Quito vive el rebrote de covid-19 más grande desde el inicio de la pandemia y eso afecta a los negocios que han visto una disminución de sus ingresos a partir de inicio de este año. Dueños de locales aseguran que se ha registrado un bajo flujo de clientes debido a que mucha gente ha decidido autoconfinarse.
En los restaurantes, las mesas lucieron casi vacías este jueves 20 de enero del 2022. Los cocineros prepararon los alimentos a la medida para no desperdiciar ingredientes. En los ingresos a los locales había personal controlando que la gente presente el carné o certificado de vacunación.
En algunos sitios se colocaron pedestales con envases de gel. Cada persona debía tomar un poco accionando un pedal. Pese a que se reforzaron las normas de bioseguridad, pocos comensales acudieron a sus cafeterías o restaurantesfavoritos, al mediodía, en el Centro Histórico de Quito.
Se trata de una zona en donde abundan locales de comidas típicas y varias opciones de café con humitas, quimbolitos, jugos de frutas u otros productos. “Está bajo el negocio y la situación es preocupante. Creo que la gente se está quedando en casa al ver que los hospitales se están saturando”, manifestó Tania Cárdenas, empleada de la Cafetería Modelo.
En los locales del Palacio Arzobispal se vive la misma situación. Amanda Tul, propietaria de una peluquería en ese establecimiento, manifestó que desde inicio de este mes hay un bajo flujo de usuarios, parecido a lo que vivían meses atrás cuando se daban protestas en el Casco Colonial y la Policía cercó la Plaza Grande. “Las personas van a los centros de salud con síntomas de coronavirus, están asustadas. Los locales de comidas son los que más sufren”.
Ángel Caiza es dirigente de quienes laboran en el centro comercial Granada y tiene un puesto en el que vende camisetas. Contó que su establecimiento está trabajando al 20% de su capacidad porque varios colegas contrajeron coronavirus. A su criterio, el flujo de peatones es menor en el centro con relación a diciembre porque la gente se está cuidando.
Antes, él expendía 20 camisetas al día y ahora apenas cuatro o cinco.
Tras la declaratoria de alerta roja en la urbe, el Municipio hizo una variación en los aforos que ahora son del 50% al interior de los restaurantes. El mismo porcentaje rige para supermercados, mercados, agencias bancarias y centros comerciales, incluidos los patios de comidas, hasta el 25 de enero del 2022.
Si bien los propietarios de negocios en la urbe califican a las nuevas restricciones como positivas para evitar el avance del covid-19, de forma simultánea sienten preocupación por las bajas ventas. “Ha bajado completamente, yo daba de comer a tres empresas y ahora sólo me queda una”, dijo Cristina Mensías, propietaria del restaurante ‘Bonanza de mi tierra’, en el barrio La Vicentina.
A eso se suma -acotó la mujer- que los empleados de varias compañías se enfermaron y no van a su negocio. Lo mismo señaló Rosa Cedeño del negocio ‘Los Bolones de Rosita’. “La gente está laborando con teletrabajo. Los bolones y empanadas a veces no salen, se quedan en las estanterías sin poderlos vender”.
Esa realidad se vive en diferentes lugares de Quito. Por ejemplo, en la zona bancaria junto al parque La Carolina, no hubo el mismo flujo de gente como antes de enero. Ayer por la mañana, un rango medio de gente caminaba por las aceras utilizando mascarillas sin respetar los distanciamientos. No se produjeron congestiones vehiculares en las avenidas De Los Shyris y Naciones Unidas.
Pocos ingresaron a los locales de comidas para almorzar y en las afueras de las agencias bancarias la gente hizo fila a la espera de su turno. Erika Núñez, dueña del restaurante Sin Culpa, ubicado en la Rusia y Shyris, aseguró que las ventas bajaron en un 70% desde inicios de año. “Los pocos clientes que han ido nos han dicho que están asustados y a veces prefieren quedarse en casa”.
En el sur los problemas son similares. En la avenida Rodrigo de Chávez, a la altura de La Villaflora, los locales reciben a pocos clientes. Ticson González vendía un promedio de 100 empanadas diarias a USD 0,50. Ahora apenas logra expender 60. Al igual que el resto de gente, considera que la gente ha optado por quedarse en casa para cuidarse. “No es lo mismo, hasta el tránsito ha disminuido aquí”.
Jaime Casalombo es empleado de una vulcanizadora ubicada en las vías Napo y Corazón. Asegura que la cantidad de clientes que han llegado al negocio es inferior. A su criterio, la pandemia está afectando a los negocios.