Las viviendas de caña bambú son construidas por 20 personas que conocen sobre este tipo de fabricación. Foto: Enrique Pesantes / EL COMERCIO
La reconstrucción de Don Juan se hace con bambú. Tras el terremoto del 16 de abril, 80 familias de esta localidad de Jama (Manabí) perdieron totalmente sus viviendas.
Una semana después, los esposos Manuel Pallares y Cristina de la Torre armaron un proyecto para construir casas con caña bambú.
En la actualidad han levantado 15 casas en Don Juan para igual número de familias, tienen previsto construir 12 en la comuna chachi Balsalito de la parroquia Chamanga (Muisne-Esmeraldas) y edificar 26 aulas para escuelas ubicadas en los cantonesPortoviejo y Pedernales, y en Esmeraldas.
Del total de aulas, 15 son del Colegio Sagrada Familia de Playa Prieta de Portoviejo, que levantaron con el aporte económico de la Fundación Telefónica y sus voluntarios. Ahí estudian 400 alumnos.
Las construcciones, entregadas de forma gratuita, fueron diseñadas, a través de la iniciativa Casas Emergentes de Bambú (Caemba), que crearon Pallares y De la Torre.
En el poblado, cuyos habitantes se dedican principalmente a la pesca, las casas de bambú contrastan con las de madera y cemento, cuarteadas por el sismo de 7.8 grados; y con las carpas donde se albergan 70 familias afectadas.
Don Juan, cuyo nombre surgió por el propietario de un comercio popular a quien conocían como Don Juan a inicios del siglo pasado, se ubica en una explanada entre el mar y un cerro verde. A un costado pasa la vía que conecta a Jama con el vecino Pedernales.
Una de las habitantes que fue afectada por el sismo es Zoila Vega, de 76 años. Recuerda que su casa de dos pisos se derrumbó en “un abrir y cerrar de ojos”. Hoy su inmueble fue reemplazado por uno de bambú.
“Cuando se cayó mi casa lloramos desamparados porque el esfuerzo de nuestra vida se fue de un rato a otro, nos sentimos desamparados, porque mi esposo también es anciano y no sabíamos cómo íbamos a reconstruir esto”.
La mujer muestra orgullosa su nueva casa. Con sus ojos humedecidos cuenta que tiene dos cuartos y una sala-comedor. El piso es de cemento y la extensión total es de 5 metros por 7 de ancho. “La caña hace que sea fresca por las noches”.
La iniciativa de Pallares y De la Torre surgió una semana después del terremoto. Ella, cuenta su esposo, tuvo la idea de poner en práctica un plan.
De inmediato, contactaron a familiares en una hacienda en el cantón La Concordia (Santo Domingo de los Tsáchilas) en donde había el bambú.
Rápidamente amigos quiteños de la pareja realizaron aportes económicos para emprender el plan de devolver un techo digno a comuneros de la Costa. El primer aporte económico sumó USD 70 000. El dinero se invirtió para potenciar los vehículos para llevar el bambú desde Santo Domingo hasta Manabí y Esmeraldas.
“De allí armamos el plan y decidimos venir a Don Juan porque nos lo pidieron a través del Facebook. Ahí publicamos nuestro plan y de inmediato nos contactaron”, comenta Pallares.
Nueve conocidos suyos en Esmeraldas se sumaron al trabajo de construir las viviendas de bambú. Uno de ellos es Sergio Arrunátegui, quien se encarga de la supervisión de la obra. Todos ayudan con la mano de obra en la edificación.
En total, 20 personas -que conocen la técnica del bambú- trabajan en el levantamiento de las casas. “La casa de bambú puede durar hasta 40 años, es resistente y brinda un ambiente agradable para quien la habita”, dice Pallares.
Otro beneficiado fue Jorge Rodríguez, un pescador que perdió su casa de construcción mixta. Ahora él habita junto a su esposa y dos hijos en la nueva infraestructura. Él le puso ciertos detalles a la casa para que se viera más bonita, como ventanas de cristal.
“Este es un tremendo trabajo, estamos encantados en vivir aquí”. En el exterior de su flamante vivienda, Rodríguez aún conserva materiales que usó para armar una improvisada casa tras el sismo.
Mientras, Sixto Maris, de 80 años, espera la entrega oficial de su vivienda. Dice que le preocupaba tener que dormir en la calle, pues vive solo. “Pensé mucho en cómo construir de nuevo, yo ya estoy viejo y no tenía esa plata”.
El presidente de la comuna, Julio Gómez, cuenta que conversa con la pareja (quiteña) para ampliar la
Pallares y De la Torre comentan que en Chamanga han construido cerca de 300 estructuras con bambú de 35 m2, a las cuales luego las familias pueden poner paredes internas para formar habitaciones. El 90% está ocupado.
Todo se financia con donaciones, que reciben desde USD 5 hasta 140 000. Son individuales y de tres empresas.