El presidente Rafael Correa cumple hoy 47 años. Pero todo indica que no habrá festejo en Carondelet.
Lo mismo sucedió el año pasado. En el 2008, los niños de la Escuela Daniel Palacios, de Guarumales, en el Cañar, le obsequiaron un pastel por su cumpleaños.
Hace tres, sus ministros se encargaron de hacerle un homenaje. Fue una fiesta pequeña.
Hasta el cierre de esta edición, no se vio ningún preparativo para el cumpleaños del Primer Mandatario. Quizá no tenga tiempo para festejos. Galo Mora, secretario particular del Presidente, solo afirmó que la agenda de hoy será similar a la de todos los días, con reuniones de trabajo y actividades de despacho.Los tres años en la Presidencia han marcado un cambio en su apariencia y en su carácter. Su cabellera luce menos poblada y canosa. También ha subido de peso.
Pero no solo su físico ha cambiado. Pablo Dávalos, quien fue su subsecretario en el Ministerio de Economía en el gobierno de Alfredo Palacio, considera que el hombre cordial y amigable que conoció cambió con el poder.
“Ahora es otra persona. No escucha a nadie”, sostiene. Dávalos asegura que el Mandatario se basa en lo que lee cada día en los periódicos o en que le ve en noticieros (aunque el Mandatario sostiene que rara vez mira televisión y le interesa poco los diarios).
Dávalos también recuerda que hace cuatro años Correa era aún un hombre sencillo y dice que se ha distanciado porque no aceptó críticas durante la campaña electoral, que le llevó por primera ocasión a la Presidencia en el 2006.
Un criterio opuesto tiene Gustavo Larrea. Él lo conoció en el 2005, antes de la campaña para la Presidencia y fue parte de su Gobierno hasta el año pasado. “Siempre ha sido un hombre alegre, con mucho sentido del humor, le gusta el canto y tocar la guitarra”.
Lo que sucede, según su criterio, es que Correa sí ha sido golpeado por el ajetreo de la vida políti-ca. Pero eso no ha cambiado la esencia de su personalidad. Al parecer, Correa tampoco tiene tiempo para sus amigos. Larrea vio al Mandatario de cerca por última vez el año pasado.
En las últimas semanas, al Presidente casi no se lo encuentra por los pasillos del Palacio de Carondelet. Está en su despacho y prefiere tener contacto con sus más cercanos colaboradores.
Las periodistas que hacen la cobertura noticiosa en la Presidencia también coinciden en que cambió su forma de ser.
El 8 de marzo del 2007 ofreció un desayuno para las comunicadoras en un tono de camaradería. Pero esa fue la última vez que el Presidente tuvo el gesto de cordialidad con ellas.
También recuerdan como anécdota cuando el Presidente supervisaba en persona la remodelación del área de Prensa Externa.
Ahora, Correa prefiere hablar solo en actos públicos. Ninguna de las personas que trabaja directamente con él quiso dar declaraciones. Su carácter explosivo es evidente cuando en las cadenas reprende a algún colaborador que no cumplió bien su tarea.
Tampoco se lo ha visto en actos oficiales con su esposa Anne Malherbe y con sus hijos, Sofía, Dominique y Miguel. Aunque cabe recordar que el Presidente siempre ha querido mantener a su familia lejos de la exposición mediática.
En su último enlace sabatino, Correa comentó que había visitado el Colegio La Condamine, donde estudian sus hijos, para asistir a una ceremonia especial. Pidió no ser tratado como el Presidente sino como padre de familia. Cuando asumió su segundo período presidencial, dijo que hará todo lo posible por tener mayor tiempo para compartir con su familia y sortear ciertos actos públicos.
En el homenaje que se realizó por el Día de la Mujer, Correa asistió con su madre, Norma Delgado, y no con su esposa. Los detalles sobre su vida familiar son un tema que no se comenta en el Palacio de Gobierno.
De hecho, Fernando Alvarado, secretario de Comunicación, asegura que al Primer Mandatario no le gusta hablar de su vida privada. Lo que sí se puede comprobar es que los lazos con su hermano mayor, Fabricio, se rompieron.