Cinco casas sin uso son un peligro en La Ronda

La casa abandonada de la Guayaquil y Rocafuerte genera inseguridad en la zona. Foto. Vicente Costales/ EL COMERCIO.

La casa abandonada de la Guayaquil y Rocafuerte genera inseguridad en la zona. Foto. Vicente Costales/ EL COMERCIO.

La casa abandonada de la Guayaquil y Rocafuerte genera inseguridad en la zona. Foto. Vicente Costales/ EL COMERCIO.

El abandono es su verdugo. Son casonas enormes, patrimoniales, llenas de historia, pero padecen el peor mal que una vivienda puede soportar: el olvido. Vacías, atestadas de fisuras, con los techos fracturados, cinco casas no utilizadas de La Ronda despiertan preocupación en la comunidad.

La Ronda es uno de los lugares turísticos más visitados del Centro Histórico. Cada semana, recibe a unas 8 000 personas que son atraídas por el encanto de los juegos tradicionales, los dulces de antaño, la comida típica y la música en vivo.

Pasó de ser una zona residencial, en los años 60, a una calle oscura, llena de basura, delincuencia y trabajadoras sexuales en los 90. Lo que ahuyentó a los vecinos y más de 15 propietarios vendieron sus casas. Pero la intervención municipal y la organización comunal lograron levantarla hace 11 años y volverla una calle con aire colonial que acoge a más de 80 locales comerciales.

Esas casas no ocupadas son un problema que con el paso de los años empeora. Los indigentes y viciosos rompen los candados, llevan colchones y hacen de esos lugares sitios de consumo y de estadía.

Ramiro Torres, presidente de la Asociación de Emprendedores Turísticos del barrio, cuenta que en lo que va del año, tres locales han sido asaltados. La seguridad con la que Israel Buitrón habla de eso es convincente. “Tenemos pruebas”, dice y saca su teléfono.

El video es claro: un hombre irrumpe en su restaurante, saca un televisor, computadoras y otros equipos, los cubre con una manta y, con paso lento y descarado, cruza la calle y los deja en una casa abandonada.

Israel perdió cerca de USD 7 000 la madrugada del 1 de enero cuando ocurrió el robo. Días después ingresó a ese lugar junto con la Policía. Encontraron cobijas, ropas viejas, carcasas de celulares y drogas.

Carlos Mendoza, otro morador, da fe de ese problema. Narra cómo a diario, alcohólicos y otras personas trepan los muros de las casas y las invaden.

El detalle que más indigna a la comunidad es que las cinco casas abandonadas, ubicadas entre el puente de la 24 de Mayo hasta el Cumandá, son de propiedad del Municipio.

Anabel Vintimilla, administradora de la Zona Centro, explica que, en algunos casos, debido a problemas legales, el Municipio no puede hacer posesión del bien y por lo tanto no es posible darle un uso.

Asegura que han abordado a las personas que habitan allí, pero advierte que es un problema complejo. Hay niños y adultos mayores, lo que evidencia un problema social grave. Se los saca y llegan otros.

Es gente con adicciones a quienes se les da ayuda social y alternativas, dice, pero no se los puede obligar a ingresar a un centro de recuperación.

Las autoridades saben de la problemática, por lo que están trabajando en el tema.

Angélica Arias, directora del Instituto Metropolitano de Patrimonio (IMP), explica que un artículo de la Ley de Cultura impide la venta de bienes patrimoniales, lo que ha bloqueado varios proyectos que contemplaban la venta de esas casas. La normativa entró en vigencia en el 2016 y los inversionistas se echaron para atrás.

Justamente, la casa a donde llevaron las cosas robadas del local de Israel es el inmueble que más interés ha tenido por parte de la empresa privada, pero la Ley ha sido un obstáculo. Remodelar ese lugar costaría USD 5 millones, por lo que los empresarios no quieren concesión sino venta.

En Quito hay más de 8 000 inmuebles patrimoniales, de los cuales 50 pertenecen al Cabildo, unas ocho están sin uso.

No se sabe con exactitud cuántas casas abandonadas hay en el Centro. El número, explica Arias, cambia de un día al otro. Sin embargo, según el último censo, el 7%, de los 5 000 bienes del Centro está en muy mal estado.  Se trata de unas 350 viviendas que al no estar habitadas han llegado a un alto nivel de deterioro.

Lo que ocurre en La Ronda, señala Arias, es que los predios tienen trámites sin terminar y no se los puede intervenir.

¿Por qué no se los entrega a una organización? Al momento, no hay ningún pedido formal y serio que busque hacerse cargo de los bienes, responde Arias y acota que las personas se acostumbraron a que la autoridad invierta y rehabilite el bien y la organización solo lo ocupe. Esa no es una forma sostenible de usar los bienes.

Como la mayoría de esas casas tienen problemas legales, desde el año pasado, el IMP firmó un convenio con el Colegio de Abogados para que esas familias reciban asesoría gratis.

Arias espera que en mayo se resuelva el problema legal de tres lotes de La Ronda. También están buscando propuestas para las otras dos viviendas.
Al momento se analiza la posibilidad de conceder una de las casas a un colectivo cultural y la otra a una fundación.

En 15 días se intervendrá con el mantenimiento a las casas municipales del sector. También se trabaja en un proyecto para entregar estas viviendas con un concurso público, donde con un jurado se elija los proyectos sostenibles, que tengan actividades comunitarias.

La Directora del IMP espera poder concretar esa propuesta para que la siguiente administración la lleve a cabo.

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