Redacción Jóvenes
Cada vez que pides empleo te dicen cosas como: “eres demasiado joven”, “debes empezar desde abajo”, “no tienes experiencia”… Si te cierran cada puerta que golpeas, quizá sea hora de creer en tu madera de emprendedor.
Tantos años de universidad de ley te sirven, así que no te desanimes. Mejor entérate de cómo los chicos de Make Producciones, el restaurante Bandiola Grill y un grupo de ingenieros de sonido confiaron en sus conocimientos.
Andrea Reinoso, de 22 años, y Abraham Goldstein (25) se la jugaron por su carrera. Cuentan que nunca les falta qué hacer en su productora Make. Su especialidad son los videoclips, pero también filman desde 15 años hasta videos institucionales. Lo que ganan invierten en documentales, lo que más les gusta.
“La verdad nunca nos ha gustado tener un jefe, tenemos nuestros propios equipos, el conocimiento y las ganas”, dice Andrea. Ella es periodista y Abraham es productor audiovisual, así que lo intentaron. “Al principio pegábamos papeles en todo lado, entregábamos volantes, pero nos ha ido bien”, continúa el joven.
Además, dice ella, cuando vas a pedir trabajo y estás recién graduada, es muy difícil que te contraten. Eso le pasó a Alan Rodríguez (23), quien estudió Gastronomía en Argentina. “Llegas de un país donde la gastronomía es buena y buscas trabajo y te dicen que ya te llamarán”.
Después, Alan hizo una maestría en Perú y cuando regresó le dijeron que debe empezar desde abajo, que no importaba cuánto había estudiado. Por eso decidió montar Bandiola Rill con su ñaño Gustavo.
Pero ser tu propio jefe implica responsabilidad. Lo sabe Andrés Andrade, quien estudió ingeniería en sonido y acústica y trabaja en la operación de sonido para conciertos. “Aquí no hay horas fijas, me desocupo cuando se acabe el concierto”.
Con su pana Alejandro Mendoza también tiene un estudio de grabación. Él y Fernando Vásquez tienen una banda llamada Vedette, otro proyecto propio.
“Hace tiempo trabajé en una empresa que hacía audio para publicidad, pero sentí que desperdiciaba mis ideas en algo ajeno. Renuncié para dedicarme a lo mío…”, concluye Fernando.