Por conducir en estado etílico, la vida del exvicerrector del Mejía cambió

En el Centro de Detención de Infractores de Tránsito permanece Martin Angulo. Foto. Diego Pallero / EL COMERCIO

En el Centro de Detención de Infractores de Tránsito permanece Martin Angulo. Foto. Diego Pallero / EL COMERCIO

En el Centro de Detención de Infractores de Tránsito permanece Martin Angulo. Foto. Diego Pallero / EL COMERCIO

"Un error te puede cambiar la vida en un minuto". Esa es la reflexión que hace Martín Angulo, quien ha pasado siete meses de incertidumbre y dolor. El docente, de 49 años, fue sentenciado a 40 meses de prisión, tras provocar un accidente de tránsito, que terminó con la existencia de una adulta mayor.

Angulo cumple su pena en el Centro de Detención de Infractores de Tránsito, en la avenida Eloy Alfaro, norte de Quito. Acepta que cometió un error. Pero, no pierde la esperanza de que sus antecedentes como persona "intachable", según sus compañeros y familiares, le sirvan para recibir el indulto presidencial o una reducción de sanción.

El accidente ocurrió el 25 de abril pasado, cerca de las 17:30. La familia reside en Conocoto. Contaban con el sistema de telepeaje en la Autopista General Rumiñahui, por lo que acostumbran tomar esa vía. Pero, ese sábado Martín decidió cambiar su rutina.

Fue a realizar algunas acciones propias de su trabajo como Vicerrector del Instituto Nacional Mejía, cargo que desempeñaba desde el 2013 (antes fue rector). Ese día bebió dos cervezas artesanales con uno de sus colegas. Sin embargo, ese detalle le costaría su libertad horas después.

Sofía, su hija mayor, asegura que Angulo no era un bebedor reiterativo. "Nos sorprendimos cuando en el parte se notificaba que estaba en estado de embriaguez". Él fue intervenido de uno de sus pulmones, hace 28 años, y eso le impide excederse con el alcohol.

El rostro de Angulo se torna triste al analizar las paradojas que tiene la vida. Relata que esas cervezas fueron el regalo de un exestudiante que obtuvo su título universitario, luego de realizar un trabajo de investigación acerca de esas bebidas. Las guardó por varios años y justo ese día decidió tomárselas.

Luego de abandonar el lugar en donde las tomó, para ahorrar tiempo decidió regresar a su vivienda por la vía antigua a Conocoto.

Según las versiones del testigo principal, que se registran en el expediente, el automotor de Angulo transitaba zigzagueante por la vía. Incluso antes de suscitarse el accidente, en el que una mujer de 67 años, murió, el profesor habría atropellado a otra persona. Los dos casos se anexaron en un solo expediente para el juzgamiento.

Su familia hizo todo para defenderlo. Su esposa, sus seis hijos (cinco estudiantes universitarios y el sexto alumno del Mejía), su padre y su nieto. Sofía fue delegada por su padre para llevar adelante el caso en conjunto con los ocho abogados, que les sirvieron durante el proceso. Pero hubo varias pruebas que pesaron: la muerte de la anciana, la declaración del testigo, más la valoración de alcohol realizada la noche del incidente que marcó 1,7 gramos; lo permitido es 0,3 gramos.

Incluso la familia de la víctima aceptó un arreglo. "Sabemos que la vida de las personas no tiene costo. Pero, pudimos acordar con la familia de las dos víctimas. Tenemos una buena relación con ellas ahora", cuenta Sofía.

Los familiares de Martín Angulo pedirán al presidente Rafael Correa una rebaja de la pena de 40 meses. Foto: Archivo personal

Al no haber cargos por parte de los afectados directos el Estado tomó parte del caso a través de la Fiscalía. Y, llegó la sentencia por parte de Pacífico González, juez del Cantón Rumiñahui. El Código Orgánico Integral Penal (COIP) es claro. En el artículo 376 se habla de penas de entre 10 y 12 años para estos casos.

La sentencia iba a ser de 10 años de reclusión. Pero, el abogado recomendó a la familia de Martín Angulo que se declarara culpable, para buscar una rebaja de la pena. Siguieron el consejo y finalmente la sentencia de 40 meses fue dictada el 7 de octubre. De los cuales ha cumplido siete meses hasta el momento.

Luego buscaron que esa sentencia fuera rebajada a la mitad, aduciendo que no presentaba antecedentes penales. Su caso no calificó para este beneficio puesto que la pena original en este tipo de delitos es de 10 años y ya había recibido una rebaja.

La sentencia la cumple, pero no se resigna. Docentes del Mejía, excompañeros de Angulo; y su familia preparan un pedido de audiencia en la Presidencia de la República en busca del indulto estipulado en el Decreto 461. Tienes listos todos los requisitos y esperan presentar el caso la próxima semana. "Nunca me daré por vencido", dice Angulo mientras mira con tristeza a su esposa, en la sala de visitas, en el Centro de Detención.

La vocación de Ángulo se mantiene incluso ahora que está privado de libertad. Siendo un hombre estudioso de la Ley se ha dedicado a asesorar a los nuevos detenidos que llegan al Centro. "Muchos ingresamos a ciegas y somos objetos de extorsión". Además, ahora coordina el comedor del lugar, mismo que cuenta con una cocinera. Los mismos residentes deben costear sus alimentos.

Por un costo de USD 7 semanales, él se encarga de entregar el almuerzo y la merienda a sus compañeros. Ahora, incluso está a punto de aumentar USD 2 el costo del servicio, para también preparar desayunos. Además, con sus compañeros de habitación están planificando la preparación de un pavo para degustar en Navidad.

La vida de Martín ha cambiado radicalmente. Y está consciente de que cometió un error. Por beber y conducir provocó un accidente. Pero pide que la justicia tome en cuenta sus argumentos. Quisiera que la justicia les permita pagar con otras medidas como trabajo social o multas económicas.

A la familia le preocupa un posible traslado. Al tener una sentencia ejecutoriada podría ser llevado al Centro de Detención de Latacunga. Pero Sofía tiene fe en que no autorizarán su pase. Angulo, por su parte, dice "si Dios desea que me transfieran será porque quiere que sirva en otro lugar".

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