Comandantes y jefes en la lista de fallecidos

Ayer fue velado el teniente coronel Santiago Apolo. Foto: Alfredo Lagla / EL COMERCIO

Comandos, paracaidistas, expertos en aviación, tácticas de guerra, antiterrorismo y contrainteligencia. Los 22 militares que fallecieron el martes en Pastaza tienen un largo historial de entrenamiento en operaciones especiales. Todos integraban unidades élite en las FF.AA.
La mitad de soldados (12) formaba parte de la Brigada de Fuerzas Especiales, una unidad acantonada en Latacunga, especializada en operativos no convencionales y que entrena a los uniformados en paracaidismo, jefes y maestros de salto, hombres rana, salto libre, andinistas o guías de canes.
En esta Brigada estaba el mayor Juan Ordóñez, subdirector de la Escuela de Fuerzas Especiales; el capitán Diego Icaza, comandante del Escuadrón de Comandos; el sargento segundo Óscar Villa, jefe del núcleo de reconocimiento de Comandos; o Santiago Sarango, analista de Inteligencia en la unidad de Comandos.
“Perdimos a gente valiosa. Militares élite que buscaban especializarse en salto”, relata un oficial que los conoció.
Los paracaidistas que volaban en el avión Arava 206 se entrenaban para alcanzar el rango de maestros y jefes salto. El primer curso dura tres semanas y el segundo un mes.
Ayer, Teresa Mejía, madre del capitán Icaza, recordó a su hijo y comentó que llevaba dos semanas de adiestramiento en la Brigada de Selva Pastaza.
Sus restos fueron sepultados en las últimas horas en el cementerio de Tanicuchi, una parroquia de Latacunga, de donde el oficial era oriundo.
Para las Fuerzas Armadas, los boina roja, como se conoce a quienes integran la Brigada de Fuerzas Especiales, son considerados “orgullo institucional”. “Ellos son nuestros mejores hombres”, se reconocen en un video que detalla las tareas que ejecutan los militares de esta dependencia.
Pero no solo esta unidad perdió a soldados de larga trayectoria. En el Arava 206 también viajaban tres uniformados del Grupo Especial de Operaciones del Ecuador (GEO), otro equipo élite del Ejército especializado en contra y antiterrorismo, inteligencia, misiones de asalto y protección a altos funcionarios.
El teniente coronel Santiago Apolo, comandante del GEO, murió en el accidente. Fue uno de los oficiales que rescató al presidente Correa, el 30 de septiembre del 2010.
“Le ayudó a subirse al carro que lo sacó del Hospital de la Policía”, comentó ayer Lorena Sánchez, esposa del militar.
Su familia enterró sus restos en el Camposanto Monteolivo de Quito. “Él amaba su profesión. Fue un hombre ejemplar y valiente”, recordó Sánchez.
Esa valentía también caracterizó al capitán Cristian Zambrano. Se desempeñaba como comandante del escuadrón contra el terrorismo en el GEO.
Los militares reconocen que los 22 compañeros caídos en Pastaza dejan un vacío en las FF.AA., por su alta preparación en operativos complejos.
De hecho, la mayoría ocupaba altos cargos en la institución.
El mayor Gerson Flores, por ejemplo, era el jefe del departamento de personal del Comando en la Brigada de Fuerzas Especiales. Fue otras de las víctimas del accidente.
Ayer, su esposa y sus tres hijos decidieron trasladarlo a Santo Domingo. Era oriundo de la parroquia San José de Minas (Pichincha), pero en tierra tsáchila pasó un largo período de su carrera militar.
En Pichincha, Napo, Santo Domingo, Loja, Cotopaxi, Chimborazo y en Tungurahua... a estas provincias llegaron los restos de los 22 soldados. Y en todas se repetía el vacío que dejan en las FF.AA.
En contexto
El Ministerio de Defensa dijo que el Arava operó 24 años y su período de vida útil era de 30 000 horas de vuelo. Tuvo su primer mantenimiento a las 4 800. Al día del accidente tenía
6 462 horas y le faltaban 3 138 antes de su siguiente revisión total (Overhaul).