El gobierno de Rafael Correa llegó al poder hace dos años y medio y fue reelegido en abril bajo el lema de la ‘Revolución Ciudadana’.
El primer escollo político fue, tristemente, la ruptura del Estado de derecho, al inicio del Gobierno, una decisión del Tribunal Electoral -sin parangón en los anales jurídico-políticos conocidos- dejó sin curules a la mayoría de diputados. Las fuerzas del orden custodiaron a “las fuerzas del desorden”, que garrote en mano impidieron entrar al recinto parlamentario a los legisladores. Una operación política oscura principalizó a un bloque de suplentes, aquel conocido como el de “los manteles” que con ellos habían cubierto su vergüenza. Dos años más tarde nos enteramos por boca de Fabricio Correa, según publicación de diario El Universo, que la logística de ese bloque neogobiernista se solventó con un remanente de los fondos de la campaña de País, episodio que no ha sido investigado.
Lo de más es historia conocida, elección tras elección, en la Consulta, Asamblea y Referendo el pueblo apoyó al proyecto correísta, creyó en la proclama populista y aprobó una Constitución que estableció un modelo hiperpresidencialista y concentrador de poder. El ‘Congresillo’ aprobó leyes en fila sin un meditado debate, ajustando el calendario para llegar al 10 de Agosto, el inicio del segundo mandato de Correa que no obtuvo mayoría absoluta en la futura Asamblea.
Tras un desayuno en el Palacio de Carondelet en el que el ministro coordinador de la Política, Ricardo Patiño “se desayunó” de la formación del bloque de ADE (Alianza Democrática de Equidad, con la entusiasta participación del PRE de Abdalá Bucaram, hijo), los últimos neogobiernistas anunciaron un pacto. El Presidente anunció en cadena sabatina que ya “tenía mayoría” como si fuese propia, la oposición sospecha de un pacto con Bucaram que el Gobierno niega. La evidencia: que Abdalá desde Panamá siempre se ha mostrado afecto al Presidente, que le propuso la candidatura presidencial del PRE, que Jorge Marum fue ministro de ambos gobiernos y que Gustavo Larrea fue alto funcionario en uno y otro régimen. Bucaram, por su parte siempre busca volver.
El Gobierno inicia su segundo período con muchas minas sembradas. Los maestros del sindicato dominado por el MPD, en su contra, los trabajadores del FUT descontentos, las investigaciones modélicas del diario Expreso que revelaron los negocios con el Estado de Fabricio Correa. El distanciamiento con su hermano y la lenta acción de la justicia, la Fiscalía, la Contraloría y la comisión legislativa para fiscalizar empañan el panorama.
Y, como si fuera poco, el video del ‘Mono Jojoy’ y la conocida denuncia de supuesto financiamiento de las de FARC ponen nuevos elementos de tensión mientras continúa la arremetida oficial contra la prensa.