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Controles prenatales ayudan a prevenir la desnutrición crónica

La doctora Patricia Daza realiza un eco a Diana Cabrera, con siete meses de gestación. Foto: Patricio Terán / EL COMERCIO

La doctora Patricia Daza realiza un eco a Diana Cabrera, con siete meses de gestación. Foto: Patricio Terán / EL COMERCIO

La doctora Patricia Daza realiza un eco a Diana Cabrera, con siete meses de gestación. Foto: Patricio Terán / EL COMERCIO

Es un obstáculo que limita el crecimiento físico, el desarrollo cognitivo y del sistema inmunológico del niño. Es también una cicatriz incurable que puede acompañarlo durante toda su vida. Así actúa la desnutrición crónica, que afecta a casi el 30% de la población de menores de 5 años en Ecuador.

Los primeros 1 000 días de vida -desde la concepción hasta los 2 años- son considerados trascendentales. Esto ya que se trata de una etapa que marca el crecimiento físico y el desarrollo mental. Por lo que comer sano, un ambiente limpio y el cuidado inciden en ella.

Lo explica Miguel Hinojosa, pediatra y catedrático de la Universidad UTE. Si desde el vientre hay una mala alimentación -dice- se altera la programación nutricional del niño.

Los controles prenatales también ayudan a detectar problemas futuros. “Lo ideal serían nueve chequeos: uno por cada mes de embarazo”.

Diana Cabrera tiene 31 años y está en su séptimo mes de gestación. Ella ha cumplido con los chequeos mensuales, en especial, en el primer trimestre.

También ha cuidado su alimentación. Pero enfrenta bajo peso. En las primeras semanas, por ejemplo, llegó a 150 libras (lb). Hoy está en 163. “Tengo que subir dos o tres más”.

El bajo peso en las gestantes es un factor de riesgo, que puede llevar al aparecimiento de la desnutrición crónica (talla baja para la edad). Pero con la ingesta de nutrientes se puede frenar su avance, precisa el ginecólogo Hugo Sánchez.

Años atrás -cuenta- se creía que los primeros controles no eran importantes. Esto ha cambiado, ya que así se pueden detectar enfermedades congénitas o malformaciones. Por ello, las madres deben realizarse exámenes, dice la gineco-obstetra Patricia Daza.

Uno de los más comunes es el llamado Torch, que detecta infecciones producidas por el citomegalovirus como el herpes o la toxoplasmosis (patología parasitaria). Luego de ellos se realizan los de imagen.

“Cuando me hicieron el eco, la doctora midió a mi hijo y se confirmó que su crecimiento va normal”, cuenta Diana.

En Ecuador, el 83,3% de los niños menores de 5 años tuvieron, al menos, cinco controles prenatales, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut 2018), publicada recientemente.

Cinco es el número mínimo de chequeos recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y Unicef Ecuador. “Durante estos se reciben micronutrientes (hierro o zinc), se identifican tempranamente enfermedades como la anemia y se detectan infecciones que podrían provocar un parto prematuro y bajo peso al nacer”, dice el organismo.

Desde los años 90 se han desarrollado 10 campañas para frenar la desnutrición crónica, entre ellas, el fortalecimiento de los chequeos médicos a las madres. Sin embargo, los índices se han estancado. Lo reconoce Angélica Tutasi, coordinadora de Nutrición, Seguridad y Soberanía Alimentaria de la Cartera de Salud.

Las cifras muestran que en el país hay un incremento de la desnutrición crónica en niños menores de 2 años: 27,2% de esta población la presentó hace dos años frente al 24% de los registrados en el 2012, se lee en Ensanut 2018. “Esta diferencia no es significativa”.

Los datos no sorprenden -reconoce Tutasi- ya que esta dinámica es mundial y se relaciona con una aceleración del sobrepeso y la obesidad. En el país, 35 de cada 100 chicos, de entre 5 y 11 años, tienen exceso de peso, según Ensanut.

Frente a esta realidad se implementó un programa integral con metas ambiciosas. Al 2025 se espera una reducción de la desnutrición crónica en 10 puntos porcentuales. Para ello se trabajará de forma articulada con otras entidades del Estado y municipios; en especial, en 93 localidades, donde se registran altos índices.

Erradicar esta problemática es parte de las metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Para el 2030, personas en condición de vulnerabilidad como lactantes, menores de 5 años y embarazadas deben tener una alimentación sana, nutritiva y suficiente.

El bebé de Alejandra Tello, de 31 años, mantiene un crecimiento óptimo. Tiene 14 semanas de gestación y desde los primeros días ha asistido a sus controles mensuales. “Quiero descartar problemas futuros”.

En esos chequeos, además, ha recibido recomendaciones nutricionales. Una de ellas es alimentarse varias veces, ya que su bebé absorbe los nutrientes para su crecimiento.

Una embarazada -señala Francisca Rueda, analista de nutrición del Hospital Carlos Andrade Marín, del Seguro Social- debe aumentar entre 200 y 300 calorías a su dieta normal, por lo que al final de la gestación se espera que haya subido hasta 12 kilos.

Pero si tiene bajo peso -como Diana- debe ganar más de 15 kilos. La madre también recibe suplementos vitamínicos que le ayudan en este proceso.