Algunos niños son más difíciles de manejar que otros. A menudo descritos como inmanejables, sensibles, retadores o complicados, estos chicos pueden convertirse en niños más fáciles de manejar cuando los adultos aprendemos qué tan amplio es el concepto de “normalidad” y aprendemos qué esperar, una vez que hemos adquirido una mejor comprensión de las tendencias temperamentales de ese niño y las estrategias que existen para promocionar el comportamiento deseado.
Ayuda mucho a los padres a comprender lo que enfrentan al conocer las dimensiones del temperamento, según manifiestan los doctores Rita y John Sommers-Flanagan, autores del libro “Niño problemático o poco convencional: Una guía de sentido común para los padres”. Estos especialistas sugieren considerar en qué nivel se ubican los chicos en cada uno de los siguientes espectros:
-Nivel de actividad
-Preferencia para que las cosas se mantengan a un ritmo regular
-Tendencias de acercamiento o rechazo
-Adaptabilidad a una serie de situaciones
-Respuesta a lo que les rodea
-Intensidad de las respuestas e interacciones
-Estado de ánimo general
-Grado de atención o distracción
-Forma de interactuar con otros
“Cada niño muestra variantes en todas estas dimensiones, y solo porque su hijo es diferente y quizás presenta un reto para sus habilidades como padres, esto no significa que él o ella tenga alguna condición extrema o necesaria de diagnóstico. Sin embargo, ciertos comportamientos inusuales como una extraña aversión al tacto, intereses extremadamente individualistas o repetitivos, falta de interacción social, pudieran ser una señal de la existencia de algún desorden y de la necesidad de buscar ayuda profesional”, dicen.
“Cuando mi hijo primogénito y muy activo tenía un año fuimos a visitar a un amigo que tenía un niño de la misma edad. Cuando su madre le decía “No” cuando estaba a punto de tomar un florero de la mesa, su niño paraba de inmediato. Le pregunté sorprendida ¿Tu hijo te escucha y además deja de hacer algo que no está bien? Fue entonces cuando me di cuenta de que mi energético y persistente hijo realmente no era como los demás niños”, comenta Marina y este es uno de los ejemplos del libro antes mencionado.
Los doctores Sommers-Flanagan dicen que, como bien saben todos los padres, algunos niños son más difíciles de manejar que otros. “Muchos de ellos etiquetados por los expertos como difíciles, sensibles, retadores, poco convencionales o energéticos, los niños con temperamentos atípicos pueden ser mucho más fáciles de manejar cuando sus padres aprenden cuán amplia es la escala de lo “normal”. Su niño puede gritarle algo como “Tú no eres mi jefe”, pero en realidad lo que le está tratando de decir es “Yo no soy tú”, y en algunas ocasiones se lo hace de una manera en la que el adulto es el que sale perdiendo. Al aprender más sobre lo que se puede esperar en relación a su comportamiento usted podrá mantenerse y mantener a su niño a salvo de caer en el abismo durante su desarrollo”, anotan estos expertos.
No me etiqueten
Las etiquetas tienen mucho poder y es por ello que Mary Sheedy Kurcinka, autora de “La crianza del niño difícil: una guía para padres cuyos hijos son más intensos, sensibles, perceptivos, persistentes y energéticos” prefiere la palabra “fogoso” para calificar a aquellos niños vivaces, intensos y asertivos. “Muchas etiquetas negativas parecen decir que esas cualidades permanecen inmutables para siempre: ruidoso, alocado, entrometido, necio, molestoso y otras más”, dice Kurcinka y añade que enfocarse en las fortalezas de los niños es la mejor manera de manejar la situación para poder controlarla.
Kurcinka además cita un investigación que demuestra que una perspectiva positiva en realidad cambia nuestro comportamiento hacia los hijos. Y no solamente eso, la investigación ha demostrado recientemente que en el cerebro se producen cambios bioquímicos que en realidad que dependen de cómo los niños son tratados. A la luz de estos descubrimientos, ella aconseja a los padres cambiar las etiquetas negativas por otras como las siguientes:
-mantiene estándares altos (en lugar de decir que es “demandante”),
-fuertemente comprometido con sus metas (en lugar de tildarlo de “cuestionador”),
-energético (en lugar de decir que es “alocado”),
-cauto (en vez de “ansioso”).
Las etiquetas en realidad pueden ser un obstáculo para la paternidad óptima. “El comportamiento problemático basado en el temperamento no es culpa de nadie”, dice Stanley Turecki, psiquiatra de niños y autor del libro “El niño difícil y los niños normales tienen problemas también”. Él considera que no es un tema del niño o de la familia solamente, es de cómo los dos se interrelacionan. Si la madre es quien tiene que luchar con el niño a la hora de que se vaya a dormir, pudiera ser que el niño se comporte mejor con el padre. La madre entonces pudiera sentirse frustrada, confundida, inadecuada culpable.
Clases de niños difíciles
¿Cómo saber si su hijo tiene el perfil de un niño difícil, sensible, retador, alocado o fogoso? Aquí algunas descripciones usadas por los profesionales para describir al niño que saca de quicio a sus padres:
– tiene un alto nivel de actividad, se involucra en problemas todo el tiempo, se comporta de manera alocada
– impulsivo se distrae con facilidad
– es intenso, gritón,
– es necio, desobediente,
– es altamente sensible, ya sea emocionalmente o frente al sonido, la luz u otro elemento sensorial,
– no le gustan los nuevos escenarios o situaciones, la gente que recién conoce o los nuevos alimentos o ropa y se niega a devolver las cosas que ha usado,
– es negativo y quejumbroso.