La av. San Juan de Dios, en Playa Chica, es una de las vías más utilizadas por los ciclistas para hacer sus recorridos nocturnos. Salen unas 40 personas. Foto: Galo Paguay/EL COMERCIO
Hace siete meses, Aníbal Jiménez organizó el grupo Pedaleadas Nocturnas Los Chillos. Sus 40 integrantes, hombres y mujeres, se reúnen los jueves, a las 20:00, en la av. San Juan de Dios. Ellos ven al ciclismo como una actividad de recreación y buena vecindad.
Es una práctica que realizan por las noches ya que, por las mañanas, las principales calles y avenidas del valle tienen alta carga vehicular y no hay espacios que puedan ser utilizados con seguridad. Por ejemplo, por la avenida Ilaló, que une a las parroquia de Conocoto con La Merced, circulan, a diario, unos 7 000 automotores.
Al principio, este grupo estaba conformado por seis personas, pero por la afición que existe en el sector, el número se ha incrementado. Generalmente, sus recorridos alcanzan una distancia de 30 km. Entre las rutas más usadas están la avenida Ilaló o la Intervalles, que va hasta Tumbaco.
“Transitar por estas vías es complejo. A dos de nuestros compañeros casi los atropellan. Al igual que a mí”, dice Jiménez con preocupación.Una vía que está descartada es la General Rumiñahui, por el grado de peligrosidad: circulan cada día unos 70 000 vehículos.
En los últimos dos años, estos grupos de aficionados al ciclismo han crecido en el valle de Los Chillos. Este Diario contabilizó 15 que, en promedio, tienen entre 50 y 60 personas.
Esteban Rivas vive en Mirasierra, vía a El Tingo. Al principio tenía temor de salir en las noches, por la inseguridad. Pero ahora tiene la posibilidad de ciclear con menos riesgo, ya que lo hace con sus ‘compas’ del grupo en las vías donde la carga vehicular disminuye.
“Aprovecho este espacio para salir y disfrutar de mi bicicleta y de las calles. Sin embargo, sería positivo contar con espacios y vías para transitar; es decir ciclorrutas”.
Los martes también son días en los que se observa más grupos de ciclistas aficionados. Son fáciles de identificar por la ropa abrigada que usan, los elementos reflectivos y por las luces delanteras y posteriores en cada bicicleta.
En la avenida San Luis se reúnen cerca de 50 personas, pasadas las 20:00. Dennise Mendoza es una de ellas. Hace cinco meses se unió a este grupo. Decidió vincularse luego de una reflexión que le hiciera su padre sobre otras alternativas para movilizarse, incluso dejando el auto en casa.
Si hubiese oportunidad fuera, incluso, a su trabajo en bicicleta, pero el riesgo y la distancia (su trabajo es en Quito) son los limitantes para hacerlo.
En su caso, no puede salir en bici a su trabajo porque labora en el norte de Quito. Sin embargo, cuando está en el valle se moviliza tomando las respectivas medidas de seguridad.
A más de reunirse y de practicar el ciclismo urbano, los integrantes de estos grupos se han puesto sobre los hombros la meta de incorporar a más habitantes de Los Chillos y generar más participación entre los ciudadanos para disponer de ciclorrutas y otros espacios que les permitan realizar esta actividad, en espacios seguros.
Actualmente, las dos ciclorrutas que existen en Los Chillos están en la jurisdicción del cantón Rumiñahui, pero resultan pequeñas: el Paseo Escénico Santa Clara, que tiene 1 300 metros de distancia y el trazado de la avenida Mariana de Jesús, con 600. Es decir, 1 900 metros de vía en un valle donde viven unas 300 000 personas.
Aníbal Jiménez, integrante de Pedaleadas Nocturnas, señala que las autoridades deben garantizar la seguridad a todos los usuarios de las vías para que transiten con tranquilidad. No han tenido éxito con sus peticiones; por lo que han tenido que organizarse y paliar la falta de vías para ciclistas, priorizando su seguridad, en especial con los choferes imprudentes.
Otro de los inconvenientes son los parqueaderos. Para Hernán Burneo, mucha gente no saca la bicicleta porque no hay sitios seguros donde dejarlas. “Hay personas que tienen miedo porque les pueden robar sus bicicletas”.
Los únicos espacios disponibles de este tipo están en un centro comercial de San Rafael. Aquí hay unos 20 estacionamientos. En otro centro comercial de la zona hay otros 10. Lo que es insuficiente para ellos.
Iván Alvarado, director de Obras Públicas del cantón Rumiñahui, aseguró que se han esforzado por reconocer otras formas de movilidad. Lo que implica habilitar espacios para que se desarrollen actividades como ciclear.
“Se planea que haya una ciclovía que vaya por el interior del parque Santa Clara. La misma que llegará hasta El Choclo”. Pero, asegura, que no hay otras alternativas porque las calles del cantón son muy estrechas. “Se complicaría más el tránsito vehicular”.