El área canina de La Carolina es una de las más visitadas. Al mes acuden unas 12 651 mascotas con sus dueños. Foto: Alfredo Lagla/ EL COMERCIO.
Jefferson Llumisaca, acompañado de su perra Paca, llegó, como todos los sábados, hasta la zona canina del parque Itchimbía, en el centro norte de Quito. El problema, para él, fue que cada vez ve más deterioro del lugar, sobre todo por la hierba crecida y los desechos de los perros.
Esa zona canina es una de las 10 con las que cuenta la ciudad. Ocho de ellas se ubican en los parques metropolitanos y dos en barrios. Para Jefferson, esas áreas en los parques son importantes, porque permiten a las mascotas liberar la energía que acumulan mientras permanecen en las casas.
Para cuidar estos espacios, un letrero grande con instrucciones se ubica en el ingreso. Precisamente, una de las primeras recomendaciones es que cada dueño recoja los desechos de su mascota. “No todos respetan esa norma básica y, el problema es que es difícil caminar si hay suciedad”, dijo.
No todos estos espacios tienen problemas como los que señaló Llumisaca. Por ejemplo, en La Carolina, la zona canina tienen el césped cortado y los juegos en buen estado por lo que es uno de los lugares que más se frecuenta .
El objetivo de estos espacios, según Daniel Sáenz, coordinador institucional de la Empresa Pública Metropolitana de Movilidad y Obras Públicas, (Epmmop), es facilitar la convivencia responsable de los usuarios y sus mascotas.
Por eso, como todo espacio público, la zona de perros tiene sus reglas. La primera es mantener limpio el espacio. Cada dueño se encarga de recoger los desechos de su mascota. Para esto Patricio Yépez, quien frecuenta La Carolina, lleva a mano siempre su funda plástica. “Esto es importante porque sino se dificulta el uso al tener que evadir los desechos de los perros”, comentó.
Otra norma importante es no dejar sola a la mascota. Sáenz señaló que no se trata de guarderías en las que se puede dejar a los perros. Por eso, ya sea desde adentro o afuera del lugar, los dueños deben estar pendientes de sus mascotas.
Después de tener claras estas normas básicas, Sáenz dijo que lo primero que debe hacer el dueño de la mascota es ingresar al área de reconocimiento. Esta es un primer espacio cercado en el que los perros se olfatean y empiezan a socializar con otros perros. “Esto permite que las mascotas adquieran confianza y se evita que haya roces con el resto de canes del lugar”, dijo.
Una vez que el animal reconoce el lugar puede entrar al área de juegos. Hay una rampa de descanso, anillos de salto, cruce de obstáculos, sube y baja, un túnel individual, valla de salto, rampa de ascenso, escalones de salto y arcos de paso.
Según la Epmmop, la madera con la que se realizaron los juegos es tratada y certificada para estar a la intemperie con una duración de, al menos, 10 años. Todo esto se hizo con una inversión de USD 90 000.
Maruli Zambrano es una usuaria recurrente de los parques Bicentenario y de La Mujer. Los juegos, para su perro de raza schnauzer, por momentos, presentan cierta dificultad por su tamaño. Sin embargo, con la ayuda necesaria, cruza obstáculos y sube las rampas.
El diseño del espacio se pensó para todas las tallas de perros, según Sáenz. Sin embargo, hay que considerar algunas recomendaciones para no forzar al perro y evitar accidentes.
Byron Paredes, administrador de un hotel y guardería canina, recomendó a los dueños de mascotas que visitan estas zonas conocer la situación mental de sus animales. “Si es un perro juguetón y sociable es bueno soltarlo. Porque la idea no es que se los mantenga con correas”, dijo.
Ya en lo que se refiere al uso de los juegos u obstáculos, dijo Paredes, es importante tener en cuenta que el objetivo es que el animal se divierta. Por eso hay que evitar que, mediante el collar, se obligue al perro a saltar o atravesar los obstáculos de la zona canina. “Es mejor utilizar incentivos para el perro. Así, si cruza un obstáculo y recibe, por ejemplo, un embutido, sabrá que será recompensado”, indicó.
La Epmmop analiza la habilitación de más áreas de este tipo. Según Sáenz, lo importante es definir bien los espacios porque, estas zonas no pueden ubicarse en los parques barriales. Esto porque, al no haber la posibilidad de vigilarlos, como sucede en los parques metropolitanos, las estructuras podrían deteriorarse con mayor rapidez, incidiendo en su uso.