Santiago de Chile. DPA
Miles de chilenos celebraron ayer con flores, cantos y banderas rojas el histórico y postergado funeral del cantautor Víctor Jara, enterrado en clandestinidad hace 36 años, luego de recibir 44 balazos en los albores de la dictadura militar, en septiembre de 1973.
“Tras su horrorosa muerte se congeló el tiempo”, susurró a la multitud antes del entierro y entre lágrimas la viuda del artista, la inglesa Joan Jara. Sus hijas dijeron que “la mejor justicia que ha tenido es la de su pueblo”.
El homenaje mayor lo recibió el artista cuando su féretro arribó a la Pérgola de las Flores, a un costado del río Mapocho, camino al cementerio, donde un millar de personas lanzaron claveles rojos a su paso, en un acto de honor solo reservado a los grandes chilenos.
Desde unos parlantes, y entre aplausos espontáneos, la voz de Jara volvió a surgir en ese instante, entonando que “el canto solo tiene sentido cuando palpita en las venas”. La caravana, que abarcaba una quincena de cuadras, siguió luego hacia el Cementerio General, animada por diablas andinas.