Estefanía Montalvo. Redactora
Entre los miles de simpatizantes que se aglomeraron en la avenida Cevallos, los funcionarios de Gobierno tenían que abrirse paso. Ellos esperaron por más de dos horas la llegada del presidente Rafael Correa, para su discurso.
A un costado de la tarima, en unos graderíos cubiertos, estaba Gustavo Larrea, ex ministro de Seguridad Interna y Externa con una camiseta de Alianza País. Con una amplia sonrisa miró cuando el Primer Mandatario arribó, cuando se escuchaba la canción A mi lindo Ecuador .
Tendremos una revolución para tres, diez,
treinta,300 añosUn contingente de seguridad de más de 40 policías y militares resguardó el trayecto del Presidente hasta la tarima principal.
Los simpatizantes solo pudieron ver sus manos, que agitaba en señal de saludo, antes de subir al escenario. Al llegar recibió el respaldo de autoridades como Augusto Barrera, alcalde de Quito; Fernando Cordero, titular de la Asamblea; Ricardo Patiño, ministro coordinador de la Política, entre otros. La voz del Presidente estaba ronca y con un tono enérgico empezó su discurso con un grito: “¡Viva la revolución ciudadana!”.
Su discurso de una hora estuvo cargado de epítetos recurrentes como “prensa corrupta, poderes oligárquicos, los saqueadores del país…”. Las palabras del Presidente buscaron recordar a sus militantes los logros de su gestión: el no pago de la deuda externa, el aporte a la educación y a la salud. Pero, sobre todo, buscó desempolvar el pasado político que vivió el país, como el feriado bancario y los problemas económicos anteriores. “Nunca olvidar”, repetía en reiteradas ocasiones.
Que nos critiquen
significa que estamos avanzandoEsas fueron las palabras que también utilizó en las casi tres horas que duró su enlace sabatino, que se realizó antes de su llegada al mitin. La cadena se cumplió en el teatro Lalama, que quedó pequeño para las personas que querían escuchar al Mandatario.
Afuera, los simpatizantes portaban banderas y camisetas que fueron repartidas desde tempranas horas de la mañana. Según los cálculos oficiales, en la av. Cevallos se congregaron ayer cerca de 80 000 personas.
Quienes estuvieron en la cadena ovacionaron cuando el presidente Rafael Correa presentó un video de su antiguo coideario y ex presidente de la Asamblea de Montecristi, Alberto Acosta. El tono fue similar al que utiliza habitualmente en contra de quienes él denomina opositores, como el presentador Jorge Ortiz, de Teleamazonas, y el alcalde de Guayaquil, Jaime Nebot.
En Ecuador se pasea el espíritu de Montalvo, los montoneros de Alfaro están inspirando esta revolución ciudadanaSu retórica contra la prensa fue reiterativa tanto en la cadena radial como en la tarima. “¿Quiénes de ustedes tienen un medio de comunicación? Nadie. Porque solo los tiene el poder económico. Si la oligarquía critica este proyecto es porque estamos haciendo las cosas bien, con los pobres del país”.
El acto organizado por el Gobierno no fue improvisado. Todo siguió una hoja de ruta. Incluso, se ubicaron tres figuras gigantes hechas de esponja que representaron a Simón Bolívar, a Dolores Cacuango y a Eloy Alfaro.
La misma coordinación tenían las comitivas de las provincias. Algunas salieron antes de que el Presidente terminara su discurso. En las calles aledañas intentaban salir para tomar un bus de regreso a sus provincias. Así lo hizo Marco Vásquez, quien caminaba presuroso para retornar a Azuay. El viaje no le costó nada. Aseguró que una comisión del movimiento Alianza País solventó sus gastos. Es militante de Alianza País.
En resumen, el Mandatario aseguró que nada podrá frenar la revolución ciudadana. Sostuvo que durará hasta 300 años, a pesar de la oposición que afronta el proyecto político de Alianza País. Apenas el Primer Mandatario concluyó su discurso con el grito: “¡Hasta la victoria siempre!”, la multitud empezó a dispersarse.