Los allegados de Diana Taco hicieron una marcha en contra del feminicidio en Cumbayá. Foto: Eduardo Terán / EL COMERCIO
El cartel fue hecho con cartulina blanca y marcadores de colores. Cinco fotografías de Diana Taco fueron pegadas y con letras grandes resaltaba la frase: “¡Feliz cumpleaños mami!”. Alrededor de este había globos y serpentinas.
Este fue el último regalo que Kimberly, de siete años, le hizo a su madre antes que esta fuera encontrada muerta la noche del lunes 20 de abril en Cumbayá (afueras de Quito).
La joven había cumplido 26 años tres días antes y fue homenajeada. En su trabajo le organizaron un almuerzo, sus amigos le regalaron un pastel, sus compañeros del equipo de fútbol en el que jugaba le dieron presentes y la noche del sábado 18 su familia la invitó a una fiesta en el paradero de una familiar. Todos pensaron que esa iba a ser una fiesta más de cumpleaños.
Esa noche, ella bailó y se divirtió. Incluso se reencontró con sus amigas del colegio a las que no había visto desde que se había graduado. Esos momentos los recordó ayer, 29 de abril, Ximena Moreno, prima política de la joven. Lo hizo, 11 días después de lo ocurrido y ahora dice que esa semana fue emotiva para Diana, pues amigos que no había visto desde hace años se habían acordado de ella y la celebraron.
La fiesta siguió hasta las 02:00. Ximena recuerda que a esa hora el novio de Diana la fue a buscar con un amigo. Estaban en una moto y se fueron.
Dos días después, su cuerpo apareció en el departamento en el que vivía el hermano de su enamorado. El rostro estaba hinchado e irreconocible.
La casa estaba rodeada por policías. Junto a ellos esperaban los familiares de la chica.
Fueron tres horas de espera y poco a poco les dijeron qué pudo haber ocurrido. La explicación que recibieron de los policías fue que, al ser asfixiada, le explotaron sus pulmones.
Fueron momentos de angustia. Al principio, los padres de la víctima le pedían a Dios y rezaban para que la mujer hallada en el departamento no fuera Diana, pero comenzaron a llorar cuando los agentes les informaron que las huellas dactilares correspondían a los de la estudiante universitaria.
Ahora, su cuarto está cerrado. Nadie quiere entrar y todo está tal como ella lo dejó.
Allí están sus uniformes que usaba para jugar ecuavóley y baloncesto, pues representaba a su parroquia en las selecciones. Los papás conservan las medallas y trofeos que ganó.
También, guardan los zapatos y la camiseta de fútbol que utilizaba cuando jugaba por su equipo, el Titanic. Por eso, el día de su velatorio, la Liga del barrio Santa Inés la recordó como una deportista que desde su infancia jugó en los equipos representaban a esa Cumbayá.
A Diana le faltaban tres semanas para egresar de abogada en la Universidad Central. Su anhelo era conseguir un trabajo y colaborar con los gastos de la casa y de su hija. Ellos atravesaban una difícil situación económica, pues su papá camina con dificultad por un problema en las piernas y no consigue empleo.
Dos semanas antes de la muerte, la joven había comenzado a trabajar en el call center de una empresa pública. Allí consiguió un salario fijo y decía que ya podía mantener a sus padres. Antes, ella hizo pasantías en otra entidad del Estado y trabajó como secretaria en una oficina de abogados.
Con su primer sueldo en el call center, Britanny y Diana querían ir al concierto de la cantante Valentina que se realizará el 19 de julio. Días antes habló con su hija y le dijo que irían a un parque de diversiones, para jugar en los carros chocones y subirse a la rueda moscovita.
Al siguiente día que la encontraron sin vida, los familiares le contaron a Britanny que su madre había muerto. Mientras estaban en el papeleo poco a poco le dijeron lo que había sucedido. La niña lloró incontrolablemente. Trataron de tranquilizarla, pero se desmayó.
Al principio, sus familiares no querían que la niña estuviera en el velatorio de Diana, pero luego cambiaron de parecer. La razón: era necesario que acepte desde el inicio lo que había ocurrido para que paulatinamente supere lo que pasó. La semana pasada, la pequeña faltó a la escuela porque estaba deprimida, pero desde este lunes ya se reincorporó a clases.
Sus padres lloran al recordar lo que pasó. Allí todavía está intacto el cartel que Britanny le hizo a su “mami”. Van a buscar ayuda psicológica para que la pequeña no sufra y supere lo que ha pasado con su madre.
En medio del dolor que atraviesa la familia, Moreno cuenta que la muerte de la universitaria ayudó a que Britanny se una más a su padre y permanezca más tiempo con él. Ahora están pendientes de lo que pasa con las investigaciones.
En contexto
El enamorado de Diana Taco, Kevin M., fue detenido tras el hallazgo del cadáver de la joven. En la audiencia de formulación de cargos, él recibió prisión preventiva y se indaga si la muerte fue otro caso de feminicidio. El Código Penal castiga el delito con cárcel de 26 años.