Reds. Judicial y Sierra Centro
César Ayala no sabe cómo explicarle a su nieto, de apenas 6 años, por qué murió su padre, el teniente Édison Narváez.
Él fue uno de los seis tripulantes que viajaba en la avioneta del Ejército tipo Cessna, que se estrelló en el sector de Mamayac, en la provincia de Pastaza. Ocurrió a las 16:30, cuando la aeronave cubría la ruta Taisha-Shell.
El Ejército se pronunció
La Fuerza Terrestre aseguró que los familiares de los fallecidos tendrán derecho a la cobertura por muerte accidental. Tanto la tripulación como la aeronave Cessna 206 estaban asegurados, se informó en un comunicado.
El Ejército señaló que la Junta de Investigación de Accidentes (JIA) determinará las causas de la tragedia. Y manifestó su “solidaridad y condolencias a los familiares del personal militar fallecido, en este trágico accidente que enluta a la institución”.
Su cuerpo, así como el del teniente Paúl Cadena (piloto), llegó ayer a Quito, cerca de las 15:00, en una aeronave de la Fuerza Aérea Ecuatoriana.
Luego, ambos fueron trasladados a la Escuela Superior Militar Eloy Alfaro, en Parcayacu, donde se instaló una capilla ardiente. Allí los esperaban sus familiares.
“Estamos pasando los momentos más terribles”, dijo Ayala, entre sollozos. “No es la única tragedia de este tipo que nos ha hecho ponernos de luto”.
El 25 de marzo de 2009, su otra hija perdió a su esposo, también en un accidente del Ejército. El subteniente de infantería Édgar Barahona falleció cuando intentaba rescatar a un piloto que sobrevivió al estrellamiento de un avión de combate, en Orellana.
La cuerda que lo suspendía de un helicóptero se rompió cuando traía consigo al piloto, quien también perdió la vida.
Jorge Villalba, subdirector de Comunicación Social del Ejército, se solidarizó con las familias de las víctimas. Informó que los cuerpos de los otros cuatro conscriptos que murieron en el accidente aéreo de anteayer fueron llevados a sus lugares de origen.
Henry Ortiz a Yambo, Álvaro Guambo a Patate y Edwin Analuiza a Calgua, en la provincia del Tungurahua. Édison Moreno fue trasladado a Guayaquil.
Mario Meléndez, segundo comandante de la Brigada de Selva Pastaza, aseguró que los familiares de los fallecidos recibirán una indemnización, como compensación a su sacrificio. “Todos nuestros soldados están asegurados, de eso no deben preocuparse ahora los familiares”, enfatizó.
El jefe militar recordó que una junta investigadora se encuentra en el sitio del siniestro recopilando información para determinar las causas del accidente. Su trabajo se inició a las 17:30 del miércoles, luego de que se completó el operativo de rescate de los cuerpos.
A las 19:30 de ese día, se instaló una capilla ardiente en el club de oficiales del Ejército, en Pastaza. Hasta allí llegaron algunos de los familiares de los conscriptos.
Víctor Ortiz, de 65 años, lloró desconsolado la pérdida de su hijo Henry, de 18 años. Dijo que la noticia la recibió cerca de las 19:00 de ayer y acudió, vía terrestre, a la Brigada en Shell.
Llegó a las 24:40 desconcertado. Cuando vio el cuerpo de su hijo no contuvo las lágrimas. Aseguró que Henry decidió presentarse al acuartelamiento hace apenas cuatro meses. “Le dije que primero terminara de estudiar. Pero él insistió en que quería cumplir con el servicio militar”, dijo sollozando.
El joven cursaba el quinto curso en la especialización Físico Matemático, en el colegio Salcedo. “Solo conversábamos por teléfono y decía lo justo. Preguntaba cómo estaba la familia, su madre y se despedía con afecto”.
El pasado 1 de enero, Henry Ortiz llamó a su domicilio para desear un feliz año. Era la primera vez que pasaba un año nuevo lejos de su familia. “Me comunicó que en esta semana saldría franco por ocho días. Estuve contento que iba a ver a mi hijo. Quería abrazarlo, pero ya no podré”.
Junto a Ortiz está Antonio Analuisa, padre de Edwin. Él pidió que las autoridades detallen lo que sucedió, para saber si fue en realidad un accidente. “No queremos que nos tapen nada, nos tienen que decir la verdad si la avioneta estaba fallando o no”.
La JuntaIinvestigadora informó que en máximo 30 días se presentará un informe oficial con las conclusiones del accidente.
Analuisa aseguró que Edwin ayudaba a trabajar en la agricultura y era un hijo disciplinado y obediente. “Decidió enrolarse a la vida militar para sacar de la pobreza a su familia. Somos de escasos recursos, ahora no tenemos quién nos apoye. Mi hijo está muerto, no sé qué voy hacer”, repetía constantemente en la sala de velación de la Brigada.
El joven vivía en Calgua Grande, en la parroquia Augusto Martínez, del cantón Ambato. Para hoy está previsto su entierro, en el cementerio de Ambato.
En Quito, los tenientes Paúl Cadena y Édison Narváez también serán trasladados al Mausoleo que el Ejército tiene en el Cementerio de El Batán. Allí, César Ayala dará su último adiós a su yerno.