Redacción Ecuador
Desde hace 25 años Ximena Rosero se dedica al comercio informal en Tulcán. Su trabajo depende mucho de la cotización del peso colombiano. Cuando la divisa extranjera se desvaloriza, compra en el vecino país víveres, cosméticos y ropa, para vender en las ferias de la capital carchense.
El control no es integral en Carchi Los principales pasos fronterizos no reconocidos están ubicados en las parroquias Tufiño, Urbina, El Carmelo y en el sector del río Carchi. Hay informes de Inteligencia militar, que aseguran que por esas vías se movilizan drogas y armas hacia Colombia. Por más de una vez se ha intentado cerrar esas carreteras, pero los vecinos se han opuesto, para evitar que se les cierre una fuente de empleo.
Por cuestiones de seguridad, desde 2004, el Puente Internacional de Rumichaca se cierra todos los días, desde las 22:00 hasta las 06:00. Los policías ponen una gruesa cadena en el puente, solo se permite el paso de personas. Por esa razón, los contrabandistas se movilizan por las carreteras alternas. Los comerciantes llevan a Colombia arroz, azúcar, aceite, huevos, pollos y manteca, principalmente.Cuando el peso se encarece, hace lo contrario: compra en Tulcán, para vender en los mercados de Ipiales. Reconoce que su trabajo sí le deja réditos. La muestra de eso es que ha podido educar sola a sus cuatro hijos y ahora está a cargo de una nieta de 5 años.
Por más de una vez ha corrido riesgos. No son más de seis años, cuando un contingente de policías colombianos rompió los vidrios de su camioneta y se llevó toda la mercadería. “Me golpearon con un palo y me hijo salió en mi defensa y en tres le pegaron salvajemente”.
Esa madrugada, las autoridades del departamento de Nariño realizaron un operativo en el principal mercado de Ipiales. “Me dio mucho coraje, porque solo nos maltrataron a los ecuatorianos. No lo podía creer”.
Rosero, por más de una vez, ha pensado en dejar ese trabajo, pero su realidad no le permite. Ella está consciente de que lo que más sabe es revender productos. “Lo aprendí de mi madre, que también era contrabandista. Ella se daba de trompones con los aduaneros”.
Desde el pasado lunes, los comerciantes informales de Tulcán e Ipiales volvieron a tener fuertes fricciones con la Policía. La razón: la decisión del Gobierno colombiano de impedir el paso de víveres y combustible ecuatorianos. Eso, luego de que Ecuador puso una salvaguardia a 1 346 partidas de productos.
Los controles son estrictos en el Puente Internacional de Rumichaca. Allí, los uniformados no dejan pasar ni una cubeta de huevos de Ecuador.
Miguel Cajas se conoce de principio a fin toda la teoría del contrabando. Él sabe que cuando hay una masiva presencia de policías y militares en Rumichaca, la mejor opción es utilizar los pasos fronterizos no reconocidos. Entre Carchi y Nariño hay 23.
Estas vías están ubicadas en la zona rural y permiten enlaces rápidos entre las parroquias de Ecuador y de Colombia. En esas carreteras los controles son muy esporádicos.
Cajas, desde hace ocho años, se dedica al contrabando de gas de uso doméstico.
Él tiene una motocicleta y pasa de cilindro en cilindro el límite internacional. La bombona que en Ecuador cuesta USD 1,60 en las calles de Ipiales se vende a USD 13.
“Me hago hasta tres viajes al día y, por lo regular, me quedan USD 30 libres. Yo no fui al colegio, porque desde pequeño andaba con mi fallecido padre”.
Historias similares son muy comunes en Tulcán. Se calcula que el 80% de habitantes se dedica al contrabando.