Redacción Tulcán
En las noches, los controles que la Policía Fiscal Aduanera de Colombia realiza en Rumichaca, para impedir el paso de mercaderías ecuatorianas, no son estrictos como en el día.
El miércoles pasado, a las 19:30, cinco carros que llevaban víveres de contrabando pasaron sin problema. La señal de una comerciante a los conductores bastó para cruzar al vecino país. El arroz, la azúcar, el maíz… estaban cubiertos con cobijas y camuflados debajo de los asientos.
Un pedido de la CAN
Los negociantes informales no descartan una paralización por las medidas tomadas por el Gobierno colombiano, de impedir el ingreso de víveres del Ecuador. A la protesta se unirían representantes d el transporte pesado de Carchi y de Ipiales.
La Secretaría General de la Comunidad Andina (CAN) envió, el pasado miércoles a Ecuador, una comunicación donde solicita que aclare ciertos puntos técnicos de su solicitud de salvaguardia cambiaria contra Colombia. El país tiene siete días para contestar esta exigencia de la CAN. Otros negociantes esperaban su turno y esperaban con paciencia en el lado ecuatoriano una nueva señal. La mujer les indicaba que pasaran cada vez que se alejaba del sitio la patrulla policial.
“Tenemos que trabajar, no es justo que no dejen pasar nada”, decía una negociante colombiana. A su lado estaba Carlos Pérez, quien llegó con un tanque vacío de gas. “Llevar gas a Colombia está muy complicado”.
Él gana USD 1 por pasar un cilindro de gas ecuatoriano al vecino país. En el lado ecuatoriano, el personal del Servicio de Vigilancia Aduanera chequeaba los vehículos con linternas.
Pero no solo los negociantes informales están afectados. Ayer, en las bodegas del centro de Tulcán, las ventas disminuyeron, a pesar de que era día de feria. “Apenas vendí USD 10 y ya es mediodía. La semana pasada, a esta hora ya tenía vendido USD 100”, comentó Luis Chamorro, comerciante.
Él, en su bodega, comercializa, huevos, refrescos y caramelos. Con voz entrecortada y con una evidente preocupación dice que el capricho de los presidentes de Ecuador y Colombia está generando una seria crisis.
En las bodegas donde se comercializan arroz y azúcar tampoco hubo ventas. “Tengo que pagar a los mayoristas que me surten cada ocho días, pero vendí poco”, dijo Gloria Chugá, propietaria de una bodega.
Rosa Vinueza, negociante ambulante de la calle Boyacá, el jueves pasado ganó USD 100. “Invertí en la mercadería de esta semana y me fue mal”.
Los conductores colombianos que estacionan sus vehículos junto a las bodegas no tenían clientela. Algunos se fueron sin pasajeros. Jorge Mora permaneció cuatro horas y no logró reunir ocho pasajeros para ir a Pasto.
A los conductores de las rancheras colombianas que recorrieron cuatro horas para llegar a Tulcán, porque se movilizaron por los pasos fronterizos no reconocidos, tampoco les fue bien.
Los carros retornaron sin cargas y con pocos pasajeros. Antes de las restricciones al paso de víveres ecuatorianos a Colombia, esos carros se regresaban repletos.
Los colombianos que llegaron a la feria no querían arriesgarse. “Sabemos que el personal de la Policía Fiscal Aduanera está al otro lado de los pasos fronterizos con Ecuador”, comentó Luisa Carapaz, comerciante colombiana.
En realidad, desde ayer, la Policía reforzó el control en esas carreteras. En el sector de La Pintada, vía que conduce a la parroquia de El Carmelo, dos camiones fueron revisados por personal de la Policía.
“Llevamos fruta colombiana, no camuflamos cosas malas”, decía uno de los comerciantes del valle del Chota, que conducía el automotor. El personal de la Policía chequeó el carro y lo dejó seguir. En el sector del río Carchi, en cambio, un contingente de militares revisó los carros que pasaban con mercaderías.
Al otro lado del afluente, ya en Colombia, Filadelfio Taimal, conductor colombiano, esperaba el trasbordo de las cargas, pero a diferencia de otros días hubo pocas.
Su preocupación aumentó cuando un grupo de conductores se acercó y dijo que la Dirección de Impuestos Aduaneros de Colombia instaló un retén móvil a dos horas de Ipiales. “Así no se puede seguir, queremos trabajar”, expresó y se retiró.
Las autoridades del Departamento colombiano de Nariño ratificaron ayer el incremento de los controles, para impedir el paso de víveres ecuatorianos.
Eso a pesar de que los comerciantes de Ipiales mantienen reuniones para lograr que se levante la medida. En las parroquias fronterizas del vecino país ya se siente la escasez de alimentos.