Las cifras

La semana anterior se hicieron públicas las cifras de crecimiento económico y de empleo. En sus intervenciones, los portavoces oficiales señalaban que se está transitando por el camino adecuado. Una lectura más objetiva, al menos, prende luces de alerta. El país crece, la sensación en la población es que, al momento existen recursos. El problema radica en que, pese a la extraordinaria bonanza petrolera, las cifras aún son muy bajas teniendo en cuenta las reales necesidades de dar un vuelco a la situación actual. Países cercanos duplican esas tasas por un elemento muy simple: confianza de los sectores productivos. Acá, luego de cuatro años, se continúa a momentos arremetiendo en contra de quienes realizan inversiones. Para ser justos, no solo desde el Ejecutivo se incurre en estas prácticas. Circula un proyecto de ley de reforma laboral presentado por un grupo de asambleístas de tiendas de la oposición, que pretende eliminar la prescripción en materia laboral. ¿Se busca con ello crear un ambiente atractivo a la inversión? ¿Se disputan, acaso, cuál grupo es más generoso en ofrecimientos que afectarán, a la larga, a la economía? ¿Qué dirá el oficialismo al respecto? ¿Pensarán que existe un electorado en disputa al que hay que adular?

No solo se crece poco, no existe nada más allá del petróleo. Si los precios cayesen a los valores históricos, la economía la pasaría muy mal. Se lo ha dicho varias veces, si bien la inversión estatal puede ser buena, lo mejor hubiera sido que ingresen capitales para la ejecución de proyectos de infraestructura. Efectivamente, esta es una opinión que difiere de la oficial. Pero es un punto de vista que se sostiene en los resultados que han alcanzado países que han aplicado estas políticas. Basta revisar a cuál de sus poblaciones le va mejor.

En cuanto al empleo, se insiste en que ha bajado la tasa de desocupación respecto del año anterior. Puede ser así. Pero no se menciona en absoluto que la tasa de subempleo permanece en los mismos niveles. Hay que repetir, en consecuencia, que de 10 ecuatorianos solo 4 tienen empleo formal. ¿Se puede lograr una verdadera cohesión social sin crear fuentes de empleo? ¿Podemos afirmar que vamos por el camino adecuado si se insiste en volver más rígidas las relaciones laborales que únicamente privilegian a quienes por ahora tienen trabajo? Bastaría ver que, en la década anterior el subempleo descendió cuando se ejecutaban obras de infraestructura de gran envergadura a manos de la iniciativa privada. Allí están las cifras.

En suma, las autoridades deberían convencerse que si, a su parecer se han hecho bien las cosas, es posible hacerlas aún de mejor manera. Para ello solo hay que despojarse de los prejuicios y entender que, más allá de los intereses políticos, hay un ejército de compatriotas que demandan en forma urgente ser incorporados a un sistema que les brinde oportunidades, no que los excluya.

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