Vista general de la destrucción en la ciudad vieja de Mosul. Antes de que el grupo Estado Islámico (IS) convirtiera a esta ciudad en su autoproclamada capital a mediados de 2014, la segunda ciudad de Iraq era un bastión de tradicionalismo y conservadurismo.Foto: AFP
Julud tiene 24 años y un diploma universitario pero vive con sus padres y no sabe cómo ocupar sus días. Como miles de otras jóvenes iraquíes en Mosul, ciudad devastada por tres años de ocupación yihadista y combates, sigue esperando a su “príncipe azul”.
“No he encontrado ni marido ni empleo: mi vida se resume a las tareas de casa”, se lamenta esta joven que cubre su cabeza con un pañuelo.
“Mi hermana mayor, que tiene 37 años, ya tiene cuatro hijos y se casó a los 18. Yo, con 24 años, igual tengo alguna posibilidad de encontrar un marido, pero ni hermana de 29, muchas menos”, agrega con una sonrisa triste.
Antes de que el grupo yihadista Estado Islámico (EI) la convirtiese en su “capital” en Irak, Mosul -ciudad histórica de confluencia comercial en Medio Oriente- era conocida por sus tradiciones y su conservadurismo. Entonces, muy pocas mujeres llegaban a los 20 años sin haberse casado o prometido.
Hoy, en una ciudad que se recupera de nueve meses de sangrientos combates, ha empezado una tímida reconstrucción, pero la tarea es enorme: 21 500 viviendas fueron destruidas o muy dañadas, según las autoridades.
La espera para los jóvenes que quieren contraer matrimonio se hace cada vez más larga, porque no logran reunir el dinero necesario para mantener a una familia o incluso solo para pagar la dote y la boda.
Los mujeres jóvenes, incluso con diplomas universitarios, están generalmente desempleadas y no pueden contribuir a las finanzas familiares.
Ropa de noche y vestidos de novia se muestran en una sala de exposición en la ciudad iraquí de Mosul el 6 de febrero de 2018. Foto: AFP
Mumen Abdalá también “sueña con casarse”, pero a sus 38 años sigue viviendo “en la casa familiar con siete personas” y sus escasos ingresos como taxista apenas le permiten contribuir al alquiler.
“Soy diplomado en economía pero eso no me ayuda a realizar mi sueño”, se lamenta en la terraza de un café abarrotado de jóvenes desocupados.
Iniciativa en el parlamento
Para echar una mano a las parejas jóvenes, hay asociaciones que incluso corren con los gastos de las bodas colectivas.
Así, en una sala de fiestas de Mosul, Hamid Zabar, rodeado de cientos de invitados, supervisa el servicio de un banquete de bodas: su organizacón ha recaudado donaciones para organizar una decena de uniones.
Mohamed Sami, herrero de 27 años, es uno de los agraciados del día y está feliz con la fiesta aunque su humilde sueldo no le haya permitido pagar un traje ni un vestido blanco para su futura esposa.
Durante los tres años de yugo del “califato” autoproclamado por el EI, Mosul no tuvo contacto con las autoridades centrales en Bagdad. Durante ese periodo, los sueldos de los funcionarios dejaron de pagarse y aún hoy muchos llevan meses esperando el fin de las investigaciones de seguridad para reintegrarse a sus trabajos.
“El desempleo y la larga interrupción de los salarios ha impedido casarse a muchos jóvenes, deseosos de fundar una familia”, dice a la AFP Ashraf Ismail, que trabaja en la protección social de las mujeres.
Para intentar resolver este problema, una diputada lucha desde hace meses en el parlamento de Bagdad.
Yamila al Obeidi propuso “dar cinco millones de dinares (USD 4 000) a cada hombre que se quiera casar y un millón (USD 800) a cada niño que nazca de esa unión”. En su propuesta, que aún no fue adoptada pero sí firmada por 70 diputados, solo pone una condición: que “la futura esposa haya superado la edad habitual de casarse, o sea divorciada o viuda de guerra”.
Esta ley, si se aprueba, podría ayudar a Rim, que con 38 años teme que “ya nunca se le presente un esposo”. “Cuando era joven rechacé a pretendientes para terminar mis estudios y esperar al príncipe azul. Hoy, las oportunidades de encontrarlo son ínfimas”, se lamenta.