Un trabajador de la salud se prepara para vacunar a un colega contra el covid-19 con la vacuna Coronavac de Sinovac en el Hospital Municipal Dr. Cemil Tascioglu en Estambul, Turquía, este 14 de enero de 2021. Foto: EFE
China está sacándole ventaja a los fabricantes de medicamentos occidentales en la carrera por llevar la vacuna para el covid-19 a los países en desarrollo, con Indonesia y Turquía desplegando enormes campañas de una vacuna china esta semana y con Brasil a punto de hacerlo.
Los científicos de algunas naciones occidentales dicen que China ha demorado la publicación de los datos de sus pruebas. Los informes públicos hasta ahora sobre el funcionamiento de sus vacunas han sido inconsistentes, lo que las empresas chinas atribuyen a variaciones en la metodología.
Aun así, países con cientos de millones de personas desesperadas por una vacuna piensan que las dosis de China son suficientemente buenas.
Mientras los fabricantes de medicamentos occidentales luchan por satisfacer su demanda en casa, Pekín ha enviado millones de dosis alrededor del mundo de CoronaVac, hecha por Sinovac Biotech, y también está comercializando otra fabricada por Sinopharm.
Las exportaciones las realiza incluso cuando lucha contra su propio brote de infecciones, que ha encerrado a más de 28 millones de personas. China ha administrado 10 millones de dosis de vacunas en su país.
Si bien algunos estudios sobre la vacuna de Sinovac han reportado tasas de eficacia menores que las de algunos productos occidentales, los países que las compran dicen que parecen ser eficaces en prevenir la forma más grave y mortal del covid-19.
Tal vez lo más importante es que también son fáciles de administrar, lo que permite poner en marcha rápidamente programas en gran escala para salvar vidas y evitar que los sistemas de salud se vean desbordados.
Turquía inició su programa el jueves con la vacuna de Sinovac, y al final de la tarde dijo que ya había inoculado a más de 200 000 personas en pocas horas, más de lo que Francia ha logrado en tres semanas. Los trabajadores de la salud fueron los primeros.
“Pasamos alrededor de 10 meses trabajando y apoyando a la gente en su lucha por la vida. Los trabajadores de la salud saben muy bien que esta situación no puede tomarse a la ligera y que la vacuna es necesaria”, dijo el médico general Nurettin Yiyit.
Romper la cadena
Si bien es probable que todos los países necesiten más de un tipo de vacuna para satisfacer la demanda, China se ha apresurado a enviar dosis a los que se encuentran al final de la cola para obtener suministros de las vacunas occidentales.
Muchas naciones en desarrollo pueden tener que esperar meses para recibir sus primeras vacunas.
Mientras tanto, Turquía ya tiene 3 millones de dosis de la vacuna de Sinovac en sus reservas, y Brasil tiene 6 millones de dosis. Se espera que el gigante sudamericano comience a inyectarlas la próxima semana.
El presidente de Indonesia, Joko Widodo, fue el primero en recibir una inyección de la vacuna de Sinovac para iniciar el miércoles uno de los programas de inoculación más grandes del mundo. Espera tener 30 millones de dosis de Sinovac para finales de marzo, de un total de más de 122 millones en 2022.
“La vacunación es importante para romper la cadena de transmisión de covid-19 y darnos protección y seguridad a todos los indonesios y ayudar a acelerar la recuperación económica“, dijo el presidente.
La empresa occidental que compite más directamente en los países en desarrollo con Sinovac hasta el momento es AstraZeneca, cuya vacuna desarrollada con la Universidad de Oxford también es barata y fácil de entregar.
Rusia lanzará una nueva versión ampliada de su programa de inmunización la próxima semana, utilizando su propia vacuna Sputnik V, que también está comercializando en gran medida en los países en desarrollo.
Ha obtenido la aprobación en Argentina, Bielorrusia y Serbia, pero hasta ahora ha sido lenta para producir dosis para la exportación a gran escala.