La crisis también golpea a centros de menores infractores

En el Centro Virgilio Guerrero (Quito) se imparten talleres de prevención de drogas.

En el Centro Virgilio Guerrero (Quito) se imparten talleres de prevención de drogas.

En el Centro Virgilio Guerrero (Quito) se imparten talleres de prevención de drogas. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO

La crisis que vive el sistema de rehabilitación social también topa a los 11 Centros de Adolescentes Infractores (CAIS) que operan en el país. Una de las falencias es el tratamiento que reciben los chicos que tienen adicción a las drogas. Luego de conocer la situación, la Defensoría del Pueblo asegura que la atención es ‘limitada’.

Informes de la entidad advierten que los jóvenes no reciben tratamiento “constante y permanente”. Acuden una o dos veces por semana a los centros, pero la Defensoría cree necesario que por los requerimientos existentes, el personal debe permanecer en esos lugares todos los días.

Advierte que esto obedece a la falta de psicólogos que debe proveer el Ministerio de Salud.

Esa cartera de Estado reconoce que por la cantidad de adolescentes con adiciones registrados en todos los centros impide dar tratamiento personalizado y permanente y que por eso recurren a terapias grupales. Entre enero del 2018 y junio de este año se registraron 318 adolescentes con adicciones a las drogas y al alcohol. Esto representa el 48% de todos los internos.

Yomaira consumía cocaína y marihuana desde hace cuatro años. En septiembre del 2018 ingresó al Centro de Adolescentes Infractores de Guayaquil. Fue diagnosticada con adicción y permaneció en tratamiento durante seis meses.

Un caso similar ocurrió en el CAI de Esmeraldas, en 2018. Pablo recibió tres meses de tratamiento con un psicólogo y tres meses estuvo internado en un hospital. Él consumía diferentes tipos de sustancias desde hace un año y medio.

Los especialistas que laboran actualmente deben dar, por ejemplo, terapias individuales. Pero por el déficit de personal solamente lo hacen con personas en estado crítico.

Los directores de los CAI también están obligados a que los jóvenes participen en actividades deportivas o lúdicas, para evitar que recaigan.
Por ejemplo, en el Centro Virgilio Guerrero, en Quito, los psicólogos, policías o educadores dan talleres para prevenir el consumo de narcóticos una vez por semana.

Las charlas comienzan a las 19:00. El miércoles de la semana pasada, alrededor de 25 adolescentes infractores asistían.

El capacitador comienza con una dinámica grupal y luego les pide que se sienten en círculo y les pregunta su estado de ánimo, para seguir.

Luego viene la segunda parte. Les habla, por ejemplo, sobre las causas del consumo de drogas y cómo afecta a sus relaciones personales. Este procedimiento dura alrededor de una hora y finaliza el trabajo.

La Defensoría del Pueblo y el Ministerio de Salud coinciden en que además de los talleres de prevención y las terapias es necesario adecuar espacios adecuados para el tratamiento y desintoxicación.

Gabriela Hidalgo, directora de Prevención de la Tortura de esa institución, asegura que “el reducido espacio de los CAIS no ha permitido que se implementen zonas con servicios para el tratamiento”.

El Ministerio de Salud dice que hace cuatro semanas se reunieron con las autoridades de la Dirección de Rehabilitación y les solicitaron que se trabaje en infraestructura para implementar sitios “ambulatorios intensivos” en cada centro para tratar adicciones.

Según Rehabilitación, tras declarar el Estado de Excepción en el sistema se planteó la construcción de esos espacios en los 11 centros del país.

En ocho días finaliza la emergencia y no hay respuestas concretas a esa propuesta.

Las autoridades han dicho que el problema del sistema de rehabilitación no se resolverá en uno o dos meses.

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