En las orillas del Daule se calcula que existen alrededor de 50 000 hectáreas de cultivos. Foto: Archivo / EL COMERCIO
La inestabilidad debido a la deforestación afecta a gran parte de sus riberas. El impacto de las aguas residuales es elevado a lo largo de su trayecto. Y un porcentaje alto de su contaminación se origina por las descargas de hidrocarburos. Esos son algunos de los síntomas que detectó el diagnóstico de la cuenca del río Daule, presentado la mañana de este jueves 28 de septiembre del 2017 en Guayaquil.
El análisis se suma a las acciones para la conformación del Fondo de Agua de la ciudad, lideradas desde el 2015 por la Empresa Municipal de Agua Potable y Alcantarillado de Guayaquil (Emapag).
Con los resultados también se presentó un plan de conservación a lo largo de los 255 kilómetros de este caudal, que se constituye en la principal fuente de captación de agua para potabilizar, de la urbe porteña. Alfredo Orlando, uno de los consultores, resumió la propuesta de siete estrategias, cuya aplicación demandaría una inversión aproximada de USD 107,5 millones, hasta el 2030.
Entre ellas se sugiere crear una red de información automática, que alerte sobre alteraciones en los parámetros del agua. También se plantea la recuperación del bosque fluvial, la estabilización de los taludes y aplicar un modelo de buenas prácticas agrícolas. Según el estudio, el 97% del líquido captado del Daule se usa en la agricultura.
En las orillas del Daule se calcula que existen alrededor de 50 000 hectáreas de cultivos, que dejan su huella en el caudal. Mariano Montaño, otro de los consultores, explica que parte de su contaminación se genera por plaguicidas organocolorados, algo que ha sido comprobado por análisis de dos universidades locales.
Sin embargo, una de las fuentes más perjudiciales está en los hidrocarburos aromáticos policíclicos. Son los aceites que desechan los talleres y que difícilmente son disueltos por el río.
El diagnóstico evaluó además el impacto de amenazas naturales como inundaciones, sequías, movimientos de masa, hasta llegar al cambio climático que podría aumentar esos efectos. Pilar Icaza, parte del equipo consultor, indicó que 75% del territorio atravesado por el Daule está marcado por la influencia humana: la ocupación de tierra, el crecimiento poblacional, la deforestación y los precarios servicios básicos. Apenas un 25% ha sido conservado.
Para José Luis Santos, gerente de Emapag, es necesario unir esfuerzos por la salud del Daule y de su población (más de 4,5 millones de personas se asientan en su cuenca). Y por ello explicó que el plan de recuperación presentado podría aplicarse en tres fases: al 2020, 2025, hasta el 2030.
Para garantizar su cumplimiento, Santos considera que es necesario elevarlo a política pública. Y sugirió la conformación de un grupo interinstitucional, que incluya a los gobiernos provinciales, municipales y parroquiales, para fortalecer sus sistemas gestión ambiental y las herramientas legales para regular y controlar su ejecución.
El estudio del Daule y la definición de un plan de acción fueron ejecutados por técnicos de la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil. Contaron con un financiamiento de casi USD 130 000 del CAF-Banco de Desarrollo para América Latina y Emapag.
Andrés Mendoza, presidente del directorio de la empresa municipal, dijo que el diagnóstico se suma al diseño del Fondo de Agua para Guayaquil. En adelante, explicó, es necesario extender el plan recomendado a toda la cuenca en beneficio de los cantones ribereños. Casi al final de su ruta, el Daule provee agua para los más de 3 millones de habitantes de la ciudad.