Uno de los riesgos de no adosar la publicidad a la fachada es que el viento podría tumbarla, según la Agencia de Control. Foto: Diego Pallero/ EL COMERCIO.
Es un agresor al que se lo ve, pero se lo tolera. Ataca con violencia, pero en silencio. Las imágenes desproporcionadas, el caos y la desarmonía entran al cerebro sigilosamente y además de volver poco atractiva a la ciudad, pueden causar estrés, mal genio e irritabilidad. La publicidad desordenada de las casas de Quito afecta la calidad de vida de la gente.
En la esquina de las calles Isidro Ayora y Alejandro Ponce, en Carcelén, la saturación de letreros hace que no exista un solo espacio limpio en la fachada de los negocios. Hay 50 establecimientos en una sola manzana. La publicidad está colocada en letreros en las paredes, sobre las terrazas, en las puertas, detrás de ventanas, con pintura sobre los muros, en hojas impresas, en adhesivos…
El problema del desorden en la publicidad se desborda en toda la ciudad, pero se concentra, con mayor fuerza, en el sur en La Jota, la Michelena y La Napo, Y en el norte, en la av. De la Prensa, Cotocollao y Carcelén.
Daniela Puyas, resolutora de la Unidad de Control de Publicidad del Municipio, explica que los sitios más cargados son los que tienen más comercio. Se realizan dos operativos semanales de control, en los que se exhorta a la gente a que no coloque publicidad sin permisos. Si se comete una falta, se abre un expediente y si no retira el letrero, llega la multa económica.
No obstante, para Edy Sánchez, concejal del Distrito, existen normativas que la agencia debe hacer cumplir para frenar el problema. “Ellos deben notificar y sancionar. Es un tema de ejercer competencias. No es falta de legislación”.
La saturación de publicidad en las calles no es un problema nuevo. Juan Paz y Miño, historiador, explica que la presencia de letreros desordenados es histórica en la capital. En los años 60 se dio un impulso comercial e industrial y en los 70, con el boom del petróleo, la publicidad se tomó la urbe. Es lo que Paz y Miño llama una anarquía que se debe a la falta de responsabilidad social. Anarquía que no se ve en ciudades europeas, por ejemplo, debido a las altas multas. En Quito, se puede encontrar publicidad desde los USD 7 el m2 , dependiendo del material.
En Carcelén hay locales que ocupan toda la fachada de la vivienda, cuando solo se debería usar el 30%. Foto: Diego Pallero/ EL COMERCIO.
Pero ¿qué está permitido y qué no? Cuando un negocio saca la licencia de funcionamiento obligatoria tiene la posibilidad de colocar un letrero que no debe ocupar más del 30% de la fachada y que debe estar adosado al frente de la casa.
Si el propietario quiere colocar un letrero extra, debe sacar otro permiso en la administración zonal correspondiente.
Desde junio del año pasado, hasta enero del 2015, la Agencia de Control receptó 40 denuncias relacionadas con este tema. Las más frecuentes tienen que ver con letreros colocados en medianera, es decir, sobre la pared, en lugar de estar pegados a esta. La prohibición se la realiza sobre todo por seguridad: un viento fuerte podría tumbarlo y causar daños.
En Carcelén, a lo largo de una cuadra, hay tres locales que tienen pintada toda la pared de la casa para promocionar al establecimiento. Eso es prohibido.
En la Vásquez de Cepeda, en La Ofelia hay una tienda que tiene cubierto el 100% de su fachada con plásticos que promocionan sazonadores, bebidas, mantequillas.
Otra prohibición. En De la Prensa y Del Maestro, un local tiene colocadas banderas, letreros, promociones detrás de las ventanas y, además, un empleado camina con la mercadería en la mano y un letrero con el precio de la misma en la otra.
En la Lizardo Ruiz, hay letreros que promocionan helados en las veredas. Nada de eso está permitido. La normativa señala que no se puede colocar nada en el espacio público, mucho menos mercadería, como ocurre en la Plaza de Cotocollao, donde se exhiben calentadores, zapatos y gorras.
Las carpas o viseras están permitidas, siempre y cuando cumplan con el ornato y sean visiblemente agradables.
Tan desapercibido pasa este tipo de agresión que en una encuesta sobre afectación visual realizada por el INEC en Quito, el 46,6% de los encuestados dijo no sentirse afectado por la publicidad en la calle. El 25% dijo sentirse poco afectado. A estas personas, más que la publicidad, les molesta el cableado, la basura y las edificaciones.
La avenida Diego Vásquez de Cepeda es una de las más comerciales de la zona y tiene abundancia de letreros. Foto: Diego Pallero/ EL COMERCIO.
Pero las afectaciones van más allá de provocar, como indica Marco Jácome, psicólogo, una alteración del sistema nervioso. Pueden causar accidentes al bloquear la visión o impedir la vista de señales de tránsito.
Hernán Orbea, urbanista, hace un llamado a la conciencia y recuerda que las aspiraciones de publicitar un bien, pese a ser legítimas, no pueden pasar por encima del bienestar de la ciudad. Se debe respetar el derecho de las personas a transitar libremente y a disfrutar de la ciudad. Además, dice, lo que se hizo con el afán de llamar la atención no destaca entre el caos de anuncios y resulta inefectiva debido a la saturación.
Para no olvidar
El permiso para colocar un letrero extra dura un año calendario, luego deberá actualizarlo, caso contrario deberá retirar la publicidad, hasta que nuevamente se le otorgue la habilitación
Para denunciar el exceso de publicidad puede hacerlo en la Agencia de Control, en las calles el Sol N39 188 y el Universo, o en la página web agenciadecontrol.quito.gob.ec
La entrega de volantes también está prohibida desde el 2010, porque ensucia la ciudad. La gente toma el papel, lo lee y lo arroja. La ordenanza 310 la prohibió de manera particular.
El departamento de control de publicidad visitará el local y verificará que tenga los permisos, en máximo 48 horas. Si no cuenta con los documentos deberá retirar la publicidad.
Hay dos tipos de sanciones. Si la publicidad llega hasta los 8m2, la multa es del 10% del SMV, es decir USD 34. Si es mayor, puede llegar a 20 SMV. Visitan unos 40 locales por día.
En Contexto
La normativa municipal señala que la publicidad debe ocupar máximo un 30% del total de la fachada de la vivienda. Para colocar más anuncios en el negocio, se debe hacer una solicitud en la administración zonal a la que corresponda.