Ciudadanos venezolanos duermen en las inmediaciones de Migración de Ipiales. Foto: Francisco Espinoza para EL COMERCIO
Un silencio inusual inundaba el sábado, 12 de marzo del 2018, el Puente Internacional de Rumichaca, en la frontera entre Ecuador y Colombia. La disposición de que ni personas ni vehículos pasen de un lado al otro de la frontera se cumplía inflexiblemente.
“Nadie puede entrar ni salir”, informaba un policía colombiano a los pocos transeúntes que arribaban hasta las vallas que bloqueaban el paso hacia el viaducto.
Hasta el mediodía del sábado habían transcurrido 42 horas, de las 70 del cierre dispuesto por el Gobierno del presidente Juan Manuel Santos, debido a las elecciones legislativas que se realizan este domingo.
La medida no solo afecta a habitantes de poblados fronterizos de las dos naciones, también a viajeros, especialmente venezolanos, que abandonan su país por la crisis.
El cierre del principal nexo terrestre entre las dos naciones tiene varadas a decenas de llaneros en Ipiales, ciudad limítrofe con Tulcán.
Desde el viernes, un grupo de 13 personas decidió pernoctar en las inmediaciones de la Oficina de Migración de Colombia, a pesar de que la atención se reanudará recién el 11 de marzo, a partir de las 16:00.
Ciudadanas como Delany Jiménez, oriunda del estado de Yaracuy, situado en el centro norte de la República Bolivariana de Venezuela, cuenta que el viernes último arribaron a Rumichaca, tras una travesía de un día y medio por Colombia. La mujer, de tez blanca y contextura delgada, explica que prefieren dormir en el exterior de esta dependencia hasta poder reanudar el viaje hacia Perú. Los extranjeros reciben muestras de solidaridad de vecinos de esta urbe colombiana. “Hay personas que vienen a regalarnos comida por solidaridad”, dice Jiménez.
Aunos 70 metros del Puente Internacional de Rumichaca, otro grupo de venezolanos -con plásticos y maderos igualmente donados por personas compasivas- improvisó carpas para aguardar la reapertura de la frontera.
Además, con piedras y leños armaron un fogón en el que preparan sus alimentos. Mientras corta algunas papas para preparar un caldo, José Fernández, uno de los improvisados cocineros, comenta que mujeres y niños fueron albergados en casas de personas que viven en el sector.
Otro grupo más numeroso de viajeros de esa nación, en cambio, prefirió quedarse en la terminal terrestre de Ipiales. La mayoría de personas ocupa bancas y sillas del pasillo central de este edificio de dos pisos, en donde tratan de atenuar la larga espera. Usan cobijas para protegerse del frío.
Uno de ellos es William García, del costero estado de Zulia, quien esperaba reanudar su periplo hasta Quito, en donde le esperan varios familiares.
Como la mayoría de coterráneos, García asegura que va en busca de mejores días y de trabajo, porque en su país estaba pasando hambre.
Dueños de restaurantes piden a viajeros que donen voluntariamente dinero para poder dar a los venezolanos café, aguas aromáticas y sopa.
En el lado ecuatoriano, entre tanto, las 12 ventanillas de la oficina de Migración lucían vacías. Un funcionario indicó que los trámites de viaje, de ingreso o salida del país, estaban suspendidos y que el personal de turno fue asignado a otras funciones.
En las últimas semanas, este centro ha atendido entre 2 800 a 3 000 personas diariamente. La mayoría de los viajeros provenía de Venezuela.
El cierre de este paso terrestre también se siente en la terminal terrestre de Tulcán.
“Ahorita no hay ni un venezolano para viajar al interior del país”, asegura Carlos Vela, administrador de este centro de pasajeros del norte del país.
Por ello, desde este sitio, ayer partían únicamente los autobuses con frecuencias ordinarias, a diferencia de días anteriores, en donde fue necesario aumentar los turnos para satisfacer la demanda.
Por ejemplo, a Guayaquil, uno de los destinos transitorios de los venezolanos, los viajes se incrementaron de 9 a 20 fletes diarios.
Los vecinos y dirigentes de gremios comerciales de Tulcán e Ipiales mostraron su desacuerdo por la extensa suspensión. En procesos electorales anteriores, Colombia cerró sus fronteras, pero solo por 24 horas o menos, comentó Diego Tarupí, presidente de la Cámara de Comercio de Tulcán.
Harold Delgado, directivo de la Cámara de Ipiales, en entrevista con Noticias Caracol de Colombia, aseguró que los negocios locales pierden alrededor de USD 347 400 (1 000 millones de pesos) al día por falta de clientes, especialmente ecuatorianos. Además, no hay paso de mercancías e insumos de importación y exportación entre las dos naciones.
En contexto
El gobierno del presidente colombiano, Juan Manuel Santos, ordenó el cierre de su frontera para garantizar la seguridad durante las elecciones de hoy. La medida rige desde el pasado 8 de marzo. Los servicios migratorios también fueron suspendidos ese día.