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Un Charly recuperado visita Ecuador

Santiago Estrella. Corresponsal en Buenos Aires

El Charly García que estará en Quito y en Guayaquil no será el mismo que Ecuador conoció hace siete años en el coliseo Rumiñahui. Fue una de esas noches que todo ‘garciano’ sabía de sobra que era posible. Subió al escenario luego de Fito Páez, tocó apenas unos minutos temas totalmente irreconocibles y se retiró para siempre.

Ante desmanes del público y silletazos al escenario, lo “metieron en cana”. Tiempo después, cuando Carlos Menem era candidato a la Presidencia de Argentina, había decidido que él sería su Ministro de Cultura en caso de ganar. En uno de sus recitales en Buenos Aires, dijo que una de sus primeras obras sería invadir Ecuador. Una broma estilo Charly.

Tampoco será aquel que un año antes estuvo en el Ágora de la Casa de la Cultura, con una cama ahí (era casi como Truman Capote o Juan Carlos Onetti, con una vida creativa que se desplegaba sobre el colchón). El sonido era terrible, más aún de lo que permite la ya deplorable acústica del lugar.

Y como solía ocurrir en Quito, Buenos Aires, Santiago de Chile, Córdoba, y cualquier lugar del mundo donde eso ocurriera, comenzó a tirar micrófonos y equipos al suelo, pegaba a algún “plomo”, como se conoce a los que manejan los cables de sonido en Argentina. Salió del escenario tres veces, aunque siempre volvió y dejó un concierto memorable.

Mucho menos fue aquel de 1986, en la entonces La Chorrera, que ese mismo año había albergado a Los Ilegales de España, Hombres G, Los enanitos verdes y Soda Stereo. Quito estaba descubriendo al Charly solista, cuando llegó con Un símbolo de paz, El rap de las hormigas, Filosofía barata y zapatos de goma, No me dejan salir, entre otros temas.

El público apenas conocía al de Seru Giran y menos al de La Máquina de Hacer Pájaros. Alguien -nunca se supo quién, pero parecía encarnar el sentimiento de la mayoría-, le lanzó un botellazo porque solamente había tocado Rasguña las piedras, de Sui Generis, la banda que la gente pidió en exceso, a pesar de que Charly García hacía 11 años se había separado de Nito Mestre.

El Charly García que tocará en Ecuador es otro. Totalmente otro. Los excesos parecen haber quedado atrás. Ya no está tan flaco, luce bien peinado y sereno. A veces demasiado sereno; quizá lento, pero los que lo vayan a ver en Ecuador se encontrarán con aquel ‘genio’ que refundó el rock en lengua castellana, junto a otros dos hombres que también serán inmortales: Luis Alberto Spinetta, con quien grabó Rezo por vos,  y Norberto Napolitano, mejor conocido como Pappo.

“Hay veces que me siento encerrado, la jaula no es tan solo esta pared. No digas que estoy mal, yo la estoy pasando bien, no sé por qué, yo sé por qué...”, dice Charly en uno de sus temas de Kill Gil, el disco más raro de su carrera, no tanto por contenido, sino porque fue hecho una y otra vez, se lo subió a la web, pero nunca se lanzó oficialmente.

Ahora, su recuperación  no deja de asombrar y alegra a muchos. Estará en Ecuador y, como demuestran sus antecedentes en Perú, Chile y Argentina, el concierto Tengo que volverte a ver, será algo extraordinario. En Buenos Aires fue bajo un diluvio.

Charly está de vuelta a los escenarios, más sereno, más musical y más cantante. Regresa además con músicos de alto nivel que lo habían acompañado antes, como el ‘Zorrito’ Von Quintiero, en el bajo; Carlos ‘El Negro’, García López, en la guitarra; Hilda Lizarazu en los coros. También estará la banda chilena que lo acompaña desde el 2003, The Prostitution.

Había que ‘abrazar a Charly’

Fueron cinco meses los que Charly García estuvo encerrado en tres hospitales, dos clínicas psiquiátricas y, finalmente, en la quinta que Palito Ortega tiene en Luján. Aún queda grabado en la memoria aquel video que se difundió en junio de 2008 cuando se lo vio atado en una camilla, con las manos ensangrentadas luego de demoler un hotel de Mendoza. En esa ciudad fronteriza con Chile fue la que cometió quizá su mayor osadía: lanzarse desde el noveno piso a la piscina.

Sin embargo, esta internación parecía ser definitiva. O mejoraba o nunca saldría. Fue internado  a la fuerza, por orden judicial.

Y sus fanáticos decidieron darle su apoyo de la mejor manera: un banderazo en las afueras de la Clínica Avril, especializada en adicciones, el 27 de agosto de 2007.

Charly solo asomó su rostro por breves segundos  entre las cortinas. Las radios durante  dos horas transmitieron sus temas.

El bar 40x5, dedicado exclusivamente a los Rolling Stones, no pudo sustraerse al homenaje y esa noche solo puso su música y videos. Había que “abrazar a Charly”, como decía la consigna.