En la galería Yutsu Sara, en la comuna Peguche, Otavalo, Túpac Jimbo, Manai Kowii y Yauri Muenala. Foto: José Luis Rosales/ EL COMERCIO.
A Manai Kowii su abuelo le contó que el sumak ruray, en la cosmovisión indígena, representa trabajar bien. En algunas comunidades de Imbabura este vocablo kichwa también simboliza hacer el bien en conjunto e incluso ser honesto.
La artista plástica, de 25 años de edad, que actualmente cursa una maestría en Estudios Culturales, desarrolla una investigación académica sobre el sumak ruray en el país. “Es un trabajo que se alimenta de la colectividad y de los conocimientos de las comunidades”.
Bajo esa visión, una decena de artistas de diferentes nacionalidades indígenas del Ecuador crearon el Colectivo de Arte Kichwa Sumakruray.
La agrupación nació hace tres años para, entre otras cosas, compartir experiencias que les permitan visibilizar sus propuestas artísticas. Cada uno con su personalidad, técnica y discurso visual de una obra compone este ayllu (familia, en español), explica Yauri Humberto Muenala, integrante del grupo.
“Los artistas kichwas somos parte de una cultura, un pueblo, una comunidad y una familia, en donde tenemos una responsabilidad no solo con nuestro trabajo, sino además con hacer bien las cosas”.
Para José Luis Macas, otro miembro de Sumakruray, su relación con este grupo se basa en la afinidad de reflexionar y plasmar prácticas visuales, sonoras, corporales…
Considera que es necesario poseer una voz propia dentro de la trama cultural andina del país. Esta expresión debe tener en cuenta aspectos históricos, estéticos, espirituales y culturales. Es decir, es un tejer de voces colectivas que fluctúan entre la ciudad y el campo.
Hasta el momento, el grupo ha desarrollado cuatro exposiciones múltiples en Otavalo, Cotacachi, Ibarra, Imbabura y en Quito. La última muestra titulada ‘Estados de Excepción’ se presentó en el espacio Arte Actual de la Flacso.
Esta instalación, que incluyó un encuentro con artistas nativos de Guatemala, mostró temáticas relacionadas con el ritual, la limpia, el territorio. Las obras se plasmaron en arte objeto, video y performance.
Luis Ugsha, en cambio, le apuesta a mantener vivo el legado de los antepasados, taitas y mamas, transmitiendo los relatos en las obras pictóricas. “La colectividad permite influir y convivir con el pensamiento de cada persona, que busca demostrar su arte a través de los colores y pinceles”.
Se trata de un proceso colectivo. En estos espacios, varios artistas pueden activar un proceso social y enriquecer la propuesta de arte, explica Túpac Amaru Jimbo, artista plástico. “Dos o tres personas, con afinidades de pensamiento, pueden activar distintos procesos sociales y enriquecer la actividad cultural”.
Igualmente, Yauri Muenala señala que buscan espacios donde puedan tener resonancia las propuestas indígenas. Pero, a la vez, esperan que el arte les permita solventar sus vidas individuales y colectivas.
“Si bien hay lenguajes universales que pueden entenderlos, hay otras expresiones particulares que no han sido exploradas, sino excluidas”.
Uno de los objetivos de esta agrupación étnica es que se reconozca a las prácticas artísticas de la cultura kichwa bajo el apelativo del sumak ruray. Ese, al menos, es el debate que suscitan estos virtuosos de pueblos originarios. De esta manera, los artistas plásticos indígenas incursionan en el escenario cultural ecuatoriano con voz propia.