenta años Librería Española, de la que Libresa, editorial creada en 1979, es su empresa filial. Libresa, fundada por Fausto Coba Estrella, hijo de Julio C. Coba, es la organizadora del concurso.