Cortesía: Gustavo Santaolalla
El anuncio de la llegada de Gustavo Santaolalla a Quito no ha pasado desapercibido. Luego de que la Secretaría de Cultura del Municipio confirmara su participación en una clase magistral (hoy, 20 de septiembre del 2018) y en un concierto (mañana, 21 de septiembre del 2018), sus fanáticos han abarrotado la página web de la institución, tras un tique para verlo en vivo.
Antes de su aterrizaje en la capital, el músico argentino ha hablado con este Diario sobre el proceso detrás de sus canciones, así como su incursión en el mundo de las bandas sonoras de videojuegos.
¿Cómo sientes que has evolucionado desde ‘Arco Iris’ hasta ‘Raconto’ en la parte musical?
Ha sido una vida de música. Yo empecé a realizar profesionalmente discos a los 16 años con ‘Arco Iris’, y ahora ya tengo 67 años encima. Creo que obviamente mi evolución ha sido para adelante, dejando de lado la nostalgia, incluso en ‘Raconto’, donde recopilo mis obras más emblemáticas. Nunca tuve un proyecto solista en vivo, y lo que me atrae de este último disco es que es música en vivo. Siento también que hay una atemporalidad en el disco: no miro hacia atrás en mi música, sino que es un parar para ver qué es lo que he hecho. A partir de entonces he reflexionado que algunas canciones que compuse a los 18 años suenan remodernas. De hecho, ahora miro que el álbum de ‘Arco Iris’ contiene el mapa de lo que va a ser mi carrera; ahí descubro la música de las películas, lo que será mi producción en videojuegos, lo que seré en estos años.
¿Fue fácil asumir el reto de la música para videojuegos, pero manteniendo esos sonidos propios de los acordes latinoamericanos?
El tema de la identidad es una cuestión que me sigue desde pequeño. Siempre he estado en la búsqueda de quién soy y por qué lo hago. Yo sé que hay unas cosas más evidentes en mis canciones, con ritmos como el 6×8 en unas canciones y el uso del ronroco. También me ha influenciado la guitarra de Atahualpa Yupanqui, a quien he admirado desde muy pequeño.
¿Cuáles son las grandes figuras que han marcado tu forma de hacer música?
A mí me encantan compositores de películas, pero no necesariamente porque son de mi estilo, sino porque proponen algo nuevo. Nino Rota, Enrico Morricone, por ejemplo, son compositores que hacen algo original.
¿Es fácil ofrecer música que suena a América Latina en la industria de Hollywood?
Creo que lo mío tiene una característica original. No me considero un compositor cuyas obras están enraizadas en el círculo cinematográfico hollywoodense. Más bien, prefiero ese otro cine que busca contar una historia que se aleja de lo comercial. Una muestra de ello es ‘El secreto de la montaña’. No descarto que pueda hacer una composición para otro cine, pero ya he rechazado propuestas de este tipo.
¿Cómo sentiste tu regreso a la industria musical de los videojuegos?
Me encantan los nuevos desafíos y no quedarme en la zona de confort para seguir repitiendo lo que ya me funciona. Mi pensamiento ha sido claro en siempre estar presente en las cosas nuevas, y los videojuegos son sin duda una industria que se renueva constantemente. Con ‘The Last of Us 2’ me he podido conectar con una audiencia de chicos muy jóvenes y quienes buscan otras cosas. Con ellos se ha abierto otro camino para que conozcan mi trabajo, en primera instancia por el videojuego y luego hacia Bajofondo y mis otras producciones.
¿Qué quieres presentar en Ecuador?
Quiero mostrar mis canciones. Unas son nuevas, otras forman parte de mi repertorio más conocido. Hay una frescura en el show porque no quiero que haya nostalgia sino novedad. Me gusta Ecuador, por lo que quisiera poner en mis planes anuales hacer un recorrido por el país para conocer sus ritmos, sus paisajes, algo que pude hacer ya con la Orquesta de Instrumentos Andinos.