Afuera del hospital Eugenio Espejo se encuentran varios comerciantes que ofrecen ropa, comida, dulces… Foto: EL COMERCIO
No están en un solo lugar, con sus canastos sobre el brazo recorren la av. Gran Colombia, pasan por sus transversales, las calles Piedrahíta, Luis Saá, Sodiro y luego dan una vuelta por el tradicional parque La Alameda. Cerca de la laguna se quedan por 10 a 15 minutos, todo depende de la cantidad de usuarios de los botes.
Desde el viernes el movimiento se duplica en este sitio y el tiempo que se quedan puede incrementarse. Finalmente retornan a la av. Gran Colombia entre la calle Luis Sodiro y Yaguachi, por la entrada a emergencias del hospital Eugenio Espejo. Ahí se estacionan por unos 15 minutos para luego iniciar de nuevo el recorrido.
Quienes hacen este trajín de lunes a viernes son cuatro mujeres que tienen entre 22 y 35 años, son de Ambato y en sus canastos ofrecen choclos con queso y fritada. Una de ellas es Gladys Illugani, de 25 años. Ella explicó el porqué de su trajín: es que si no se mueven de esa manera, no venden. Además, de que al estar en constante movimiento les da seguridad ante a los controles municipales y con estos, el retiro de sus productos.
En este sector sus clientes potenciales son múltiples, debido a la gran afluencia de trabajadores (Asamblea, notarías, oficinas de abogados, cafenets…); pacientes y sus familiares (hospital Eugenio Espejo y maternidad Isidro Ayora) y niños y jóvenes (estudiantes y visitantes del parque La Alameda).
En la acera que da a la entrada de emergencias del ‘Eugenio Espejo’, ubicado en la av. Gran Colombia, entre las calles Sodiro y Yaguachi, de lunes a viernes se colocan 12 vendedores, aunque desde el miércoles los mismos comerciantes refieren que esta cifra puede aumentar.
Los vendedores recorren la av. Gran Colombia y sus transversales. Foto: EL COMERCIO
Con sus mercaderías sobre un plástico, desde las 10:00 hasta las 18:00 ofertan en general, comida y ropa. Este horario coincide con el horario de visitas de la casa de salud, que según un galeno que labora en la institución, es de 10:00 a 16:30.
Hay una variedad de comida, choclos, espumilla, agua de coco, helados, maduro con queso y ¿de ropa?, en ese aspecto se encuentra todo térmico, sacos, pijamas, abrigos, gorras… Los pacientes de este hospital son de todas partes del país. Quien viene de la Costa, no desaprovecha la oportunidad de ‘ir comprando un abrigo’.
Los hay de todo precio, con y sin capucha, con cierre y con botones. Los modelos y los colores hay variados. Hay cuatro personas que ofertan este tipo de ropa. Uno de ellos es Andrés Torres, de 22 años, quien empieza a trabajar desde las 10:00 hasta las 18:00.
Torres trae sus productos de Otavalo, aunque explicó que también confecciona parte de su mercadería como por ejemplo los abrigos. Los vende a 10 dólares.
La presencia de tres paradas de bus, una de ellas de La Ecovía, genera un alto tránsito peatonal.
En las calles Piedrahita, Hermanos Pazmiño y Luis Sodiro, transversales a la av. Gran Colombia, tienen ventas de CDs, libros, golosinas, comida típica, adornos y cuadros.
En la Luis Sodiro, entre la calle Luis Saá y av. Gran Colombia, puede encontrar maduros con queso. Foto: EL COMERCIO
Algunos vendedores aparecen y desaparecen con el paso de un autobús, pues acostumbran aprovechar que en la av. Gran Colombia, entre la Piedrahita y Luis Saá, sentido norte-sur, hay una parada de buses. Algunas empresas de trasporte, además marcan tarjeta en este sitio y es costumbre recorrer lentamente este tramo para tomar pasajeros.
A lo largo de la calle Piedrahita, desde la av. Gran Colombia hasta la calle Clemente Ponce se colocan vendedores de gorras tejidas a mano, bufandas, CDs y DVDs que se escuchan en una grabadora para probar ‘por si acaso’ a sus clientes que compran algo bueno y libros de todo un poco, literatura, el test para la licencia de conducir, textos para colorear y diccionarios.
También hay tres puestos de golosinas que ofertan gomitas, gelatinas, chicles y chocolates. En la Piedrahita y Gran Colombia hay dos. Ximena Simbaña, es una de ellas quien se ubica desde la 13:00.
Simbaña explicó que debe salir por la tarde a vender su mercadería porque con el sol esta se derrite o se daña. Ella junto a su compañera colocan sus golosinas sobre unas cajas de madera para levantar el producto y sea visible al peatón. Aunque no se quedan por mucho tiempo, se turna a medida que pasa la tarde para subir a un bus y ofertar tres ‘manichos’ por un dólar.
En la Luis Sodiro, entre la calle Luis Saá y av. Gran Colombia, se ubica una comerciante de maduros con queso. Ella es prima de Carmen Toapanta, quien también oferta el mismo producto unas cuadras más al norte. Toapanta vende 50 maduros cada día. Para ella los días que hace fríos son los que se incrementa su venta porque la gente prefiere productos calientes.
Estas ventas en las calles se suman a la de un sector fuertemente comercial, de negocios de locales que cuentan con años y que ofertan bienes y servicios relativos a la zona médica y burocrática en la que se encuentran.