La Habana. AFP
El presidente de Cuba, Raúl Castro, relevó al jefe del Banco Central, Francisco Soberón, quien manejó las finanzas de la isla por 15 años, en momentos en que ejecuta un férreo plan de austeridad y control ante el impacto de la crisis internacional y la ineficiencia de la economía interna.
Soberón, de 65 años y quien pidió su reemplazo para dedicarse al estudio, es después de la sonada destitución del vicepresidente Carlos Lage el cambio más relevante en el equipo económico, que, como parte de una reestructuración profunda del Gabinete realizada en marzo, implicó a unos siete ministerios.
Autor de la consigna “Ahorro o muerte” que el Gobierno adoptó como línea que seguir sin titubeo desde el 1 de junio, el funcionario, a quien reemplazará el economista Ernesto Medina, tuvo un activo papel en la centralización económica que emprendió Fidel Castro en 2003 y en las maniobras para multar y ‘devaluar’ al dólar estadounidense.
Su salida del Gobierno se produce en una coyuntura sensible para la isla, cuya economía, urgida de divisas, enfrenta los embates de la crisis internacional: los ingresos por turismo disminuyeron 12%, el precio del níquel -principal producto- cayó 50% y las ventas de tabaco, 13%.
A esto se sumó el arrastre de problemas propios de la economía cubana, controlada en un 95% por el Estado, por la ineficiencia productiva, la burocracia, el gigantesco mercado negro nutrido por robos de recursos estatales y el rendimiento de la fuerza laboral, desmotivada por los bajos salarios de USD 17 al mes de promedio.
Ya el gobierno de Raúl Castro había ordenado un programa de ajuste para enfrentar las pérdidas de USD 10 000 millones que dejaron tres huracanes en 2008, y que afectaron con rigor la agricultura, que decreció 7,3% en el primer trimestre, en un país que importa el
80% de los alimentos y tenía un 50% de tierras subutilizadas.
La situación llevó al Gobierno a bajar su meta de crecimiento económico del 6% al 2,5% para 2009 y a poner en vigor un estricto programa de ahorro de recursos y de energía, hasta ahora en los centros estatales, bajo la advertencia de un retorno de los apagones. Y lanzó una ofensiva contra los negocios ilegales.