Rafael Correa y Evo Morales vieron cómo quedó la 'zona cero' de Manta después del terremoto

Los presidentes de Ecuador, Rafael Correa, y de Bolivia, Evo Morales, recorrieron Tarqui, en Manta. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO

Los presidentes de Ecuador, Rafael Correa, y de Bolivia, Evo Morales, recorrieron Tarqui, en Manta. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO

Los presidentes de Ecuador, Rafael Correa, y de Bolivia, Evo Morales, recorrieron Tarqui, en Manta. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO

Una camioneta tras otra. Todas salen repletas de cocinas, muebles, vitrinas... Son vecinos que vivían en Tarqui, el barrio de Manta que fue más afectado por el temblor del sábado 16 de abril.

Ahora lo llaman "zona cero", una zona cercada por completo por 200 militares, 200 policías y mallas de acero.

Nadie puede pasar allá, solo las personas que obtengan un salvoconducto para retirar las cosas que aún quedan después del terremoto.

Lo que se puede sacar es poco. La mayoría de cosas quedó destruido por el terremoto.

A ese lugar llegaron la mañana de este 27 de abril del 2016 los presidentes de Ecuador, Rafael Correa; y de Bolivia, Evo Morales.

Llegaron acompañados por funcionarios. Vieron los edificios bajo los escombros, hablaron, caminaron, saludaron y se fueron.

En el sitio solo quedaron más militares y más policías. Estos últimos acompañan a los vecinos que entran a la "zona cero" con una autorizaron para retirar las pertenencias.

Al salir también debe mostrar el salvoconducto para poder avanzar.

La mayoría no sabe a dónde ir. Solo dice que quiere "rehacer" su vida. Unos ya consiguieron casas o locales para arrendar. Otros, en cambio, apenas tienen bodegas para dejar ahí sus cosas por un rato.

"Luego veremos qué se hace", dice Patricio, un comerciante que administraba un almacén de electrodomésticos. "Lo mejor es irse de aquí para olvidarnos de todo", indica.

En la calle 105 está un abuelito. No tiene su brazo izquierdo y se le dificulta sacar sus pertenencias de un edificio de tres pisos. Vivía en el segundo piso y el día del terremoto recuerdo que sonaba todo, que los cables de energía eléctrica explotaban y caían al piso, que se quedaron sin luz, sin teléfono.

"Afuera la gente lloraban, gritaba. Y lo peor fue al siguiente día", dice. Ese domingo 17, los familiares comenzaban a buscar a sus parientes. Unos aparecieron vivos, otros son vida.

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