Marco Arauz Ortega. Subdirector
Resulta apenas lógico que el presidente Rafael Correa haya viajado de urgencia a Nicaragua para tratar de contrarrestar el golpe contra Manuel Zelaya, quien estaba dispuesto a que Honduras siguiera las fórmulas del socialismo del siglo XXI. Pero una vez puntualizada la visión de la Alba, le toca volver rápidamente sobre un asunto interno que se le está volviendo un problema mayor : la presencia de su hermano en la esfera pública.
Correa ha hecho varios intentos por pasar la página: primero, atacó con violencia a los medios y prohibió los contratos entre el Estado y empresas domiciliadas en los llamados paraísos fiscales. Después, al tiempo de dolerse por la indelicadeza de Fabricio, anunció que buscará anular los contratos, si hay ilegalidades.
Pero su hermano sigue su lógica: arreció sus ataques tras varias intervenciones polémicas. En una de ellas admitió que su posición le abrió puertas para contratar. Después amenazó con una ‘bomba’, y no ha dudado en mezclar la ironía con el pragmatismo para defenderse.
El lunes, a más de aludir a la falta de ‘fuerza testicular’ de quienes no se han atrevido a demandarlo penalmente, atacó al asesor jurídico de la Presidencia, habló de un ‘círculo rosado’ que rodea a su hermano, y afirmó que mantiene con él un compromiso para no demandar a los funcionarios que ‘pesca’ en ‘off side’…
Rafael Correa ha buscado caminos tortuosos y ha abierto la puerta para que su hermano demande al Estado, cuando lo que procede es la nulidad por inhabilidad. Su estrategia no convence y su hermano no se alinea, lo cual podría significar que el asunto recién empieza.