El peso de China como financista en el Ecuador se redujo durante este año.
Ni bien empezó el 2015, y en medio de una caída de ingresos petroleros, una numerosa comitiva encabezada por el presidente Rafael Correa visitó el país asiático para conseguir financiamiento en un año económicamente complicado.
El Gobierno trajo bajo el brazo una promesa de financiamiento por USD 7 500 millones, un monto que el Gobierno no dudó en calificar como “inédito”. De esos, se esperaban, al menos, USD 4 000 millones en este año. Pero poco de esos recursos ha llegado, pese a que en meses posteriores otras comitivas oficiales de Ecuador tocaron la puerta de China.
El propio ministro de Finanzas, Fausto Herrera, reconoció atrasos en los desembolsos que se produjeron “por problemas operativos en Ecuador y en China”, pero dijo que se trabaja en corregirlos.
Hasta octubre pasado, entraron apenas USD 85,7 millones del Bank of China y el Deutsche de Hong Kong, y unos USD 900 millones en preventas (que no son catalogados como deuda). Los datos de la reserva internacional no evidenciaron nuevos desembolsos de ese país hasta el 4 de diciembre pasado.
Todo ello a pocos días de finalizar el año y con necesidades de financiamiento para cubrir cuentas pendientes con proveedores y obligaciones por unos USD 2 500 millones (pago de salarios, el sobresueldo de Navidad, etc.).
Frente a este escenario, desde el lunes, una comitiva encabezada por el vicepresidente de la República, Jorge Glas Espinel, visita nuevamente Pekín en busca de inversionistas.
El país asiático ganó terreno como acreedor, luego de que el 2008 se cerraran las fuentes de financiamiento para Ecuador por la renegociación de una parte de sus bonos. Esto, además, coincidió con una política de China de ampliar su influencia en la región. Desde entonces creció la deuda con ese país y se firmaron contratos de preventa (ver gráfico).
Un tercer aspecto que ha caracterizado la relación con Pekín son los créditos atados a la provisión de servicios, insumos y mano de obra china.
Pero los últimos dos años China “ha dejado de ser esa gran opción que tuvo el Ecuador en años anteriores”, dice el analista económico Alberto Acosta Burneo.
El experto cree que esto se debe a dos factores. Primero porque China cambió a los funcionarios que estaban al frente de esa relación e inició una revisión de esas inversiones. Y, segundo, por la desaceleración económica. “China ya no está tan interesada en adquirir materias primas y no es tan agresiva en dar financiamiento”.
Giuseppe Marzano, catedrático de la Facultad de Posgrados de la UDLA, dice que pese a que la relación política con ese país es “buena”, el financiamiento que Ecuador pueda conseguir depende de la economía china y “el país asiático ha sufrido mucho en este año”.
Pese a ello, esa nación ha mostrado interés en financiar proyectos que demande de sus servicios. En el sector eléctrico, por ejemplo, se logró un acuerdo de financiamiento de USD 250 millones para la adquisición de hasta 500 000 cocinas de inducción de ese país.
El ministro de Educación, Augusto Espinosa, anunció en agosto pasado que se proyecta construir 200 unidades educativas en el país en un año. Estos centros serán edificados con materiales prefabricados que la constructora China Railway elaborará en el mercado ecuatoriano con planta propia.
La relación con China se ha movido en este año también en el sector minero con la firma asiática Ecuacorriente que opera el proyecto de cobre a gran escala Mirador, en Zamora Chinchipe. El ministro de Sectores Estratégicos, Rafael Poveda, informó en octubre pasado que este año Ecuacorriente ya invirtió unos USD 100 millones.
Para este año, la empresa china Junefield tenía previsto invertir unos USD 60 millones en el proyecto de oro y plata Río Blanco, en Azuay, según datos del Ministerio de Minería.
En el área petrolera, en agosto pasado el entonces ministro de Hidrocarburos, Pedro Merizalde, anunció que se había dejado de lado con la empresa china CNPC el ingreso como accionista en la construcción de la Refinería del Pacífico, ubicada en Manabí y que se estaba negociando una oferta compuesta por Sinomach también de China y Hyundai de Corea del Sur.