Ricardo Morla acredita casi 30 años de carrera en Guayaquil. Se graduó como cirujano en 1985 y en 1990 obtuvo su título en psiquiatría en la Universidad Javeriana de Colombia. Foto: Mario Faustos/ EL COMERCIO
Ricardo Morla Boloña es especialista en psiquiatría. La irracionalidad es consustancial al humano, pero en forma de violencia “es una falla evolutiva”, dice. Colectivamente es difícil regresar de ella.
Cómo abordar los opuestos racional/irracional. ¿Qué es o a qué llamamos irracionalidad?
Depende de la perspectiva desde donde queramos contestar, irracional podría significar un pensamiento o acción fuera de lógica, estructura, fondo o dirección. Cuando no se cumple con esos parámetros aparece el pensamiento ilógico y desestructurado, que rompe con la realidad. El pensamiento lógico se acompaña del juicio de la realidad, lo suficientemente estructurado como para llamarlo ‘normal’. Pero esto situando la respuesta en el punto de vista psiquiátrico.
¿En qué momento una persona o un colectivo pasan de la racionalidad a la irracionalidad?
Cuando rompes la lógica de tu pensamiento. A nivel personal en ese momento se toca el terreno de la psicosis, estás fuera de la realidad.
¿Y en un colectivo?
El enfoque de la psicología de las masas propuesto por la sicología social atribuía por ejemplo los levantamientos de la lucha de clases a la irracionalidad emocional y a su contagio en multitud, a través de un proceso de identificación que recae casi siempre en un líder, alguien que agarra la bandera y canaliza la energía de esa masa a través de una idea, de la palabra o de la acción. Teóricamente se ha barajado también la posibilidad de sugestión, ponderando el papel de un líder o de minorías con la capacidad de agitar para actuar de forma violenta o irracional.
¿Por qué los movimientos sociales pueden ser susceptibles a ese tránsito entre la reivindicación racional y legítima, hasta rayar en la sinrazón?
Quizás porque los cambios son vistos como amenazas que hay que combatir. Los grupos se ven obligados a hacerse más extremos. Las dos tendencias se enfrentan y la intransigencia y las posturas irracionales escalan de lado y lado. Es el estilo arcaico, desde las cavernas estamos así. En el tema del aborto, por ejemplo, algo tan personal e íntimo para las mujeres, creo que lejos de plantearse en términos religiosos o penales, debería ser una elección de las mujeres sobre su cuerpo. Y entiendo lo irracional que pueden parecer para las mujeres esas “verdades” de la Iglesia y las leyes, porque a ellas nadie les ha preguntado. La irracionalidad y la violencia provienen de ambos bandos.
¿El tema está relacionado con nuestra capacidad de conocer o no ‘la verdad’?
Con la percepción que cada uno tiene de la verdad, porque existen un montón de verdaderas y los seres humanos podemos tener razón en función de la perspectiva. Un ejemplo es el de una madre con su hijo en la calle, a la que se le escapa el niño en el tráfico y un bus lo atropella. El impacto de la desgracia la puede impulsar a elaborar lo ocurrido de distintas formas, a través de la negación -una verdad para ella en ese momento de dolor-, a través del grito desesperado y el impulso por recoger el cuerpo; una tercera reacción sería por ejemplo morirse de risa, que sería escoger la locura como una forma de defenderse.
Cuando se sobrepasa el límite, ¿se puede regresar de esa irracionalidad?
Hay sujetos que se quedan prendidos y viven en ella. Pero la irracionalidad es momentánea para la mayoría, un vehículo desesperado para conseguir un propósito. Esta madre que pierde a su hijo debajo de las llantas de un camión no está lista para asumir la realidad de una pérdida, pero no significa que se va a quedar en las nebulosas el resto de su vida. La racionalidad tampoco es para siempre, estamos entre ellas, yendo y viniendo.
¿Cómo se regresa de esa irracionalidad?
