Miguel Ángel Bastenier: ‘El periodismo se ha banalizado enormemente’

El español es Maestro de la Fundación para un Nuevo Periodismo Latinoamericano

Miguel Ángel Bastenier es profesor de la Escuela de Periodismo de El País y Maestro de la Fundación para un Nuevo Periodismo Latinoamericano (FNPI) y estos días está en Ecuador invitado por Fundamedios.
El pasado martes 13 de septiembre participó en la presentación del libro ‘06:58 PM Relatos Periodísticos del Terremoto’, que se realizó en la Universidad de Las Américas. Unas horas antes, Bastenier, habló con este Diario sobre el paisaje periodístico mundial.
¿Hay un exceso de ‘recetas’ para hacer periodismo?
Sobre todo en América Latina. Hay que entender que el periodismo no tiene teoría sino práctica. Para ser arquitecto, ingeniero o médico hay que aprenderse un montón de libros, para ser periodista no. Lo que hay que hacer es leer mucha literatura. He escrito libros de periodismo y jamás le he recomendado uno a nadie.
Usted es muy activo en redes sociales sobre todo en Twitter, donde da muchas instrucciones para lograr un mejor periodismo. ¿No se cansa de esa tarea?
No. Es divertido. Estoy haciendo otras cosas y paro un rato. Hago cinco o seis tuits seguidos y sigo con lo mío.
¿Cree que en los últimos años se habla más de periodismo de lo que se hace periodismo?
No sé si se habla más de periodismo. Lo que sé es que en Europa y en Latinoamérica se critica salvajemente a los periodistas. Es una crítica feroz donde el periodista resulta culpable de todo.
¿Qué están aportando los talleres para periodistas?
Hay talleres de tres días que no sirven para nada; de cinco días que sirven quizás un poco y los de cuatro semanas como los míos que quizás sirven algo. En el periodismo nunca hay que ir a favor de nadie ni de nada, sino tratar de explicar las cosas como crees que pueden resultar mejor y para eso no necesitas ir a ningún seminario o taller de ética, por ejemplo.
¿Seguir un taller no se ha convertido en una moda para el periodista?
Es verdad, se han convertido en una moda fantasiosa y superficial. Un periodista primero tiene que aprender la técnica. Que la p con la a es pa y la p con la e es pe. Si se sabe eso, que no todos lo saben, viene lo otro.
¿En esta etapa de transición entre el papel y el digital que ha ganado o ha perdido el periodismo?
Ha ganado instrumentalización. El multimedia puede dar una visión más completa que la palabra escrita de un acontecimiento o un fenómeno. El periodismo de datos es imprescindible para llegar a donde se quiere. Si se hace mal se puede perder el contacto con la gente y sin eso no hay periodismo que valga.
¿El periodismo está sometido a la ‘liketocracia’? ¿No hay una excesiva preocupación por cuantos likes o vistas tiene una nota?
Sí, ese es el mundo en el que vivimos. Las empresas quieren contratar periodistas que reciban muchas visitas en sus textos. No digo que sea estupendo o que lo celebre pero es una realidad.
¿Cuál es su visión del periodismo que se está haciendo en Latinoamérica?
El periodismo latinoamericano merece el mayor respeto posible porque los periodistas se juegan la vida. En Europa nadie se juega la vida. Nunca he estado en peligro de muerte, ni de que me pegaran o de que me dieran una paliza, a lo sumo de que me insultaran. Tan importante es esto de que te juegues la vida que tendría un poco de pedantería empezar a analizar si los ‘leads’ están mejor o peor hechos.
¿Cómo trabajan los periodistas en Europa?
Si lees la prensa británica, que es la mejor del mundo, la información siempre empieza en la primera línea no en el tercer párrafo como pasa en América Latina. Muchos periodistas latinoamericanos se ponen corbata para escribir. Además se cree que hacer buen periodismo es emplear términos poco corrientes y presuntamente cultos.
¿Cree que se ha banalizado el oficio ahora que cualquier persona puede abrir un periódico en línea?
Se ha banalizado enormemente. Surgen cosas que se aceptan sin discutir como el periodismo ciudadano. Desde el punto de vista del negocio la industria editorial está muy mal. Hay una desesperación por buscar nuevos nichos de lectores y esa banalización es también el resultado de esa búsqueda.
¿Verne, de El País no es un ejemplo de esa banalización?
Verne es un ejemplo exitoso de eso. Un ejemplo hecho con prudencia, dignidad y con un grado de cultura razonable.