Aunque ya han pasado más de 37 años desde que salió a la luz, se trata de un caso emblemático dentro del periodismo de investigación referencial dentro de los medios de comunicación.
El 18 de junio de 1972, una noticia de portada del diario estadounidense The Washington Post reportó sobre la incursión del día anterior de la oficina del Comité Nacional Demócrata en el edificio Watergate de la capital estadounidense. Dos de los reporteros que trabajaron en la historia, Bob Woodward y Carl Bernstein, pasaron las siguientes semanas y meses intentando descubrir el alcance real de lo que la Casa Blanca desestimó como un “robo de tercer orden”.
Por varios meses luego de la primera publicación, Woodward y Bernstein escribieron varias noticias de portada exponiendo los nexos entre ese hecho y el Comité para la Reelección de Nixon. Aunque contaban con varias evidencias, no pudieron conectar lo ocurrido con el entonces mandatario o con su equipo hasta el 10 de octubre de 1972.
En el reportaje de ese día desglosaron en detalle que la incursión en Watergate fue parte de un esfuerzo mayor para sabotear a los oponentes políticos de Nixon, todo esto pagado a través del Comité para la Reeleccón de Nixon bajo la dirección de uno de sus más estrechos colaboradores. Solo por poner un ejemplo, Bernstein descubrió en Miami que un cheque de USD 25 000 para la campaña de reelección presidencial había sido depositado en la cuenta de uno de los ladrones que entraron a Watergate.
Luego de la reelección del Presidente en 1972, muchos pensaron que el caso moriría ahí, pero Woodward y Bernstein continuaron con su investigación, cada vez con más competencias de otras agencias de noticias.
Se formó una comisión investigativa especial del Senado estadounidense para indagar en las actividades de campaña de Nixon, y el 30 de abril de 1973, frente a las evidencias de su participación personal en el asunto, el jefe de gabinete H.R. Haldeman, el asesor para Asuntos Internos John Ehrlichman y el fiscal general Richard Kleindienst renunciaron, y el consejero presidencial John Dean fue despedido.
Al día siguiente, el secretario de prensa de la Casa Blanca, Ron Ziegler, ofreció disculpas a Woodward, Bernstein y a The Washington Post por sus críticas previas a los artículos publicados. Varios días después ese diario recibió el Premio Pulitzer de periodismo.
En julio de ese año, un asistente de la Casa Blanca reveló al comité del Senado que Nixon tenía un sistema de grabación secreto de sus conversaciones y llamadas telefónicas en la Oficina Oval. Cuando el Mandatario se negó a entregarlas, el escándalo adquirió tal magnitud que terminó con el anuncio de la renuncia del Presidente, el 8 de agosto de 1974.
El testigo
La incursión en el edificio Watergate fue como un hilo dentro de un largo calcetín. Y halarlo por más de dos años reveló la serie de actividades corruptas y secretas en la Casa Blanca.
Luego de renunciar, Nixon quiso ocultar otras grabaciones
Bob Woodward
Periodista del caso Watergate
En efecto, reveló que un presidente deseaba utilizar la CIA, el FBI e incluso el Servicio Secreto ilegalmente. Deseaba utilizar el poder del Gobierno Federal para asegurar su posición política, devolver favores o, como lo ha llamado en una forma poco elegante varias veces en las cintas de la Casa Blanca, ‘atornillar’ a sus enemigos.
Seguir las pistas reveló más pinchazos telefónicos, incursiones, fondos secretos de campaña, pagos a ladrones por su silencio, obstrucción de la justicia, la subordinación del Gobierno y de la Ley. Aunque renunció en 1974, Nixon movilizó a sus abogados para intentar mantener en secreto otras grabaciones, pero no lo logró.
EL INFORMANTE
Una fuente en la sombra. Mientras recolectaban la información, Woodward y Bernstein contaban con una fuente de información dentro del FBI, identificada como ‘Garganta Profunda’, cuyo nombre fue mantenido en reserva y fue quien iba confirmando o negando lo que otras fuentes informaban a los dos periodistas.
Un secreto bien guardado. Durante años se hicieron muchas especulaciones sobre la identidad de ‘Garganta Profunda’. Solo en 2005 se supo que era Mark Felt, un alto oficial del FBI.
‘Debemos ir tras todo el que sea parte de esta conspiración…’
Richard Nixon, ex presidente de EE.UU.
Esta frase fue recogida en las grabaciones de la Casa Blanca en 1973, pero fueron hechas públicas apenas en 1999. El entonces Mandatario, en medio de la ansiedad por las investigaciones respecto a lo revelado por el diario The Washington Post, se lo dijo a su Asistente para Asuntos Internos, John Ehrlichman, según está reflejado en el libro ‘Nixon, Watergate y la prensa: una retrospectiva histórica’, de Louis Liebovich.