En la primera mitad del siglo XX, el romanticismo y el modernismo hallaron usuarios en los miembros de una clase media en crisis. Su persistencia se proyectó hasta los sesenta. Foto: Archivo
En los años del modernismo ecuatoriano, que van desde 1890 hasta la muerte de Medardo Ángel Silva, en 1919, la elite apreciaba más los textos románticos de Sábados de mayo de Miguel Moreno, los becquerianos de Leonidas Pallares Arteta, Alfredo Baquerizo Moreno, Adolfo Benjamín Serrano; leía los poemas parnasianos de César Borja y Francisco Falquez Ampuero.
De hecho, hubo alguna difusión de los textos de Los Decapitados, especialmente de Medardo Ángel Silva. Las cortas ediciones de Arturo Borja, Ernesto Noboa y Caamaño y Humberto Fierro circularon después de 1920.
Cuando digo ‘se leyeron’, cabe anotar que la lectura fue muy limitada. La población del Ecuador era de un millón y medio de habitantes en esos primeros años del siglo XX. Los lectores eran muy pocos, un lector por cada 10 000 o 20 000 habitantes. La gran mayoría era analfabeta. Medardo Ángel Silva vendió un ejemplar de su El árbol del bien y del mal, de la edición entregada a la única librería del Puerto. El reducido número de lectores provenía de la también muy reducida clase alta.
¿Cómo se conocieron los poemas?, ¿de qué modo llegaron al público? y ¿quién fue ese público? Los medios fueron la radio y las grabaciones en discos, después de 1920. Llegaron apoyados con la forma musical pasillo y otras formas como el danzante, el yaraví, el pasacalle, etc.
Poemas y pasillos
Antes de comenzar con la lista, anoto que El aguacate, letra de César Guerrero Tamayo, ya circulaba en 1918. Prosigo con la información que extraje del excelente libro de Wilma Granda, ‘El pasillo, identidad sonora’, (Granda, 2004: 121- 135). Selecciono los más conocidos, algunos de los cuales todavía se interpretan. Inicio la lista a partir de 1920, año del comienzo de las grabaciones y la cierro en 1941, año de la guerra con el Perú (ver tabulado).
Tres grupos de poetas aparecen en la lista. En el grupo de los autores extranjeros se ubican el colombiano Julio Flores, nacido en 1867 y fallecido en 1923, el mexicano Juan de Dios Peza (1852-1910), el mexicano Amado Nervo (1870-1919) y la mexicana Rosario Sansores (1889-1972). Los tres primeros son románticos y la última es posmoderna neorromántica.
En el segundo grupo constan los poetas ecuatorianos Medardo Ángel Silva (1898-1919), José María Egas (1896-1982) y Abel Romeo Castillo (1904- 1996). Otros poemas de Silva y de Egas se musicalizaron después de 1941. En el mismo caso se encuentran dos poemas de Arturo Borja (Para mí tu recuerdo y Bajo la tarde), además de tres textos de Ernesto Noboa y Caamaño (Fatalismo, Cómo podré curarte y Emoción vesperal).
El tercer grupo es el de letristas; aunque tres de ellos publicaron poemarios. Elisa Borja (1903-1927), a quien se atribuye Lamparilla. Sus libros se publicaron póstumamente. Ángel Leonidas Araujo (1900-1993) editó el poemario ‘Huerto olvidado’ en 1945 y Vicente Amador Flor (1903-1925) dio a la imprenta ‘Romanza de ausencias y motivos de ayer’ y ‘Motivos de ayer y hoy’.
En el grupo de letristas, es decir, de quienes escribieron textos solo para ser cantados, se incluyen el colombiano Libardo García (1895-1954), autor de Alma lojana, y los ecuatorianos Alberto Guillén (1899-1990), Emiliano Ortega (1898-1974), Jorge Araujo Chiriboga (1892-1970), esposo que fue de Carlota Jaramillo; Rafael Blacio Flor, Lauro Dávila, Maquilón Orellana, Genaro Castro, César Guerrero Garcés, Maximiliano Garcés y Julio Jáuregui.
Los usuarios
¿Quiénes fueron los usuarios de los textos románticos y modernistas y de la forma musical pasillo? La estructura social del Ecuador, en la primera mitad del siglo XX, tuvo los siguientes componentes: una cúpula de poder integrada por banqueros de Guayaquil, ricos comerciantes y terratenientes. Una clase media compuesta por profesionales, burócratas, profesores, militares de baja graduación, artesanos. La clase media iba en aumento, debido a los centros educativos creados por el liberalismo alfarista.
Pero las condiciones económicas, en general, no mejoraron, debido a factores internos -inestabilidad política, presencia de nuevos partidos políticos, caída del precio del cacao- y a factores externos: la gran depresión económica de Estados Unidos, la Segunda Guerra Mundial y otros.
El romanticismo y el modernismo encontraron usuarios en los miembros de una clase media en crisis. Los motivos del desengaño amoroso, de la soledad, del destino, vistos como símbolos, pueden explicar la difusión de formas artísticas que ya eran anacrónicas. Sin embargo, su persistencia se proyectó hasta la década del sesenta, como un sustrato cultural histórico y en ocasiones tradicional.
Una pequeña fracción de la clase media, la de poetas, novelistas y ensayistas buscaron expresarse de otro modo, pero sus obras llegaron a pocos lectores, penosa situación que también se evidencia en el tiempo presente, según señalan las encuestas de lectura.
Para concluir, de un registro tomado de una fuente bastante insegura (Alberto Morlás Gutiérrez, ‘Florilegio del pasillo ecuatoriano’, 1961), extraigo los poemas modernistas que fueron musicalizados; algunos de ellos ya no se oyen.
Medardo Ángel Silva: Llamé a tu corazón, El alma en los labios, Palabras de otoño, Amanecer cordial, Soledad.
Ernesto Noboa y Caamaño: Fatalismo, Cómo podré curarte, Emoción vesperal.
Arturo Borja: Para mí tu recuerdo, Bajo la tarde.
José María Egas: Arias íntimas, Vaso de lágrimas, Estancia de amor, Invernal.