Las unidades no están llenas y se cumple el distancimiento físico. Foto: Lineida Castillo / EL COMERCIO
En los cuatro meses de operación gratuita, el tranvía de Cuenca viajaba lleno y era motivo de preocupación, porque se no cumplía con el distanciamiento social. Pero desde el martes pasado (22 de septiembre del 2020), que empezó el cobro del pasaje, la demanda bajó.
Las 12 unidades que funcionan a diario llevan pocos pasajeros. La directora del Proyecto Tranvía, Carolina Ormaza, confirmó esa disminución. “No hay cifras de los pasajeros que usaban en el servicio de forma gratuita, porque no había transacciones”.
El martes pasado hubo 9 223 pasajes registrados y antes de la pandemia se tenía proyectado movilizar 39 000 al día. Según Ormaza, el descenso obedece a que los usuarios no tienen un conocimiento total del manejo del sistema de pago.
Hace más de un mes, el Proyecto Tranvía puso en el mercado 50 600 tarjetas electrónicas para el pasaje, y hasta ayer 25 de septiembre se habían entregado 12 000. Los usuarios son diversos, pero principalmente son amas de casa y trabajadores. También, hay contados turistas nacionales y extranjeros.
Otra razón para la reducción, dijo Ormaza, es el pago de una multa de USD 120 por no cancelar el pasaje y “la gente no se atreve a usar el tranvía hasta familiarizarse”. Se realiza una campaña sobre la sanción.
“El comportamiento de la mayoría de los usuarios es muy bueno. Son respetuosos, atentos y con sentido de pertenencia por la obra”, dijo Pablo Ochoa, uno de los inspectores.
Una persona, con un megáfono, da información al pasajero. “No es nuestra intención sancionar sino que los usuarios utilicen de forma correcta el tranvía”, explicó Ormaza.
Por esta razón, continuarán con la fase de formación ciudadana hasta que la mayor parte de la población está capacitada para usar el sistema.
Otro desconocimiento ciudadano es cómo funcionan los buses urbanos que hacen de alimentadores, que son parte del sistema integrado de transporte.
Desde el martes pasado, la línea 100 (Baños-Ricaurte) se convirtió en alimentador hacia las paradas norte (Milchichig) y sur (Río Tarqui) del tranvía.
Por ejemplo, si un usuario sale de Baños en el alimentador llega a la Río Tarqui. Allí recibe un tiquete para que continúe su viaje en el tranvía; lo debe conservar durante el recorrido, porque en cualquier momento puede ser solicitado.
Lo mismo ocurre en el norte, con el alimentador que viene desde la parroquia Ricaurte hasta la parada Milchichig. En ambos casos, el pago lo hacen en el primer medio que usan.
Para la segunda fase del servicio integrado de transporte público, que se prevé para inicios del 2021, deberá estar lista la unificación tecnológica, acuerdos económicos sobre los ingresos que tendrá cada servicio y la reorganización de las rutas de transporte urbano.
Es decir, la misma tarjeta del bus servirá para tomar el tranvía. En la actualidad, el pasaje íntegro se queda con el medio de transporte que el pasajero empleó primero. De los 9 223 usuarios registrados el martes, 5 422 pagaron al tranvía y el resto, a los alimentadores.
El viaje en los buses alimentadores cuesta USD 0,30, mientras que en el tranvía existen tres tarifas. La primera es la multiviajes, que es una tarjeta personalizada y cuesta USD 0,30, pero siempre y cuando compre más de cinco pasajes en conjunto y los utilice dentro de los siguientes 15 días.
La segunda es la normal de USD 0,35 con tarjeta electrónica, que es intransferible; y la tercera es el boleto, que cuesta USD 1, y es para turistas. En todos los casos se aplica el medio pasaje para niños, adultos mayores y personas con capacidades especiales.
Por ahora, los cuencanos usan más el transporte urbano, aunque en ese servicio hay un descenso de pasajeros por miedo al contagio del covid-19.
“No nos recuperamos, pese que no hemos tenido contagios masivos de coronavirus de conductores”, dice Manolo Solís, presidente de la Cámara de Transporte. Los 475 buses son desinfectados todos los días, antes de cada jornada.
En las unidades del tranvía lo hacen al finalizar cada recorrido, en Milchichig. Allí se fumiga con la denominada niebla sanitizante, que no es tóxica y se adhiere a todas las superficies. Además, en las unidades se colocaron sellos pasando un asiento para asegurar el distanciamiento.
Cada unidad puede transportar hasta 286 pasajeros, entre sentados y parados. Aún no se ha establecido el aforo, por la pandemia del covid-19.