Santiago Zeas B. Corresponsal en Bogotá
De la actitud hostil e inquisidora de la Casa de Nariño, sede del Gobierno de Colombia, hacia Ecuador casi no quedan rastros.
Al cumplirse dos años del ataque colombiano a una base de las FARC en Angostura, desde Bogotá desaparecieron las denuncias contra el régimen de Rafael Correa, por sus aparentes vínculos con la guerrilla, basados en los datos de los ordenadores del abatido Raúl Reyes.
4 cargos
colombianos enfrentaban un juicio en Sucumbíos por el ataque de Angostura.
Solo desde el segundo semestre del año anterior, el gobierno de Álvaro Uribe decidió modular su postura, enterrar los gestos inamistosos y priorizar el diálogo.
Sin embargo, desde que retomó el contacto bilateral, quedó flotando la interrogante sobre los motivos de peso que llevaron a Colombia a replantear su actitud frente a Ecuador.
Hoy, cuando la normalización de relaciones está enrumbada y hechos claves se han decantado, quedan en evidencia cuatro razones en ese cambio de actitud. Todas importantes para la Casa de Nariño y para el futuro de la línea política de Uribe.
Motivaciones en los ámbitos de la seguridad, geopolítica, comercio exterior y de la política electoral se fundieron para obligar a Colombia a repensar el nexo bilateral con Ecuador.
La difícil y complicada situación de seguridad fronteriza fue la primera de las razones para el cambio de actitud. Tras el ataque a Angostura y la posterior ruptura de relaciones, la coordinación de las Fuerzas Armadas quedó reducida a su mínima expresión.
Con ello, los niveles de inseguridad en el cordón fronterizo crecieron, facilitando las operaciones de los grupos guerrilleros. Solo entre el 9 de agosto y 15 de septiembre de 2009, la presencia de las FARC se potenció en el Putumayo, a través de atentados y la instalación de explosivos en los poblados de Pto. Guzmán, Pto. Asís, El Tigre y San Nicolás.
Ante esa realidad, en Colombia se comprendió que la disminución en las tareas de coordinación militar con Ecuador solo incentivaba la presencia guerrillera. “Es importante que se pueda intercambiar información y trabajar de manera coordinada. (…), respetando la jurisdicción, el territorio de cada país”. Esas palabras del canciller colombiano Jaime Bermúdez confirman que su país sabía que era necesaria la colaboración de Ecuador.
Los resultados fueron inmediatos. El 20 de enero pasado, una vez que se restableció la Comisión Binacional Fronteriza (Combifron), la Fuerza Pública colombiana volvió a asestar un golpe duro a las FARC, al abatir a ‘Édgar Tovar’, jefe del Frente 48, que manejaba el negocio de la droga.
Por entonces, el propio ministro de Defensa, Gabriel Silva, agradeció el intercambio de información con Ecuador, que ayudó a ejecutar esa acción contra la guerrilla.
De la mano del factor de seguridad estuvo el complicado escenario geopolítico de Colombia, marcado por el deterioro de sus relaciones con Venezuela, a raíz de la suscripción del acuerdo que permite a EE.UU. el uso de siete bases militares. En el vecino del norte había conciencia de que era menos incómodo solo solucionar el frente abierto con el presidente Hugo Chávez.
“En esas circunstancias a Colombia le conviene mantener buenas relaciones con Ecuador”, sostiene el analista Andrés Mejía.
De su tensa relación con Venezuela surge el factor comercial, que obligó a un acercamiento al Gobierno ecuatoriano. El congelamiento de relaciones con Caracas perjudicó a la economía colombiana, al reducir sus exportaciones en USD 2 000 millones el año anterior.
Por ello, Colombia no podía darse el lujo de que se repitiera un escenario parecido –aunque en menor proporción- con Ecuador. En efecto, en 2009 las exportaciones hacia el país se redujeron en USD 380 millones, una tendencia que Bogotá espera que termine tras el fin de las salvaguardias que Quito aplicó a productos colombianos.
Por último apareció una razón estrictamente política, vinculada a las elecciones del 30 de mayo. Desde que la Justicia ecuatoriana decidió procesar al ex ministro Juan Manuel Santos, por el ataque a Angostura, el gobierno de Uribe buscó por todos los medios que se echara abajo ese proceso. Santos se había convertido en la figura fuerte del ‘uribismo’, con opciones de aspirar a la Presidencia en caso de que no prosperase el referendo reeleccionista, como efectivamente ocurrió. Por ello, desde la Casa de Nariño, se pidió a Carondelet que hiciera lo posible para que se archivara el juicio contra Santos, y así cuidar la imagen del ya candidato presidencial que ha prometido mantener buenas relaciones con sus vecinos.
Un pedido, atendido
Del lado colombiano existe una condición para el restablecimiento pleno de las relaciones diplomáticas con Ecuador, que prácticamente ya fue cumplido.
Se trata del archivo de los juicios contra el ex ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, y el mando de la Fuerza Pública colombiana que planificó y ordenó el ataque del 1 de marzo de 2008.
La Justicia ecuatoriana sobreseyó provisionalmente a Santos y al resto de procesados ante un Juzgado de lo Penal de Sucumbíos.
Mientras que Ecuador exige que se presente toda la información del ataque de marzo de 2008 y la copia de los discos duros del ordenador de Raúl Reyes.