Revisión vehicular en Guajaló. Foto: Paúl Rivas / EL COMERCIO
Este fin de mes no fue la excepción de los anteriores: en los últimos días, cientos de conductores se acercaron a los tres de los seis centros de revisión vehicular del Distrito Metropolitano: Guajaló, Chillogallo y Los Chillos.
Al de Guajaló –en en el Km 8 de la avenida Maldonado-, comenzaron a llegar los angustiados conductores desde las 06:00 de este sábado 28 de junio del 2014. La causa: era el penúltimo día para que los vehículos cuyas placas terminaban en 5 aprueben la revisión, proceso en el que se comprueba el buen estado de los sistema de suspensión y frenos, como también los niveles de emisión de gases y suspensión, principalmente.
A las 08:30 la fila ya alcanzaba cinco cuadras de la Maldonado, la mayoría correspondía a carros livianos y motos; los conductores bebían gaseosas y refrescos para aplacar el sol de verano. Al preguntárseles por qué vinieron el antepenúltimo día para los carros cuya placa terminaba en 5, la respuesta era la misma: porque ampliaron el horario. Según información de la Agencia Metropolitana de Tránsito (AMT) este sábado y domingo atendían hasta las 13:00 y, el lunes (último día), hasta las 19:00.
rEn el centro trabajan doce conductores, quienes revisan el exterior de los autos (llanta de emergencia, plumas, botiquín, triángulos de seguridad, asientos en buen estado); y 10 técnicos que se encargan de revisar el motor, los frenos, luces, calibración de gases y suspensión.
En la fila de la revisión vehicular en Guajaló. Foto: Paúl Rivas / EL COMERCIO
Fabián Ramos, jefe del Centro de Guajaló, dijo que el horario está fijado hasta las 13:00, pero si hay autos que ingresaron al patio el tiempo de revisión se prolongará.
Ya están preparados para la extenuante jornada que cumplirán el lunes 30 de junio, último día.
El promedio de pago de los autos livianos es de USD 26,69. Si no pagan este valor, la multa será el doble. Los usuarios pueden cancelar en cualquier oficina de Servipagos.
Diego Nasimba, de 28 años y de profesión pintor de casas, dio su testimonio: “No fue posible venir antes, pues debía pintar muchas casas, pero como llegue a las 06:00 ya mismo revisan a mi carrito, una Chevrolet concho de vino”.
Segundo Cuñas, maestro de la construcción, llevó su pequeño Fiat 1 de 1990. Dijo que el carro le costó USD 2600 y por el cambio de llantas, revisión frenos y luces, gastó USD 400. Resignado repitió la frase común: “Así somos los ecuatorianos, todo dejamos para el final, pero llegaré con las justas a la revisión”.
Marco Vargas, diseñador gráfico, llegó a las 06:00 conduciendo su moto Shineray, china. Ya estaba cansado después de hacer la fila en la que pasó tres horas. “Cancelaré USD 15 por la revisión; cambié las llantas, las luces y los frenos y el asiento: invertí USD 350, pero seguro que pasaré el examen”.
Las cinco mecánicas de la estrecha calle sin nombre del centro estaban repletas de autos cuyos dueños querían dejarlos en buenas condiciones. Un mecánico (pidió omitir el nombre), explicó que sacan una buena platita vendiendo llantas General, que llegan de Cuenca, a USD 45.