En 2013, los préstamos chinos a gobiernos, empresas estatales y firmas privadas en América Latina acumularon USD 20 100 millones. El año anterior había caído a 3 500 millones de dólares, la más baja desde que los bancos chinos se interesaron en la región en 2005, según un estudio del Global Economic Governance Initiative, de la Universidad de Boston.
Entre el 2005 y el 2013, el financiamiento total de los principales bancos chinos, el Banco de Desarrollo de China (CBD) y el Banco de Exportación e Importación (Eximbank), alcanzó los 102 200 millones.
Hasta el año pasado, cerca de 10 000 millones fueron aprobados en créditos para Ecuador, que está por cerrar un nuevo acuerdo: 9 000 millones para la Refinería del Pacífico.
El gobierno ecuatoriano defiende los créditos dentro de su estrategia para impulsar obras de desarrollo, que permitan afianzar el cambio de la matriz energética y productiva. Uno de los principales proyectos es la construcción de la hidroeléctrica Coca Codo Sinclair, edificada por Sinohydro.
China, que a fines de este año se convertirá en la primera economía del mundo, es el principal músculo financiero de América Latina, por encima del Banco Mundial, Estados Unidos o el BID, que tenía previsto préstamos por 12 000 millones para la región el 2013.
Argentina, Ecuador y Venezuela, que comúnmente no han tenido facilidades para obtener créditos en los mercados globales de capital, son el foco de los préstamos chinos, que también son considerados una estrategia diplomática, indica un informe del Diálogo Interamericano.
Mientras que para esa nación oriental el petróleo es indispensable para cubrir su cada vez más creciente demanda energética (1 300 millones de habitantes y una descomunal industria), para Ecuador los fondos son claves para apuntalar su plan de infraestructura y fondos de libre disponibilidad.
Aunque China no dicta las reglas para el gasto social de los préstamos, en muchos casos pide que para la construcción de los proyectos sean contratadas empresas y maquinaria de su país.
Los intereses de los créditos, que bordean el 6% en promedio, han sido criticados por analistas, que los consideran onerosos. El Régimen ha reconocido esta condición pero ha defendido la facilidad para acceso y el potencial de inversión.
China construyó un conglomerado global de empresas, desde los 80, para competir con las transnacionales de los países desarrollados. Esas firmas son propiedad del estado y deben cumplir con una normativa, que incluye exigencias ambientales y sociales de diferente nivel.
Según expertos internacionales, China más que cualquier otro país, ha puesto en marcha un marco legal que fija controles sobre sus inversiones en el exterior. No obstante, estas normativas son poco conocidas y exigidas por las comunidades donde sus compañías emprenden obras, especialmente hidroeléctricas y petroleras.
Para Milton Reyes, estudioso ecuatoriano de las relaciones entre ambos países, es importante que en el país se discuta el planteamiento del Libro Blanco propuesto por China para América Latina. Ahí se exponen claramente propuestas de hojas de ruta para construir temas de mutuo beneficio y de ganancia compartida, más allá de lo económico-comercial, lo cual queda demostrado en el hecho de que hasta ahora ningún país, ni bloque regional de ALC, ha respondido a dicha iniciativa.
No obstante, es claro que para la potencia asiática este país se volvió un socio importante, sobre todo por su riqueza y potencial de recursos petroleros.
“China y América Latina y el Caribe somos, por igual, países y regiones en vías de desarrollo. En los últimos años, con el propósito de generar beneficios recíprocos, ganancias compartidas y desarrollo común, las relaciones sino-latinoamericanas han avanzado a pasos agigantados, sostuvo en su última intervención pública durante el VI Foro Legal China-América Latina, realizado en Quito (octubre del 2013), la encargada de Negocios de China en Ecuador, Zhang Tao.
En el año 2012, el volumen comercial entre China y América Latina y el Caribe alcanzó a los USD 261 200 millones. Las inversiones directas de China en este Continente fueron de 10 600 millones.
China se ha convertido en el segundo socio comercial más importante de América Latina y el principal proveedor de capitales. Mientras tanto, esta es la región que registra el más rápido incremento en las exportaciones hacia China, según datos oficiales.
Las relaciones entre Ecuador y China cobraron fuerza, tras la visita del presidente Rafael Correa a Pekin, en noviembre del 2007. Desde ese año decenas de funcionarios ecuatorianos han estado en China promocionando el país y concretando apoyos en diversos campos, desde lo económico al cultural, tecnológico y educativo.
Uno de los que más ha empujado las relaciones es el vicepresidente Jorge Glas, que en las próximas semanas volvería a China, donde estuvo en enero pasado. También se espera la visita, a fines de año, del presidente Correa.