Cinco canónigos participaron este año en el Arrastre de Caudas en la Catedral quiteña. Se trata de un rito religioso que data de hace más de 500 años. Foto: Julio Estrella / EL COMERCIO
No hay nada improvisado. A la cabeza van Cristo, la Virgen Dolorosa, María Magdalena, el apóstol San Juan y los infaltables cucuruchos, campanillero e incensario. Unos llevan crucifijos en sus manos, otros los incensarios. Atrás están turistas que asisten a esta ruta teatralizada de la Procesión de Jesús del Gran Poder.
Esta es una de las actividades que se realizan antes del Viernes Santo, donde la procesión de Jesús del Gran Poder es lo principal. Cada año, la representación se realiza en el Museo Fray Pedro Gocial, que es parte del convento de San Francisco. Hoy, a las 19:30, será la última presentación. A la par, a pocos metros de ahí, en el Convento de Santa Clara se realizan conferencias y charlas propias de esta temporada. Las confesiones
En vísperas de Viernes Santo, otro evento importante es el sacramento de la confesión. Ayer, los alrededores del jardín del convento de San Francisco estuvieron abarrotados de fieles. El franciscano Fernando Pozo señala que hoy la concurrencia será mayor, porque es el día exacto de la Eucaristía
de Comunión.
A este lugar, desde el lunes 30 de marzo han concurrido en promedio 800 personas, que se han acercado a pedir la absolución. Para esa tarea se ha dispuesto que ocho sacerdotes se repartan por todo el entorno.
Sentados en una banca de madera, los religiosos escuchan los pecados de los fieles y luego de unos minutos dictaminan, reservadamente, la penitencia que deben cumplir. Se atenderá a los fieles de 08:00 a 13:00 y de 14:30 a 17:30.
La iglesia de San Francisco, comenta el padre Pozo, es célebre por la devoción a Jesús del Gran Poder, y como hay varios sacerdotes que viven en el complejo la gente viene a confesarse de todas partes, los primeros días llegan de Quito
y de los pueblos cercanos. Y hoy, los fieles arribarán de otras ciudades, ellos también vienen a la procesión de mañana.
Carmen Unapucha, vecina del barrio Mena del Hierro (norte de Quito), fue una de las primeras que se acercó a San Francisco durante los primeros días de confesiones (desde el lunes). “Crucé toda la ciudad solo para contar mis errores al padre, y vine expresamente a esta iglesia porque soy muy devota de Jesús del Gran Poder”, indica esta mujer de 60 años. La fe, la emoción y la curiosidad se combinaron en el Arrastre de Caudas.
Las Caudas en la Catedral
Otra de las actividades importantes de estos días es el Arrastre de Caudas. La Catedral quiteña fue, como cada año, el escenario para este ritual , promocionado como único en el mundo, según Quito Turismo. Se lo practica desde hace más de 500 años.
Con el tiempo, la única variación que ha tenido la ceremonia es la disminución de los canónigos que participan en el ritual. Este año fueron cinco y el monseñor Fausto Trávez, arzobispo de Quito, quien mencionó que para el próximo año se tiene previsto incluir más sacerdotes. Antes eran 15.
Cinco madres de la congregación Hermanas Sacramentinas fueron las encargadas de afinar cada detalle: planchar las caudas (los largos trajes negros que usan los canónigos), arreglar los ornamentos y disponer todo en el templo. Las religiosas viven en la Catedral. Una de ellas, quien lleva 19 años en la congregación, luego de la ceremonia se encargó de colgar los trajes y, a la par, recordó que la misión de las religiosas es tener todo listo para el ritual.
En el atrio, de rodillas, seis personas, incluyendo dos niños, rezaban y pedían por su familia. La ceremonia empezó a las 12:00. El acto también se observó en la Plaza Grande, a través de una pantalla gigante.