Flavio Paredes
Redacción Cultura
No reconocer a Christoph Baumann en la calle es algo casi imposible. Más de dos metros de altura, cabello tan rubio que parece blanco y largas extremidades, su figura sobresale en medio de las calles capitalinas. Allí, donde la media es 1,65 m, parece que él nos aplasta.
Mi nombre es Christoph Baumann, a lo mejor me han visto en la pantalla de sus televisores o trepado en algún escenario. Hace 2 5 años llegué a Ecuador. He participado en varias obras de teatro y en programas de TV. Actualmente, hago una versión de ‘Hamlet’. ¡Qué risa!
yo creo que hay una multiplicidad de factores culturales que te llevan a apreciar la riqueza de la vida.Y el buen humor está en percibir con todos los sentidos esa fuerza vital.Pero este teatrista alemán no vino para destrozarnos con su calzado enorme, sino que llegó para darle a esta ciudad, la de la sal quiteña, otro rostro para el humor, uno pálido, enjuto y de ojos claros. “Ser tan alto, a mí mismo me da risa”, dice con ese acento germánico, pero que, en la palabra, no escapa de los ecuatorianismos.
¿Cómo es reírse de uno mismo?
(Ríe). ¡Chuta!, es la pregunta clave. En mi casa, viene de mi padre que solía reírse de condiciones duras. Uno tiene ese sentimiento de no tomarse demasiado en serio, la facultad de ponerse a distancia, verse desde fuera y sacar una broma de su propio accionar. Para mí, ha sido algo muy saludable, aunque hay situaciones en las que te cabreas. En todo caso, es vivir las cosas pero no darle una seriedad última. El humor es, también, una fuerza con la cual te blindas de cosas muy duras, de la realidad que te hunde.
Ud. supo manejar el prejuicio existente ante el alemán serio y frío…
Eso es solo un estereotipo. Si se estudia la cultura alemana, se encuentra que la comicidad es muy desarrollada. Hay el show satírico y político, de individuos que cultivan el humor como un arma contra el poder. En las regiones alemanas del vino, cerca de Colonia, siempre hubo una mezcla de culturas que propició carnavales exuberantes. Con mi humor especial, vengo de allí, pero aquí se desbordó con toda la sal quiteña.
¿Al buen humor se lo trata desde la seriedad?
Alguna vez intenté leer ‘La risa’ de Henri Bergson, me costó muelas (ríe, otra vez), pero entendí una idea: si un hombre con pierna rígida cruza la calle y luego tropieza la gente se ríe.
Cuando la vida se pone dura, se mecaniza, siempre se desata la risa, la gente no puede reaccionar de otra manera. Muchas bromas tratan de caricaturizar a cosas que no fluyen
como deberían. Y Bergson dice mucho más, pero definitivamente no es una guía para ser cómico; de alguna forma naces con eso.
Entonces, entre risa y evocación, Baumann recuerda los tiempos cuando trabajaba con Pepe Morán y ‘Mosquito’ Mosquera, cuando antes de subir al escenario se ‘cagaban de la risa’ . “Una vez, mientras comíamos, mi perro nos miraba, imitándonos. Fueron 30 minutos de risa, de ver cómo ese animal adoptaba formas humanas”. Al momento, reconoce el tipo de humor de Morán, siempre mirando con ironía, y de Mosquera, improvisar en las situaciones desde la observación.
En su vida ¿hay espacio para el llanto, para la tristeza?
Por supuesto, un ingrediente para el humor es conocer la soledad, la tristeza. Pasé parte de mi infancia en un internado religioso y, ‘¡ fucha!’, estar lejos del ambiente familiar, en un medio adverso, fue necesario para desatarme. El humor sale de la adversidad, te da una puerta para soltar la rabia o la tristeza profunda.
Entonces, es verdad lo de “reír para no llorar”…
No hay una fórmula. Es una energía vital, que así como viene, se va. Si todos se contagian de una risa, es porque tiene que ver con las circunstancias de sus vidas. (Dice que no les ‘para bola’ a esas campañas de ‘sonría al prójimo’, que “cada uno es como es”).
¿El humor tiene fronteras?
El humor está ligado a la cultura de donde vienes, una cosa que dices puede tener diferentes significados. Una vez hablando de corrupción, dije “ hay ‘mano negra”, y un tipo que vive en Esmeraldas, dijo “ lo mismo pasa aquí, pero son 40 las manos que se levantan”. Adquiere otro significado, pero no tiene fronteras según la manera en la que mires la vida. La actitud de no tomarte demasiado en serio puedes experimentarla en cualquier lado del mundo. En cuanto al lenguaje y a las circunstancias concretas sí se rigen de los valores culturales.
¿Cuál es la característica del humor ecuatoriano?
Ecuador es megadiverso en personas y culturas. En Quito, donde he vivido 23 años, está la sal quiteña. Son muy rápidos, con frases de sentido ambiguo, a algo aparentemente serio le dan vueltas y atrás aparece otro significado, además, como todo humor, aliviana la pesadumbre.
¿Cómo reacciona si alguien le llama payaso?
El término se ha venido a menos. Una vez el Pepe Vacas decía que por qué no se hacen los basureros con cara de políticos, en lugar de payasos. El ser un buen payaso es un arte tremendo, son grandes artistas que van de la soledad al cielo más alto del humor.
¿Qué le causa mayor risa?
Es difícil, depende del instante. A veces me la causa un cómico que ha preparado bien su trabajo y que se mantiene espontáneo. En la vida real, el buen humor sale de vivir el momento con todos los sentidos y captar las intenciones ocultas de la gente, ahí se siente el sabor de vivir el momento.