Demostraciones de bailes folclóricos afros fueron parte de este encuentro. Los bailarines acompañaron en la presentación de artistas locales. Foto: Mario Faustos/EL COMERCIO
Instrumentos musicales como el bombo, el cununo y el yembe. La diversidad de colores en su vestimenta como los faldones amplios y largos y pantalones de tela remangados.
Estos elementos característicos del pueblo afro se mostraron en el I Festival Multicultural Ubuntu que se desarrolló en Guayaquil y que busca institucionalizarse en la urbe. La causa: es la ciudad con la mayor población afro en el país.
El evento se desarrolló el sábado en la cancha principal del Centro Cultural Juanito Bosco de la cooperativa Nigeria de Isla Trinitaria, en el suroeste de la urbe porteña. El organizador fue la Hostería África Mía.
El acto se inició con un ritual en el que se recordó a los primeros africanos que llegaron a territorio ecuatoriano. Se colocó un arreglo floral en la cancha del lugar, acompañado de dos mapas: uno de Ecuador y otro del continente africano.
El primer grupo de baile usó el canalete, la atarraya y la batea que usaban las mujeres para lavar el oro. Pero más allá del folclor, la jornada resaltó la tradición de la comunidad negra de la ciudad y exigió la reivindicación de sus derechos a través de diversas actividades en materia de salud, educación y trabajo.
Abel Dimanche, director del Centro Cultural Afro, refirió que se busca reafirmar la lucha para que la riqueza afro no sea visibilizada solamente como danza, marimba o gastronomía. “Hay otras potencialidades del pueblo, en lo intelectual, histórico y artístico”.
Dimanche es africano, llegó hace 10 años a Guayaquil para apoyar la causa del reconocimiento de los afrodescendientes. Él resaltó la importancia de la declaratoria del Decenio que, dijo, debe empujar al Gobierno a comprometerse a cumplir los tres ejes: reconocimiento, desarrollo y justicia.
Sonnia España, activista de esta colectividad, resaltó que el I Festival fue denominado Ubuntu porque significa ‘yo soy porque todos somos’ y constituye la unidad del pueblo. Se lo organizó para recordar a los 17 afrodescendientes que llegaron en condiciones de esclavos y cuya embarcación encalló en Esmeraldas.
“Esos cimarrones huyeron despavoridos al monte y nunca fueron esclavizados, más bien ahí formaron sus palenques, sus palizadas y su proceso de libertad. Hoy reivindicamos la historia”.
Precisó que este tipo de actos se hacen en Esmeraldas, todos los años, pero ahora se replicó en Guayaquil para meter la historia “en la memoria colectiva”. Se estima que más de 320 000 afrodescendientes habitan en la urbe porteña, la mayoría de ellos, en el sur.
En la Isla Trinitaria funciona una boutique en la Hostería Comunitaria África Mía. Ahí se venden telas para elaborar vestidos y camisas.