Los cuerpos de ocho niños son buscados en Moradillas

En el canton El Chaco, los rescatistas realizaron el recorrido por el río Oyacachi y el Quijos en busca de los niños  que desaparecieron el 15 de junio en un accidente. Foto: Alfredo Lagla / EL COMERCIO

En el canton El Chaco, los rescatistas realizaron el recorrido por el río Oyacachi y el Quijos en busca de los niños que desaparecieron el 15 de junio en un accidente. Foto: Alfredo Lagla / EL COMERCIO

En el cantón El Chaco, los rescatistas realizaron el recorrido por el río Oyacachi en busca de los niños que desaparecieron el 15 de junio en un accidente. Foto: Alfredo Lagla / EL COMERCIO

En las plazas, negocios e iglesias de El Chaco solo se habla de los niños. Todos oran para que sus cuerpos aparezcan.

Los estudiantes usan lazos negros sobre los uniformes y a través de la radio se difunden mensajes de solidaridad para las familias de los menores.

Los niños cayeron al río Oyacachi cerca de las 07:00 del miércoles, cuando se dirigían desde El Chaco a la Unidad Educativa del Milenio, en Santa Rosa. Un día después del hecho, nadie tiene la esperanza de que aparezcan con vida.

Incluso los familiares de los pequeños solo desean que el río, así como se los llevó, los haga emerger y puedan darles cristiana sepultura. Yolanda García y su esposo Atilo Guapi perdieron a sus dos únicas hijas: Giomara, de 5 años, y Erika, de 12. La menor de las dos fue la primera en ser encontrada.

Pero faltan todavía ocho niños más, entre 4 y 14 años.
Giomara es velada en el coliseo de El Chaco, donde decenas de vecinos han acudido, mientras que el cuerpo del chofer es despedido en la casa de sus familiares. Ellos han preferido no hablar.

Por ahora, todavía no se conocen las causas del accidente, pero el hecho movilizó a todos.

El Comité de Operaciones de Emergencia (COE) está activo y ese organismo dijo que la camioneta doble cabina blanca en donde se movilizaban los pequeños perdió pista y se precipitó al río. La fiscal Judith Robles indicó que al cadáver del conductor se le tomaron muestras de sangre y de orina para determinar si había ingerido, por ejemplo, licor.

El Servicio de Investigación de Accidentes de Tránsito también investiga. Mientras tanto, el COE coordina la búsqueda de los niños con ocho equipos de bomberos, policías, militares. Además, hay voluntarios. Son los propios familiares, padres de los compañeros de colegio y vecinos.

En el caso de las hijas de Yolanda García, la mitad de la familia asistió al velatorio y la otra mitad buscaba a Érika.

Yolanda no ha podido ir al río, pues ayer, 16 de junio, recién recibió el alta del Hospital de Baeza. Tuvo que ser trasladada de emergencia a ese centro, luego de que sufriera de una crisis nerviosa y le subiera la presión al enterarse lo de sus niñas. Aún convaleciente y en una silla de ruedas asistió el velatorio.

Sus hermanas la abrazaban y le secaban las lágrimas con pañuelos. “Mis hijas eran todo, educadas, buenas estudiantes. Ahora nos quedamos solos”, comentó el padre.

Atilo Guapi recordó que el miércoles, 15 de junio, las niñas se alistaron para la escuela desde las 06:00, una hora antes de que pasara el recorrido. Desayunaron, se peinaron, tomaron sus mochilas y pidieron un beso y la bendición de su madre. Salieron de casa, pero no regresaron. Se estima que el vehículo se precipitó cerca de las 07:30.

Una hora después, a las 08:30, las madres de otros niños que iban en la misma camioneta alertaron por celular que ellos no habían llegado a la escuela. Mayra Chasipanta se enteró por teléfono que el carro en la que iba su sobrino, Carlos Daniel, de 4 años, había tenido un accidente.

Cuando le confirmaron que cayó al río tuvo un mal presentimiento. “Las aguas son bravas, solo de imaginarme allí a mi negrito, tan pequeño y sin saber nadar, pues ya supe que estaría muerto”, cuenta.

Elba Herrera lleva 24 horas sin comer y sin dormir. Unas marcadas ojeras y los ojos rojos muestran que toda la noche lloró por su hija Jamileth, de 6 años. “Solo quiero que descanse en paz”, dice antes de volver a romper en llanto.

Su familia le ayuda en la búsqueda. El primer día se quedaron hasta las 19:00 y caminaron más de seis horas por las orillas de los ríos Oyacachi y Quijos.

“Nosotros encontramos a la niña Giomara, allá en Moradillas. Pensamos que era Jamileth, porque son de la misma edad; estaba bocabajo y hecha un moño”, dice Narcisa Fuentes, abuela de la pequeña. “Los bomberos nos dijeron que no la toquemos, que ellos ya iban, pero cómo íbamos a dejar ahí, para que se la lleve el agua”.
Ella prestó su camioneta para movilizar a los voluntarios, quienes juntos con los equipos del Estado recorrieron ayer, 16 de junio, más de 30 kilómetros por las orillas del río Oyacachi.

Este afluente se convierte más adelante en el río Quijos y su caudal aumenta. Los socorristas también se desplegaron por los ríos Santa Rosa y Salado. Las zonas donde hay más posibilidad de hallar los cuerpos son Moradillas, donde se descubrió el cadáver de Giomara, y las aguas tranquilas del embalse, donde se unen los ríos Oyacahi y Salado, cerca de la planta hidroeléctrica ­Coca-Codo Sinclair.

Allí se forman remolinos y una especie de laguna donde se depositan palos y piedras.

Los familiares tienen la esperanza de que allí estén los niños. Pero hay condiciones desfavorables. El caudal del río aumentó en 1,5 metros por la fuerte lluvia de la madrugada.

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