Se cumplen ya tres años del gobierno marca Correa y luego de la celebración de Ambato se iniciará el siguiente. Antes a estas alturas se decía que el cuarto era el “último año” del gobernante, aunque luego se instaló en el país la mala costumbre de tumbar a todos los que se atrevían a subir. Hoy han cambiado los términos y se puede hablar del fin del tercer año del correísmo y primero de lo mismo o algo por el estilo.
Con el añadido de que buena parte de la oposición jura que no reincidirá en los intentos de desestabilización que tan entusiasta y eficientemente funcionaron en los tiempos de Abdalá, Mahuad y Lucio. No, señor. Hoy el Gran Jefe de turno está doblemente elegido -¿reelegido?- para siete años y faltan cuatro. Esa es la realidad, guste o no, que será festejada en la avenida Cevallos de la capital de las frutas y las flores por los hinchas de la revolución ciudadana. Se nos viene, pues, el cuarto año de la era o sea el primero del nuevo calendario. Todo está más o menos claro. ¿Verdad?
Los balances de los tres primeros años aceptan el impulso gubernamental en varias áreas, entre ellas educación, salud y algunos sectores de obras públicas, así como el interés por atender los requerimientos del mayor número posible de regiones y ciudadanos. Y lamentan, por cierto, entre otras cosas, las cifras del desempleo, las sorpresas de los apagones, el gusto por la confrontación.
Hay expectativa sobre varios temas, comenzando por el desen- lace de los proyectos de ley que están en trámite. Los adivinos –perdón, encuestadores- nos dan diversas versiones. Santiago Pérez anota que un 59% dijo el 15 de diciembre que el balance del Gobierno es positivo y el 39% que es negativo. El otro Santiago da un virtual empate a fines de diciembre. El Gran Jefe dice que sigue dispuesto a dar nuevas palizas si alguien hace el favor de invitarle a las urnas, ras, ras.
El caso Ley de Comunicación se movió más en el último trimestre, luego de ser el preferido por el Jefe, sobre todo en sus 154 cadenas sabatinas, con una ofensiva entusiasta y total, incluyendo espacios para su canción favorita –¡mienten!-, alusiones a los omotos e imitación de las voces periodísticas más odiosas.
Lo último es el acuerdo de los jefes de bloque en pos de una ley ejemplar en el ámbito latinoamericano antes que una ley sancionadora, como sugerían los famosos proyectos. Pero hay dudas sobre el desenlace, aunque en los últimos días el Gran Jefe ha tenido gestos interesantes, entre ellos un elogio al Corcho y una flexibilización en dos puntos. El final de este tema dará una pauta sobre los próximos cuatro años. Están en trámite otros proyectos de ley que se refieren a materias que, en realidad, merecen reformas en el país, especialmente en el campo de la educación. Conviene revisar los puntos con exageraciones y evitar las tendencias a las concentraciones de poder. En fin…