En lo clínico, es diferente alguien que busca ayuda porque no puede dormir a causa de sus múltiples problemas que un sujeto que piensa que un vecino inexistente lo está espiando y le está tirando piedritas toda la noche. Esa irracionalidad casi nunca tiene retorno, podemos aplacarla con medicamentos. Pero a nivel personal uno se puede redescubrir estando atento a esas pulsiones de irracionalidad, cuestionándose e interpretándolas puedes aprender sobre ti mismo.
La terapia es eso, ¿al hablarle al médico el paciente se entiende así mimo?
El principio básico de la psicoterapia es el entenderse simplemente porque estás enunciando de forma externa un problema interior, lo estás verbalizando y al verbalizarlo se te hace tuyo, toma otro aspecto y otras dimensiones.
¿Y cómo retornan los colectivos de esa sinrazón?
Es más difícil, porque en la masa las relaciones se subliman y desvían. Cuando el pensamiento se masifica se vuelve ingobernable. Y le toca a cada individuo reflexionar sobre sus posturas y procederes, la responsabilidad recae también en los líderes que se supone tienen respuestas más apropiadas, que son individuos que deberían manejar mejor la realidad.
¿Lo irracional constituye la base del espíritu humano y del ser, como lo pregonaba el irracionalismo?
Es consustancial al ser humano. Creo que la violencia irracional, por ejemplo, es una falla de la evolución. Pero tenemos que tener en cuenta que nominar algo como irracional implica de inmediato un punto de comparación. ¿Es irracional frente a qué, frente a lo establecido, a lo aceptado, al pensamiento dominante?
¿Cree que en lo irracional habría también una forma de conocimiento?
Tendríamos que ser lo suficientemente inteligentes para permitirle al otro explicarse, si se lo impedimos estaríamos cometiendo un error. Dentro de esa irracionalidad que está gritando x cantidad de gente en el planeta hay una verdad que quizás solamente ellos perciben. Siempre el otro tiene algo que enseñarte algo que no sabes, una forma de ver las cosas diferentes.
En un mundo de posverdad o mentira emotiva, donde los hechos fácticos son relativizados de forma ideológica ¿estamos renunciando en gran medida a la posibilidad del conocimiento objetivo?
La política y la religión nos abocan a ciertas irracionalidades, porque son discursos que a menudo se escudan en fundamentalismos, sea la figura o en los mandatos de un Dios o en principios de derecho incuestionables. Y en realidad son solo palabras…
¿Quiere decir que lo racional o lo irracional pueden ser solo lo que convenimos como sociedad?
Sí, pueden ser también unas convenciones. Como sociedad convenimos en darle valor a ese billete de papel que no vale nada o que representa en realidad una fracción mínima del valor que le atribuimos. Lo racional puede ser también un acuerdo, pero es un acuerdo que se puede romper en cualquier momento. Y no por ello necesariamente pasa enseguida al plano de lo irracional, simplemente muda en otra forma de pensar.
¿En ese romper el pacto está la semilla del progreso de las ideas?
Exacto. A veces en lo que puede ser irracional para alguien puede estar la semilla de la evolución del pensamiento o de la sociedad. Lamentablemente, la historia nos enseña que cada logro como civilización se ha alcanzado a punta de sangre. Y eso no tiene por qué ser así, creo que esa no es la única forma de obtener el cambio. Hay otras formas, como el diálogo. ‘Hablemos, lleguemos a un acuerdo’, pero lamentablemente es difícil hoy en día.
¿Ahora más que nunca priman sobre la razón la voluntad, el instinto, la intuición, las fuerzas e impulsos más ciegos e inconscientes, que predicaban los irracionalistas?
Hace mil años la guerra irracional era lo común, creo más bien que allí entra un factor moderno: la comunicación. Hoy en día sabemos lo que ocurre en Washington, en Siberia o en Taiwán al instante, eso nos da la sensación de cercanía, de inmediatez. La violencia irracional ha sido históricamente un motor del cambio, que ya deberíamos haber superado. El diálogo es para mí ese otro motor, en la medida que es el intercambio de ideas para conformar una mejor.