Ambos escritores fallecieron este 13 de abril. Günter Grass a causa de una infección y Eduardo Galeano por un cáncer pulmonar. Fotos: AFP/ EFE.
Además de la fecha de su muerte, Günter Grass (Danzing, Polonia, 1927) y Eduardo Galeano (Montevideo, Uruguay, 1940) comparten una forma polémica y crítica de haber pasado por la vida, desde su condición de escritores.
Ambos tuvieron una vocación política capital para las sociedades de las que se nutrieron y con las que les tocó convivir.
La sección Cultura del diario español El País los calificó de “testigos incómodos del siglo XX”. Y lo fueron. En el mismo diario, Manuel Rivas los aunaba ayer en el hecho de que el motor de su escritura se situaba en su conciencia, que era a la vez el contenedor de la memoria. Tanto el alemán (Grass era alemán) como el uruguayo miraban hacia el pasado para escrutarlo.
Ninguno de los dos estuvo exento de la polémica. A partir de los años 70, Galeano despertó pasiones entre los lectores de izquierda y los de derecha; él siempre se mantuvo junto a las causas de los primeros, incluso cuando se daba cuenta -y lo decía públicamente- de los excesos cometidos a nombre de dicha ideología.
En el caso de Grass, las polémicas se desataron, por ejemplo, cuando confesó su pasado al servicio de la SS -de muy joven- o por el poema que encendió la furia del Gobierno de Israel en el 2012 por un poema suyo, crítico de algunas acciones de aquel país.
Desde este 13 de abril, ambos escritores pasaron a la eternidad; y solo queda su literatura para determinar si su legado permanecerá o no.
Eduardo Galeano/Escritor uruguayo
Su obra inyectó ideas a toda una generación
De Eduardo Galeano seguramente se pueden decir muchas cosas, menos que su voz pasó desapercibida. El uruguayo influenció al menos a una generación en todo un continente, cuando hizo (en ‘Las venas abiertas de América Latina’) su muy personal recuento de lo que había pasado en la región desde la llegada de los españoles, y con él reforzó una mirada del mundo y una forma de estar en él para millones de personas.
Aunque con imprecisiones, “por falta de información”, como él mismo reconocería alrededor de 40 años después de publicado, ese libro se convirtió en la lectura de cabecera de millares de militantes latinoamericanos de izquierda. Quizá porque, como lo expresó este 13 de abril en su cuenta de Twitter la escritora mexicana Elena Poniatowska: “Eduardo Galeano puso en nuestras manos una historia de América comprensible y estremecedora”.
El autor uruguayo supo llegar con sus letras, siempre cálidas, nunca encumbradas ni crípticas, a un público ávido de respuestas, en las décadas cumbres de la Guerra Fría, en que el mundo se dividía en buenos y malos. Y los malos eran aquellos a los que Galeano denunciaba en ese libro (‘Las venas…’) que, como el escritor ecuatoriano Abdón Ubidia apunta, eclipsó de alguna manera al resto de su obra; convirtiéndolo en una especie de ‘Pope’ de los intelectuales y políticos de izquierda del continente.
De hecho, Cuba siempre encontró en él a un amigo. Sin embargo, esto no le impidió denunciar a inicios del nuevo siglo lo que consideró excesos cometidos por el régimen castrista en contra de disidentes de la revolución. También fue simpatizante del presidente venezolano Hugo Chávez (Venezuela, 1954 – 2013); y en marzo pasado recibió en su casa al mandatario boliviano Evo Morales, pese a su delicado estado de salud.
Desde muy joven se mostró interesado en la situación política contemporánea; por eso, como recoge el diario El País, de Uruguay, ya en los años 60 publicó ‘China 1964, Crónica de un desafío’ (1964), ‘Guatemala, clave de Latinoamérica’ (1967) y ‘Reportajes’ (1967).
Luego se adentró más en los territorios de la memoria y surgió su intento del gran recuento de la historia latinoamericana con ‘Las venas…’, que ha sido traducido a 20 idiomas y es el libro por el que más se lo conoce.
La influencia que ejerció el uruguayo durante al menos dos décadas no ha vuelto a tener parangón en la región. Kintto Lucas, periodista uruguayo radicado en Ecuador, lo confirma: “Ningún escritor actual tiene el impacto que tuvo Eduardo Galeano en su época. Eduardo fue mucho más allá de tratar temas de política y economía, Eduardo traspasó el ámbito cultural para ser un crítico social”.
Günter Grass/ Escritor alemán
El narrador que mostró las atrocidades de la guerra
En el 2012, Günter Grass, premio Nobel de Literatura 1999, publicó ‘Lo que hay que decir’, un poema en que acusaba a Israel de poner en peligro la paz mundial por la capacidad que tiene para producir bombas atómicas. Como respuesta a esta publicación, Israel le prohibió la entrada al país.
‘Lo que hay que decir’ fue uno de las últimos textos de un corpus narrativo que el escritor alemán siempre vinculó a su activismo político.
Desde la aparición de ‘El tambor de hojalata’, Grass delineó lo que sería parte de su impronta, mostrar las atrocidades y secuelas de la guerra.
En esta obra cuenta la vida de Oskar Matzerath durante la Segunda Guerra Mundial. Un niño que atraviesa momentos macabros y que, finalmente, a sus 29 años, es internado en un sanatorio.
Durante la Europa de posguerra, Grass se convirtió en uno de los personajes más importantes de la vida literaria y política.
En 1989, su activismo político llegó a Latinoamérica. Firmó una carta para que George Bush (padre) entablara un diálogo con Nicaragua. Años más tarde, fue criticó de la política implantada por George W. Bush. El escritor alemán creía que las decisiones del Presidente estadounidense amenazaban la paz mundial, sobre todo por lo que estaba pasando en la guerra de Iraq.
Por los mismos años, defendió al escritor británico Salman Rushdie cuando recibía amenazas del Gobierno iraní por la publicación de su obra los ‘Versos satánicos’.
El activismo político de Grass se vio en entredicho después de la publicación de su novela de memorias ‘Pelando la cebolla’ (2007) en la que cuenta que participó como soldado de la SS durante la Segunda Guerra Mundial.
En declaraciones posteriores, aseguró que su ingreso a las SS no fue voluntario. Durante ese período fue destinado a Dresde, donde sirvió en la Décima División Blindada Frundsberg, tenía 17 años.
En las últimas décadas, Grass participó en un gran número de debates relacionados a la política de su país. En 1990, fue contrario a la unificación alemana. En esos momentos declaró que la experiencia de los campos de concentración no se compara con nada y excluye la posibilidad de un solo Estado alemán. Él habría preferido una confederación de Estados alemanes. De esta postura se desprende su ensayo político ‘Alemania: una unificación insensata’.
Günter Grass murió convencido de que la diferencia esencial entre el siglo XX y el XXI está en que en el XX primaban diferentes ideologías -como el fascismo, el nacionalsocialismo, el comunismo y el capitalismo– y que al siglo XXI solo le quedó el capitalismo. Un capitalismo que, según él, se convirtió en irracional y se está autodestruyendo.