Clínica que atendió a francesa es indagada
Redacción Judicial
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La muerte de la francesa Charlotte Mazoyer provocó la reacción de la Defensoría del Pueblo de Pichincha. El organismo abrió un expediente contra el representante legal del Hospital Clínicas Pichincha, ubicada en Quito.
Hasta esa casa de salud fue trasladada la joven, luego de ser atacada en el exterior de su lugar de residencia, en Guápulo, el 12 de septiembre. Charlotte Mazoyer, ecóloga de 27 años, llegó a Ecuador en 2006 y trabajaba como investigadora del Instituto de Investigaciones para el Desarrollo (IRD), del Consulado de Francia.
El 12 de septiembre, cerca de las 21:00, testigos observaron cómo “un hombre se acercó a ella, disparó a quemarropa y luego huyó en un taxi”. Charlotte logró caminar hasta el edificio Encalada. El guardia del lugar la socorrió y fue llevada a la casa de salud.
El martes, el padre de Charlotte, Bernard Mazoyer, llegó a Quito y denunció que su hija no fue atendida a tiempo. Consternado, reclamó: “Requería una intervención quirúrgica del tórax inmediata a fin de identificar y parar la causa del sangrado, pero la cirugía fue retardada dos horas por los médicos de la clínica”.
El mismo día, el Hospital de Clínicas Pichincha recibió una notificación de la Defensoría del Pueblo. En el oficio, que fue suscrito el lunes, se solicitó a la clínica que “conteste, informe y remita la documentación pertinente del caso, en máximo ocho días”.
Se investiga una posible negligencia médica. Cristophe Tzourio, tío de la joven y médico francés, revisó la hoja clínica de Charlotte y se entrevistó con los médicos del hospital. Su diagnóstico fue enfático: “Le quitaron toda esperanza de vida”. Según él, se comprobó “que llegó a la clínica consciente, pero con una hemorragia y una fuerte duda de herida en el corazón. La cirugía era básica para su salvación”.
Mazoyer reseñó que otros expertos en cirugía cardiotorácica, franceses y ecuatorianos, confirmaron que los galenos que atendieron a su hija no actuaron con base en el procedimiento.
Hernán Solórzano, secretario ad-hoc de la comisión de Pichincha de la Defensoría del Pueblo, dirige la indagación del organismo. Uno de sus asistentes señaló: “Si se encuentran indicios de negligencia médica, se notificará a la Fiscalía y al Colegio de Médicos. Hasta ahí puede llegar la Defensoría, porque no es un ente con poder coercitivo”.
Una vez que reciban la documentación del hospital, se citará a sus directivos para que expliquen en detalle cómo atendieron la emergencia de la vulcanóloga.
Germán Rueda, médico de la Clínica Pichincha, dijo a este Diario que las principales autoridades de la clínica se reunieron ayer, a puerta cerrada, para tratar el tema. Está previsto que hoy den una versión oficial sobre lo ocurrido.
Aunque adelantó que los médicos asignados a Charlotte cumplieron con los procedimientos médicos y que lo demostrarán.
De forma paralela, la Fiscalía investiga el crimen, especialmente el ataque. En un principio, las autoridades sospecharon que podía tratarse de un asalto. Pero la hipótesis se descartó, porque no hubo evidencias de robo y porque amigos de la joven francesa coincidieron en que ella era una persona que no habría opuesto resistencia por su carácter, y que incluso había comentado que no tenía problema en prescindir de lo material, en caso de asalto.
La noticia del crimen fue hecha pública en Francia, no solo a través de la prensa. El Ministerio de Asuntos Exteriores y Europeos emitió un comunicado solidarizándose con la familia de Mazoyer. En su portal en Internet, dijo estar “consternado con esta situación particularmente dolorosa”.
Investigadores franceses (forenses y policías) colaboran con la Fiscalía en Ecuador. El Consulado de Francia en Quito se comprometió a mantener “un estrecho contacto con las autoridades policiales y judiciales”.
En la Dirección Nacional de la Policía Judicial se informó que el asesinato es considerado una prioridad para los investigadores.
El padre de Charlotte pidió celeridad para hallar pistas firmes que den con los responsables.
Bernard Mazoyer recordó que ella no pensaba regresar de inmediato a su natal Francia. Al terminar su investigación quiso conocer más sobre Ecuador.
Horas antes de su muerte envió a su padre un e-mail, en el cual decía que obtuvo una visa de trabajo por dos años más. “Se había quedado encantada con el país y con la forma de ser de su gente”.