Consultas populares
Ecuador, después de Uruguay, es uno de los países de América Latina con más larga tradición en mecanismos de democracia directa.
Las consultas populares -al igual que los referéndums, plebiscitos, revocatorias del mandato o la iniciativa popular normativa- son parte de estos mecanismos. Lo que se busca es que la gente participe directamente en los asuntos de interés público. Que sea capaz y responsable de tomar decisiones.
La historia reciente de las consultas populares en Ecuador se remonta a 1978. La Junta Militar en el poder convocó a un referéndum para aprobar una nueva Constitución y legitimar el proceso de transición a la democracia.
En junio de 1986, León Febres Cordero, en ese entonces presidente de la República, hizo una consulta sobre la posibilidad de participación electoral de los independientes. Fue rechaza por el 70 % de los votos.
En 1994, Sixto Durán Ballén promovió una consulta sobre siete preguntas. Todas fueron aprobadas salvo una: la que hacía referencia al manejo del Presupuesto general del Estado por parte del Congreso. Tal y como intenta hacerlo ahora el presidente Correa, la consulta de Durán Ballén era para lograr apoyo para su gobierno. Un año después, en 1995, nuevamente se hizo otra consulta pero esta vez Durán Ballén perdió. La pregunta era sobre la posibilidad del presidente de disolver el Parlamento por sola una vez.
En 1997, Fabián Alarcón, luego de la caída de Abdalá Bucaram, llevó a cabo otra consulta pero con 11 preguntas. El motivo fundamental era aprobar la destitución que se había hecho meses atrás y promover el apoyo al régimen de Alarcón. Las preguntas fueron aprobadas por un promedio del 60% de los votos. Tras ello, se convocó a una Asamblea Constituyente, la cual dio origen a una nueva Carta Política que entró en vigencia en 1998. Luego tenemos el proceso de la Asamblea de Montecristi del 2008.
Si se mira en perspectiva, buena parte de estos mecanismos de democracia directa no han logrado su cometido: mejorar la gobernabilidad, disminuir el desencanto de la población y consolidar significativamente la democracia.
Igual que en el pasado, la consulta servirá para desviar la atención del mal manejo del Estado y fortalecer el apoyo al Presidente. Además, las preguntas relacionadas con el 3, 4, 5, 8 y 10 tienden a afianzar el proyecto político de corte autoritario, tal como sucedió con Fujimori en el Perú e inicios de Chávez en Venezuela.
El exceso de preguntas e inexistencia de reglas claras son un efecto perturbador. Tener un Consejo Electoral “títere” y dependiente del ejecutivo invalida el proceso y lo hace poco transparente. Más de lo mismo pero peor.